Sé que es mejor para ti.

Capítulo 88. Son tontos. Elvira.

Le conté a Davide todo lo que había hecho, sollozando en su pecho. Me escuchó sin interrumpir, muy probablemente temeroso de que no terminara mi confusa historia. Solo cuando yo, secando las lágrimas, le pregunté, qué hacer ahora me contestó:

- Es demasiado tarde para decirte, que no deberías haber interferido en los asuntos donde no te llamaron. Tú misma lo entendiste todo. ¿Es cierto que Leo decidió cambiarse por mi Fabi?

- ¡Si, claro! Si yo no supiera con certeza, que él la ama, ni siquiera me movería un dedo. - exclamé.

- Cálmate, cariño, tampoco sucedió algo terrible, - dijo y me besó en la parte superior de la cabeza. - Creo que se calmará y entenderá, que no lo hiciste por maldad, que no querías traicionar su confianza, sino que simplemente decidiste ayudarle da una manera equivocada. ¿Sabe Fabi, que Leo la ama?

- No, ella no sabe, o mejor dicho, ella no le reconoció para nada, cuando lo vio aquí. Además, decidió no meterse con Leo, porque piensa, que es demasiado guapo para ella. Por eso decidí revelarle su secreto y empujarla a acercarse a él. - Traté de justificar mis acciones.

- Deberías disculparte con él, cuando se calme y tranquilice. Debes explicarle, qué te motivó, cuando decidiste dar este paso precipitado. Entonces te comprenderá y te perdonará.

- Si, pero ¿cómo? ¿Ir al estudio y hablar con él allí? No es un sitio adecuado y no estoy del todo segura, que querrá hablar conmigo después de todo.

- Tengo una idea. Lo más probable, que Leo se haya dado cuenta, de que Fabi no lo reconoció en la foto, de lo contrario no le habría pedido, que le trajera la bolsa. Entonces ella tiene la oportunidad de persuadirlo, para que te escuche. Me parece que se llevan bien, aunque no creo, que sea el amor, más bien una amistad. - sugirió Davide.

- Sí, pero son dos idiotas, tienen miedo de admitir a sí mismos, que se aman. - exclamé.

- Como solíamos hacer nosotros, - sonrió Davide y me abrazó con más fuerza.

- No, - le miré a los ojos, - lo nuestro era completamente diferente. Aunque me enamoré de ti desde esa noche en el estacionamiento del centro comercial, pero tenía miedo de confesarte.

- Yo lo entendí antes, mi amor. - Davide me acarició la cabeza muy suave. - Cuando te vi por primera vez en la clínica, pensé que eras la mujer más hermosa, que había visto en mi vida, pero tu empezaste un espectáculo dramático, que me sorprendió y confundió. Interpretaste a una mujer moribunda con mucho aplomo, por eso pensé, que era una trampa de Fabi.

Se rio y me abrazó, y nuevamente me sumergí en el océano de ternura, amor y admiración, olvidándome por un momento de todos los problemas.

- ¿Entonces entendiste que era una actuación?

- Por supuesto, pero tenía muchas ganas de conocerte. - dijo y me besó en la mejilla.

En ese momento, tenía muchas ganas de enviarme a todo y a todos al infierno, y simplemente disfrutar del amor de Davide, pero no podía. Debería explicarme con Leo y intentar de otra manera ayudar a estos tontos.

- ¿Quizás deberíamos dejarlos en paz? Si se aman, este amor los conectará tarde o temprano. – susurró Davide en mi oído, evocando sentimientos calientes que aún no autorizados por el médico.

- No. Deben averiguar la verdad cuanto antes mejor, para no cometer estupideces como las que hacemos nosotros. - Me reí.

- Está bien, vamos a pedirle a Fabi, que convenza a Leo a encontrarse contigo, - dijo y me ayudó a levantarme de la cama.

Fabi accedió a ayudarme y Davide la llevó al estudio. Realmente esperaba, que ella pudiera ablandar el corazón de mi ahijado, pero todavía estuve nerviosa toda la noche. Esperar es la tortura más dura. Varias veces traté de llamarla y averiguar cómo iban las cosas, pero Davide me detuviera cada vez:

- Ya has hecho cosas imprudentes con tu vehemencia, deja que hablen con calma.

Pero cuando llegó la mañana y todavía no había noticias de Fabi, el propio Davide se puso nervioso y llamó a su hija.

- ¿Estás ya en casa? - le preguntó y yo, al darme cuenta de que ella había regresado, le arrebaté el teléfono de las manos.

- ¿Que dijo Leo?

- Nada, - contestó la chica de alguna manera distante, y mis esperanzas se derrumbaron para pedir perdón a mi ahijado.

- ¿Él no quiere hablar conmigo?

- No, no es eso, simplemente no había tiempo para hablar de esto. – dijo Fabi apresuradamente.

Después de un poco de presionarla, Fabi contó, que se fueron a la montaña. Sabía exactamente a dónde. Por cierto, yo misma le mostré este lugar. Solo que lo usaba para estar sola y llorar mi desafortunado destino, y no para seducir a las vírgenes inocentes. Para ser honesta, estaba encantada con este giro de los acontecimientos. Así que a Leo se le quitó de la cabeza el capricho, de que Fabi no le excitaba y no veía mujer en ella. Tenía muchas ganas de visitarla y preguntarla en persona todos los detalles, pero me detuvo, prometiéndome contarlo todo por la tarde.

- Amada mía, empiezas a asustarme, - se rio Davide. - Ahora pareces a una casamentera frenética, pero deberías pensar en nuestra boda.

- Sí, ¿qué hay que pensar? Compra los anillos y encarga una orquesta. Estoy preparada para casarme contigo en cualquier momento. - Me reí.

Mi estado de ánimo mejoró muchísimo después de saber, que mis queridos Leo y Fabi pasaron la noche juntos. No sabía entonces, cómo acabó este hecho.

- Lo digo en serio. Haremos una boda naturalmente en Italia, pero aquí, creo, vale la pena organizar una pequeña celebración para tus amigos, para despedirte de ellos y empezar una vida larga y feliz conmigo. - dijo y me besó de tal manera, que mi cabeza voló.

- Cariño, no juegues con fuego. El médico dijo, que unas dos semanas será imposible hacer los juegos calientes. - Susurré.

- Y yo, como médico, jugaré contigo con mucho cuidado, - susurró también, me tomó en sus brazos y me llevó... al cielo.




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