Sé que es mejor para ti.

Capítulo 85. Ayudar a Elvira. Fabiola.

"Parece que últimamente todo el mundo se ha vuelto un poco loco. Ayer, Bree, por razones desconocidas, se puso celosa de Leo, y hoy él explotó por una foto. ¿Por qué estaba tan enojado? Bueno, Elvira me mostró a un tipo gordo. Por esto, ¿tiene que marchar de la casa y romper relaciones?” - pensé, subiendo las escaleras, cargando su bolso de vuelta a casa. Pero, cuando entré y vi la cara de Elvira, que expresaba un claro grado de ansiedad y, diría, incluso de miedo, no entendí nada.

- ¿Que dijo? - preguntó ella con su voz temblando.

- Nada, me pidió que trajera esta bolsa al estudio por la tarde. - Respondí, pero después de pensar un poco, pregunté, - ¿De quién era la fotografía?

- Lo siento, pero si te lo digo, nunca me lo perdonará. Y no quiero perderlo. - respondió ella con una cuota de fatalidad.

- Está bien, entonces déjame echarle otro vistazo a ella, - pedí.

- No puedo, Leo rompió el teléfono, - dijo. - Ahora piensa que soy una traidora.

- ¿Por qué? - Pregunté, sintiendo que estaban escondiendo algo.

Ella no respondió, solo agitó las manos y se fue a su habitación.

Supuse que el problema estaba en esta foto. Era una pena que realmente no vi nada, solo calzoncillos blancos y una barriga enorme, porque de inmediato me llamó la atención. "Elvira dijo que era el príncipe. ¿Qué quiso decir?" - Pensé, pero no me atreví a preguntarle a Elvira, porque era inútil hacerlo en su estado.

Cuando vino papá con Jacobo, también desapareció detrás de la puerta del dormitorio de Elvira, dejándome el niño. No tenía ni idea de cómo tratar a un bebé, pero tenía que apañarme.

-Bueno, hermano, parece que tenemos problemas, - le dije al bebé, sujetándolo más cómodo, y él me miró con sus ojos nublados, como si estuviera completamente de acuerdo conmigo.

Fue en ese momento, que me di cuenta, que ahora tengo un hermano, porque antes yo percibía a Jacobo sólo como un hijo de Elvira.

- Está bien, lo resolveremos, porque definitivamente tienes suerte con tu hermana mayor, - dije y lo besé en la frente.

Después de un tiempo, papá y Elvira salieron de la habitación. Parecía, que ella había llorado en el hombro de su amado y ahora se veía mucho mejor, aunque sus ojos todavía estaban rojos. Jacobo chilló en mis brazos y Elvira se lo llevó de inmediato.

—Fabi, hija —empezó papá con seriedad. - Entendemos que ese no es tu problema, pero solo tú puedes influir en Leo ahora, o al menos crear una situación, para que Eli pueda hablar con él. Su confianza es muy importante para ella.

- ¿Y cómo puedo influir en él? - pregunté con sorpresa.

- Pidió que le trajeras una bolsa, eso significa que confíe en ti. - Dijo papá, - Tienes que convencerlo de que Elvira no pretendía nada malo, pero estaba un poco equivocada en sus métodos.

- Hasta que no me expliquéis todo específicamente, no puedo hacer nada, porque no entiendo la esencia del problema, - respondí.

- No es necesario que lo entiendes todavía. Solo pídele, que escuche a Elvira. - dijo mi padre.

Me di cuenta de que ninguno de ellos me explicaría nada, pero al ver la cara de desesperación de Elvira, acepté, aunque entendí, que me estaban usando a ciegas. Pero aún tenía la esperanza de que el propio Leo me explicara, qué secreto escondía esa foto, que provocó esta tormenta en una taza de té.

Por la noche, mi papá me llevó al estudio donde trabajaba Leo y me deseó buena suerte. Tomé su bolsa y entré al edificio. Antes de que tuviera tiempo de preguntarle a la chica, que estaba sentada en la recepción, dónde encontrar a Leonardo, Manu me agarró por la cintura.

- ¡Hola preciosa! – exclamó él. - Lo siento, no tuve tiempo de avisarte, pero hoy no podré llevarte a Las Vegas.

- No, - yo ya no pensé en Las Vegas para nada, ni en la promesa que le hice. - Vine por Leo.

- ¿Has decidido de mudarte con él con tus cosas? – Sonrió, mientras miraba la bolsa.

Entonces me di cuenta de lo que estaba pensando e inmediatamente le expliqué:

- No, estas son sus cosas. Sólo me pidió que los trajera por aquí.

- Entonces, vamos, te mostraré su oficina. - Dijo Manu y, abrazándome por la cintura, me condujo por el pasillo hasta el ascensor. - Tengo que disculparme por no poder mostrarte Las Vegas. Tengo un pequeño problema y este fin de semana necesito estar con alguien cercano a mí.

Recordé lo que me había contado Elvira sobre Manu y Bree, y pensé que había vuelto con ella.

- Está bien, me lo mostrarás en otro momento. Bree te necesita más, —le sonreí.

- Eres una chica muy inteligente, - se rio Manu.

El ascensor se abrió y nos encontramos en medio de un gran pasillo, dividido por paneles de plástico blanco en pequeños lugares separados. Como los paneles no tenían más de un metro de altura, pude ver a varias personas trabajando en las computadoras, pero Leo no estaba entre ellos. Manu me condujo entre ellos y se detuvo cerca de otro departamento con el mismo panel, pero hasta el techo y una puerta que se abría automáticamente. Leo estaba sentado en una mesa grande con cuatro monitores, escribiendo algo rápidamente en el teclado.

- Leo, hay una invitada para ti, - dijo Manu alegremente.

Leo levantó la cabeza y dijo en un tono, como si lo estuviéramos molestándole mucho:

- Oh, eres tú. Pon la bolsa en el armario y, si tienes prisa, puedes irte. O espera, terminaré ahora.

Fue este tono suyo, lo que realmente me cabreó. "No dijo ni gracias. ¡Le estoy haciendo un favor y él se porta así de molesto!" - Pensé y ya quería tirar su bolsa en el suelo e irme, pero recordé lo que me pidieron papá y Elvira, por eso puse la bolsa en el armario y le pregunté a Manu:

- Bueno, como no puedes mostrarme Las Vegas, muéstrame tu estudio. Estoy interesada en lo que estás haciendo aquí.

- Claro, pero en otro momento, querida. Me tengo que ir, lo siento. - respondió disculpándose.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.