Seamos Dos

TEMIENDO

CAPITULO 13 

ΔΔΔ 

26 de septiembre 

El tránsito por lo normal es una reverenda peste, hoy fue todo lo contrario, no había una sola cola en todo mi trayecto desde la Boutique hasta el edificio de la constructora donde me encuentro de pie viendo el gran edificio y mi cuerpo se congela ante solo la idea de tener que subir al último piso, tengo al menos un 0.5% de esperanza que las oficinas se encuentre en el nivel inferior, para que yo me evite la bochornosa situación de subir al menos cuatro niveles.  

Es el quinceavo, suspiro que sale de mis vías respiratorios con el pesar de ingresar a tal edificio, una construcción moderna, una que tiene un 50% de vidrios, termino de avanzar los tres metros que me separan de la puerta, eso lo sé porque tiene un camina miento y una jardinera que marcan los tres metros evidentemente, a paso lento y un poco torpe reviso mi reloj que me indican que faltan exactamente nueve minutos, llevo mentalizándome en cualquier escenario unos diez minutos, esa es la razón por la que mi estado actual es nerviosismo puro, siempre llego con anticipación a una cita, es una de mis características y es por eso que estoy molesta llegue veinte minutos de antelación que me sirvió para infundirme todo el miedo albergado en mi sistema desde que soy capaz de negarme a subirme a una silla, mesa, o cualquier otra superficie que me despegue del suelo.  

Empujo en un sobre esfuerzo mi fobia a las alturas. Empujo la puerta y me recibe una espaciosa estancia y al frente a unos pocos metros del ingreso general, el logotipo de la constructora con el claro nombre en letras mayúsculas en una escultura de lo que asumo es concreto “Alfil-Construcción” doy un resoplido, el piso es blanco y se encuentra bien pulido y por oleada me llega la sensación de lo terriblemente mal vestida que voy a un edificio como ese, llevo una zapatillas color beige, un pantalón a juego, una blusa color corinto y un suéter del mismo color que mis pantalones, una bolsa color negro que me presto Elena en un claro intento de parecer profesional para la reunión, soy plenamente consciente de que estoy negociando una gran posibilidad para Siena, hoy me estoy jugando el “todo por el todo” eso significaría una gran posibilidad en eventos mayores, una gran presentación y publicidad para nuestra empresa, antes, durante y después de ese evento, será uno de mis grandes retos para posicionar nuestra marca sin tanta inversión en publicidad que hasta el momento no hemos contado por los pocos recursos con los que contamos. 

Al ingresar al fondo, unos metros atrás del monolito veo una mesa donde se encuentra una señorita con el cabello acicalado de color negro, una blusa blanca y un saco que creo que es azul media noche, al paso que me acerco parece que la señorita se da cuenta de mi presencia alza la vista de sobre su mesa, al otro lado de un mostrador lo suficientemente elegante con el isologotipo grabado en la madera, es increíblemente exuberante, sobre la pared una pantalla plana de alta resolución proyecta una presentación de varias de las construcciones que realiza, otras terminadas y asumo que otros que nunca antes he visto son proyectos a realizar. 

-Buen día – saludo a la persona al otro lado – tengo una cita con L… - me detengo antes de pronunciar su nombre – con el Ingeniero Landaverde – apretó un poco la cinta de la bosa que cuelga de mi hombro derecho y ruego a todos los ángeles y Santos que no se noten mis nervios. 

-Buenos días – me regala una sonrisa – con mucho gusto me podría decir su nombre  

-Madeline Gonzales – mi voz suena un poco dudosa y me ve alzando una ceja, su expresión no me pasa desapercibida al notar que dudo en pronuncia mi propio nombre, pese a eso no hago el intento de rectificar o pronunciar con mejor convicción mi nombre. 

-Sí – afirma y me regala una nueva sonrisa – Madeline Iris Azucena Gonzales Ramírez – y yo me quedo de piedra al momento que pronuncia todo mi nombre sin un deje de duda y en ese momento la que duda de conocer mi propio nombre soy yo, no puedo hacer más que asentir porque estoy segura que mi voz se pondrá ronca de la sorpresa que solo delatara lo nerviosa que estoy – el Ingeniero la espera – me extiende una especie de carné y supongo que es el pase de visitante – es la llave al ascensor es el número tres – yo no entiendo que es lo que sucede y lo único que hago es tomar el plástico rectangular en mi mano unido a una cinta la enrollo por nerviosismo a mis dedos, me indica a donde debo dirigirme, después de otro agradecimiento, encamino torpemente mis pasos al lado derecho donde veo las tres puertas de los ascensores y por unos momentos pienso en tomar uno de los normales, pero para mi desgracias las instrucciones no llegaron a indicarme el nivel en el que debo dirigirme.  

Tomo dos respiraciones profundas, paso el plástico por el lector las puertas son abiertas dejándome ver la calle al otro lado, trato con todas mis fuerzas no pensar en que tan caótico y catastrófico es lo que estoy sintiendo por ascender viendo lo lejos q estoy del suelo, las puertas están a punto de cerrarse por lo que apresuro mis pasos hacia adentro, el infernal aparato no espera a que me ubique para darle la espalda a la parte transparente del elevador, por el temor a lo que está pasando ante mis ojos me quedo completamente congelada sin poder si quiera hacer el intento de cerrar los ojos, mi cerebro grita que lo debo hacer para que mi fobia no haga su camino desde el otro lado del túnel donde lo mantengo a raya, al otro lado de la luz, porque si llega a pisar una solo centímetro de oscuridad va a brotar con fuerza. 

Veo con atención como poco a poco el edificio que se encuentra frente se hace pequeño al igual que los carros que circulan, el árbol que se encuentra plantado en la jardinera, mi corazón se acelera dentro de mis costillas haciendo que mi respiración falle, haciendo que mi cerebro olvide realizar la acción de inhalar y exhalar, mi cerebro les grita a cada uno de mis instintos que debo de regresar, el ver como el suelo se aleja de mis pies, el ver como el color del cielo se va haciendo mucho más presente en el paisaje, el color blanco que estoy acostumbrada a verlo a cientos de miles de metros de distancia en esta ocasión se siente tan cercanos que incluso mi cerebro los procesa a milímetros de mis ojos. 



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En el texto hay: amor, amistad celos y lagrimas

Editado: 27.04.2021

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