Capítulo 62. Las dudas. Elvira.

Revisé mi horario y liberé bastante tiempo. A decir verdad, estaba trabajando doce horas al día, porque quería olvidar a Davide y no pensar en lo que pasó entre nosotros. Ahora no lo necesitaba. Mis empleados harían un excelente trabajo de todos modos, porque estuve fuera casi cinco meses y no pasó nada. Así que no tendría que esforzarme en absoluto y podría cuidar de mí y de mi hijo con toda la tranquilidad. "¡Hijo mío!" - pensé, y mi corazón se llenó de una ternura y un amor indescriptibles, - "Lo principal es, no estrangularlo con mi amor, como Olga hizo con Leo," - me reí de mis pensamientos.

El último paso para completar mi felicidad fue informar a Carmona, de que pronto tendría otro hijo. Escribí su nombre en un buscador y Google inmediatamente me llevó a la página de su clínica. Marqué el número y llamé.

- Hola, mi nombre es Elvira Brown, me gustaría hablar con el Dr. Carmona. - dije.

- Lo siento, pero el Dr. Carmona no puede atenderle ahora, está de vacaciones. Puedo ponerle en contacto con otro médico, si es urgente. ¿Qué le ha pasado? - preguntó la chica.

- No. No pasó nada, - respondí y colgué.

Fue inesperado. Luego ingresé los datos de Fabi y se me abrió su página de Twitter. Le escribí un mensaje: "Hola Fabi. Soy Elvira Brown. Necesito urgente contactar con tu padre. ¿Me puedes dar su número de teléfono?"

"Ni yo, ni mi padre queremos saber nada más de ti," - respondió ella casi de inmediato.

"Lo siento, pero esto es muy importante". - No entendí por qué me respondió tan groseramente, pensé que teníamos una buena relación de amistad.

"No me importa. Eres la mujer más engañosa y confabuladora del mundo, incluso mi madre no hizo eso," – leí e incluso a través de las letras, escuché su indignación. No entendí nada, pero no insistí, decidí pedir ayuda a Leo para obtener el número de teléfono de Davide.

Durante el resto del día no pude pensar en nada, solo en la próxima conversación con Carmona y los mensajes de Fabi. Mientras repasaba nuestro último encuentro con Davide en mi cabeza, me di cuenta de por qué Fabi me había respondido tan bruscamente. No le expliqué nada a Davide, solo lo dejé después de que él y yo nos confesáramos nuestro amor. Recordé perfectamente como Fabi estaba preocupada por su padre y vi la cara perdida de Carmona, cuando encontró las flores sobre el asfalto, que yo tiré. Seguramente, que Carmona pensó que le engañé, le enamoré y dejé. Así que cuando Leo me dio su número, no tuve el coraje de llamarle.

Tan pronto, como cogía el teléfono con la determinación de marcar su número, un miedo incomprensible me obligaba colgar la llamada. ¿Por qué temía hablarle? ¿Qué me enviaría al bosque a buscar setas? ¿Qué no me creería, llamándome cuentista? ¡Pero no necesitaba nada de él! ¡Yo misma podría criar a mi hijo! Solo quería informarle y nada más.

Me engañaba a mí misma, porque si, quería mucho de él. Quería, que estuviera en mi vida. Quería, que se alegraría de pensar, que iba a tener un hijo conmigo. Quería, que dejara todo y vendría a verme, abrazarme, besarme. Quería que me amara.  

Me mentí a mí misma, sabiendo bien, por qué tenía miedo de llamarle. Tenía miedo de escuchar, que todo lo había ocurrido entre nosotros no le importaba ahora, porque yo me había escapado de él. Además, conocía la historia de su matrimonio anterior con la madre de Fabi. Tenía miedo, de que me hiciera daño al no creerme. Porque recibir un golpe, que, hasta cierto punto merecido, de un ser querido era muy doloroso y después de lo que yo pasé, podría ser mortal para mí. Por eso no le llamé.

Al día siguiente fui a la clínica, decidí disculparme con el médico por mi comportamiento inapropiado y pedirle que siguiera mi embarazo. No fue quisquilloso en absoluto e incluso fue muy amable y explicó cómo sucedió, que me quedé embarazada con mi diagnóstico. A veces, después del tratamiento, debe pasar un tiempo, para que el cuerpo se recupere y comience un programa de reproducción. Ha llegado mi momento, justo cuando me enamoré de David.

El médico me programó una ecografía en dos semanas, a que fui acompañada de Leo, que no quería dejarme ir sola. Al principio, todos asumieron que él era el padre de mi hijo, y el pobre hombre estaba muy perdido, cuando las enfermeras se dirigieron a él como "papá", pero él me acompañó firmemente y fingió no prestar atención a esto. Solo después de que le expliqué al médico, que Leo no tenía nada que ver con mi embarazo, que era mi sobrino y simplemente el único pariente, que me apoyaba en esta situación. Todas las bromas cesaron de inmediato y las jóvenes enfermeras comenzaron a ligar abiertamente con mi ahijado. ¡No sé qué fue peor! Leo comenzó a perderse y sonrojarse más.

Entramos en la sala, me acosté en la camilla. Por supuesto, estaba terriblemente ansiosa por saber el sexo de mi bebe, pero lo único que me preocupaba particularmente era que todo estaba bien con él. Leo se paró a mi lado, sosteniendo mi mano y mirando al monitor.

- Todo está bien Sra. Brown, su hijo cumple con todos los estándares, sin desviaciones, - dijo el médico.

- Eso significa que está bien, - le pregunté.

- Sí. Un niño maravilloso de dieciocho semanas, - me sonrió, - tranquila, Elvira, le dije que todo le irá bien.

- Doctor, ¿dónde ve que es un niño? - Leo le preguntó.

- Ves este punto, - le mostró al chico algo en el monitor, - las chicas no lo tienen.

Me limpié el estómago con una toallita de gel, mi ahijado me ayudó a levantarme, le dimos las gracias al médico y salimos de la clínica.

- Sabes, estoy pensando en mudarme a la casa en Sun Beach después de las fiestas, y es hora de que vivas solo, de lo contrario, no lograrás el resultado deseado en la transformación, - le dije a leo.

- Pensé que finalmente te decidirías a llamar a Davide, - dijo Leo disgustado, - entiendes que al chico necesita un padre. Sabes cuánto yo extrañé al mío. Cuando los chicos de la escuela hablaban de cómo reparaban el coche en el garaje, cómo iban de pesca, cómo iban al fútbol. Regañaste a mi madre, cuando me separó de mi padre, pero ahora estás haciendo lo mismo.