Sé que es mejor para ti.

Capítulo 87. La mentira. Fabi.

Me desperté primera. La felicidad, de sentido que pasé la noche más dulce en los brazos del hombre más bello, me embargó. Toda la noche percibía su ternura, atención, cuidado y deseo. No tenía nada que ver con lo que tenía con mi ex. Vi su mirada y me sentí como la mujer más deseable de la Tierra. De repente me di cuenta de inmediato, que ya no podía tratar a Leo como un conocido casual. Me enamoré de él desde el primer... beso.

Me volví hacia Leo y miré su hermoso rostro calmado por el sueño. De repente una extraña idea vino a mi mente. No estaba claro por qué, quería enviar su foto a mi amigo "Astro" con la inscripción, de que había encontrado a su doble. Encendí el teléfono, elegí un ángulo adecuado, tomé una foto, entré al chat del juego y le envié un mensaje. Casi en el mismo momento, llegó un mensaje al teléfono de Leo, que estaba sobre la mesita de noche. Incluso me asusté, pensando que era Bree. Leo, medio dormido, levantó el teléfono y yo miré el mensaje con el rabillo del ojo. ¡Ese fue mi mensaje enviado para "Astro" al chat del juego!

 En los ojos de Leo, vi pánico, miedo y la tonta e infundada esperanza de los condenados; ya se dio cuenta de que lo cagó... En este momento del completo silencio, sentí un zumbido en mis oídos. Algo en mi pecho empezó a arder con tanta fuerza, que no podía respirar. Leo Intentó abrazarme, pero apoyé mis manos en su pecho, resistiendo su cercanía. Él se alejó. Me levanté de la cama y corrí a recoger mis cosas. Sin darme la vuelta, nerviosamente empecé a poner todo lo que llegó a mi mano.

Leo se sentó en la cama y se congeló mirándome, sin saber qué hacer. Mi silencio obviamente lo irritó. Pero yo por el dolor en el pecho, no pude pronunciar ni palabra.

— ¿Fabi?  - dijo él, pero incluso su voz me pareció extraña.

Por fin, tragando saliva, pude decir:

-Me engañaste dos veces. Nunca podré volver a confiar en ti, así que ya no estoy interesada en todo lo que tienes que decir.

 Contrariamente a mi apariencia, dije las palabras sin emoción y sentimiento.

- Fabi, solo hablemos. Amo…

- ¡No te esfuerces!

- Dame posibilidad de explicarte, - Él ingenuamente esperaba poder convencerme de algo ahora. Ofrecer algo que me convenga, que me tranquilice. - Escucha…

- ¡No, escúchalo tú! - Finalmente me di la vuelta para mirarle a los ojos, ya completamente vestida. - ¡Yo te pregunté dos veces! Tu negaste ser "Astro" dos veces. ¿Por qué? ¿Por qué simplemente no me confesaste ayer? ¿Qué estás escondiendo? ¿Qué pretendías con esta mentira? Si supiera que eres tan mentiroso, haría todo lo posible para evitar, que esta noche sucediera.

Saliendo de la cama, evitando el más mínimo contacto visual conmigo, encontró los pantalones en el suelo y se vistió.

- ¿Te arrepientes de haberte acostado conmigo? - Habló más bruscamente de lo que esperaba.

- No, no me arrepiento de la noche pasada, Bree te enseñó muy bien, - me reí con malicia, - lamento haberme contactado contigo en general. Tu burlaste de mí. “Astro” era mi amigo, sabía mucho de mí, me confiaba en él y tu destrozaste todo. ¿Usaste la información sobre mí, solo para acostarte conmigo?

- ¿¡Que dices?! Todo lo que dices es una tontería, no es verdad. – dijo Leo, no queriendo aceptar el fracaso, continuó probar el último intento por detenerme. - No me burlé de ti, te amo. Hace tiempo que te amo como un condenado.

- ¡Cállate! Demasiadas mentiras por hoy, - solté.

Mi autocontrol estaba llegando al límite y podía ponerme histérica en cualquier momento o echarme a llorar, que sería aún peor, así que me apresuré a salir de la habitación.

Llamé a un taxi y me fui a casa. Todavía estaba temblando de escalofríos, ya sea de frío, de ira o de dolor. ¿Cómo podría confiar a un mentiroso, que solo quería llevarme a la cama?

Tan pronto como entré en el apartamento, sonó el teléfono. Al principio pensé con miedo que era Leo, pero mi papá me llamó.

- ¿Estás ya en casa? ¿Cómo fue todo? - preguntó.

- Sí, ya estoy en casa. Todo está bien. - respondí, dándome cuenta de que había olvidado por completo qué me pidieron y justamente por esto fui con Leo a estas malditas montañas.

"¡Maldita sea! Estaba completamente loca". - pasó por mi cabeza. - "¿Cómo explicarles ahora?"

- ¿Que dijo él? - Escuché la voz emocionada de Elvira, estaba claro que le arrebató el teléfono a mi padre.

- Nada, - respondí, pensando en decir algo plausible.

Pero no se me ocurrió nada, no me gustaba mentir y no sabía cómo hacerlo. Valentina siempre decía, que todas las mentiras están escritas en mi cara.

- Eso significa que él tampoco quería escucharte, - escuché su voz afligida.

- No, simplemente no encontré el momento adecuado, - traté de animarla.

- ¡¿Tanto tiempo estuvisteis juntos, y no encontraste el momento?! – exclamo ella.

- Bueno, al principio me mostró su juego, luego nos fuimos a las montañas en moto, luego me congelé, y yo... y él, - tartamudeé, incapaz de encontrar palabras para describir lo que pasó después.

- ¿Qué sucedió? - preguntó Elvira ansiosa.

- Nada, tenía frío y él... y yo... - mascullé.

- ¿Qué sucedió? - volvió a preguntar y me di cuenta de que la ansiedad de Elvira empezaba a convertirse en pánico.

- No pasó nada, simplemente nos acostamos y pasamos la noche juntos, - respiré.

- ¡¿Qué?! - gritó al teléfono, y no pude entender, si era un grito de desesperación o de alegría.

- ¿Que pasa? Somos adultos decidimos tener sexo y lo hicimos, - respondí con algo de molestia, sin entender qué tenía de criminal este hecho.

- ¡Espérame! Vendré a ti ahora y me contarás todo en detalle, - dijo ella.

- ¡No! ¡Ahora quiero dormir! – exclamé. - Después vendré y te contaré todo.

- ¿Crees que podré aguantar ahora? - Elvira se rio. – ¿O estas con él?

- No, estoy sola en casa, pero de verdad estoy cansada. - expliqué, porque no quería hablar con nadie ahora sobre lo que yo misma no podía entender todavía. - Tengo frío, quiero darme un baño caliente y dormir. Vendré yo misma y te contaré todo de inmediato.




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