Sé que es mejor para ti.

Capítulo 72. Las mujeres, son las creaturas complejas. Leonardo.

-Si no quieres verla, no te obligaré, pero tarde o temprano tendrás que escucharlos, - le dije y le entregué el casco.

"Qué tipo de criaturas tan complejas son las mujeres. No sé qué les ocurre, primero inventan las complicaciones, luego se ofenden. Cuánto esfuerzo me gasté para persuadir a Elvira, que llamara a Carmona, pero no logré nada. Tuve que ocuparme de este asunto yo mismo ¡Y ahora hay problemas con Fabi! ¿Se inventó, que Elvira la había traicionado? ¿Solo porque no se despidió de ella? Aunque, pensando, ¿por qué mi madrina no lo hizo? ¿Tal vez no quería que Fabi se le recordara de David?" - Eso era lo que pensé mientras conducíamos a su piso.

Lo que escuché de Fabi no salió de mi cabeza. Cuando todavía hablábamos como Astro y Princesa Leia, ella me escribió, que a veces extrañaba a su madre, pero yo pensaba que su madre había muerto, pero no que la había abandonado, porque siempre se refería a ella solo en tiempo pasado. La entendí perfectamente, también me ofendió mi padre, porque nos dejó y hubo que pasar bastante tiempo hasta que me di cuenta de todo y perdoné a mis padres.

Era lógico que Fabi se enamorara de Elvira, porque era imposible no querer a una persona así, por eso ella quería juntarla con su padre. Bueno, ella lo hizo muy bien. Fabi simplemente no podía imaginar lo que sucedería después. Sí, yo tampoco podría. Nadie podía. Pero con Fabi, mi madrina se equivocó. Davide es una cosa y su hija es la otra. Además, Elvira debería haber entendido que la niña se encariñaba con ella.

"¡Qué confuso está todo! Por un malentendido, tantos problemas.”- pensé, mientras me bajaba de la moto.

- Gracias por entenderme y no llevar a casa de Elvira, - dijo la con una voz tan quebrada, que de repente sentí mucha pena por ella.

Con la cabeza entendí todo, cuanto antes Fabi hablara con su padre y Elvira, antes entendería por qué pasó todo y por qué mi madrina hizo esto, pero mi corazón se hundió con solo verla. La abracé y la atraje hacia mí. En ese momento, algo hizo clic en mi interior y una extraña sensación apareció en mi alma. No, no era en absoluto, lo que sentía por Bree. Ahora no era una pasión fugaz, el deseo de besar y apoderarse de su cuerpo, no, era la ternura y el deseo de protegerla.

- ¿Quieres que me quede contigo? - pregunté de repente.

- No. Es mejor para mí, estar sola, - respondió, después de pensarlo un poco, agregó. - En mi estado de depresión, puedo hacer algo de lo que luego me arrepiento. Y no quiero cambiar mi actitud hacia ti.

Ella sonrió con tristeza y entró en la entrada.

Me quedé de pie como un tonto. Al principio no entendí que ella tenía en mente. No la iba a seducir, solo pensaba en charlar con ella, calmarla, tal vez convencerla de venir a la casa de Elvira. "Pero tiene razón, no necesitábamos nuevos errores para nada ahora", - pensé, recordando que de alguna manera me sentí extrañamente atraído por ella cuando la abracé.

Pero me sorprendió, probablemente por la franqueza de sus palabras, que en general eran cercana a mí sentido. Solo que probablemente no me hubiera atrevido a expresarlo tan abierta e inmediatamente.

No tenía absolutamente ninguna intención de acercarme a ella, invirtiendo tiempo y esfuerzo en una relación dudosa, detrimento del trabajo. Si muchos hombres, el mismo Manu, necesitaban cada fin de semana arrastrarse a un bar o club y sentarse allí a buscar una nueva chica por un corto tiempo, entonces eso no me interesaba, aunque a veces le acompañaba en plan amigo. Era una pena gastar un tiempo libre, que no tenía tanto. Sobre todo, cuando quería llegar a alturas más o menos dignas, lo que significaba, que tenía que arar sin días libres y paradas.

Además, tenía a Bree con su facilidad de comunicación y sin compromiso. Con ella no era necesario aparentar a alguien, podría ser yo mismo para despertar un interés recíproco, no necesitaba inventar gestos románticos, tratar de impresionar, pasarse semanas en habladurías tontas por teléfono y paseos por los parques en citas rituales, preocuparse de que no funcionará lo nuestro, no sucederá el más acercamiento.

Recordaba, como me enfadé al principio, pero solo después entendí, que Bree sabía mucho más que yo de esta vida. Sin enamorarnos, lo que incluía el deseo de un futuro común, nuestra relación se simplificaba gratamente. Nuestros encuentros se han convertido en una verdadera emoción. Yo la deseaba, ella me deseaba, sin expectativas el uno del otro, salvo las más mínimas: no ir más allá de lo permitido y disfrutar del momento.

Con Fabi sería mucho más difícil. En primer lugar, todavía no entendía lo que sentía por ella, cuando inesperadamente pasó de ser un sueño a una chica real. En segundo lugar, tendría que abrirme a ella y decirle la verdad sobre mí, y ese era mi mayor temor. No podía decirle, que era aquel gordo estúpido. Cuando la invité al Universal, ni afirmé ni discutí, que Astro era yo. Fabi no preguntó y me alegré por ello. En tercer lugar, la relación entre Elvira y su padre solo complicaba todo. En resumen, llegué a la conclusión de que "Princesa Leia" debería seguir siendo un sueño.

Arranqué mi Harley y conduje hasta la casa. Apenas abrí la puerta, Carmona salió a mi encuentro y me preguntó angustiado:

- ¿Dónde está Fabi?

- Ella no quería cenar con nosotros y tuve que llevarla a tu apartamento alquilado. - Expliqué.

- ¿Está deprimida o enojada? - Elvira preguntó de repente desde la cocina.

- Diría que más deprimida que enojada. - respondí, recordando los ojos de la chica llenos de lágrimas. - Cree que la traicionaste, cuando te fuiste sin siquiera despedirte de ella.

- Necesito hablar con ella, - dijo Carmona y agarró su chaqueta.

- No, - espetó mi madrina. - Leo me llevará, y tú te quedas con Jacobo. Si alguien debería estar hablando con Fabi, soy yo.

Davide trató de oponerle algo, pero ella rápidamente explicó, que ella misma tenía que resolver este problema y pedirle perdón a la chica. Cogí su coche y nos fuimos. Pude ver que mi madrina estaba nerviosa, pero estaba increíblemente decidida. Durante todo el camino preguntó, cómo pasamos el día y qué dijo Fabi. Cerca del apartamiento de Fabi, la ayudé a salir del coche y ella, apoyándose en una muleta, cojeó hasta el ascensor.




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