Seamos Un Cliché

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Mi pequeño Nicolás nació en diciembre.  Cuando lo inscribimos en el registro civil, Klein me pido matrimonio y nos casamos ahí mismo cuando estábamos inscribiendo a Nicolás con su apellido, claro, él ya tenía todo planeado.

Ante la ley estábamos casados pero a finales de enero lo celebramos realmente con la familia, siempre imagine mi boda enorme, llena de invitados en el hotel más lujoso que pudiera existir. En cambio fue en la playa y solo estaban mis padres, mis suegros, nuestro hijo y la persona que nos casó.

Y fue espectacular, no necesitaba a nadie más, solo nosotros comenzando una familia. Para Klein solo hacía falta Jenny, no la culpo por no venir, le hice mucho daño, le insulte, humille y maltrate por mucho tiempo, mucho antes de Peter, entiendo que no quiera confiar en mí, yo tampoco lo haría en su lugar, pero hare que eso cambie quiero que Klein sea feliz por completo.

—Un día me dijiste que le temías al agua.

Nuestra luna de miel constaba en la primera noche solos en un pequeño hotel para turistas, es hermoso, mientras nuestros padres cuidan de Nicolás y el resto de los días en la casa de la playa, no podía pasar tanto tiempo lejos de él, soy la única que puede alimentarlo.

Nuestros padres estarán en la ciudad, donde nosotros los seguiremos cuando entremos a clases.

—Así es —acomodo bien a Nicolás que esta sobre un pequeño colchón cubierto por una sombrilla en medio de nosotros en la playa.

—Pero vienes de vacaciones a una casa en la playa —dice riendo casi con burla.

—La playa no significa solo el mar, también recostarse en la arena para tomar sol y atraer chicos —lo miro unos segundos.

—¿Con que atraer chicos? —pasa por sobre  Nicolás hasta recostarse sobre mi.

Por suerte no había muchas personas, era casi hora de almuerzo.

—Sí y mira que me resulto muy bien, estoy casada.

Me besa en los labios y después a mi cuello, una mano a un lado de mi cabeza para sostenerse y la otra acariciando mi cintura.

Todo un espectáculo público.

—¿Te parece si vamos a dormir a Nicolás? —susurra mordiendo el lobulillo de mi oreja.

—Nicolás no duerme a esta hora, aunque lo intentáramos por horas.

—Es un niño muy activo —continua con sus besos y sus manos cerca de mi bikini.

¿Recuerdan que una vez les dije como era el cuerpo de Klein? Sin ningún cuadrado en su abdomen y era casi pálido, pues ahora los tiene, pero lo justo y lo necesario como le gusta a él y el sol de playa le ha hecho muy bien. Aclaro que no fue idea mía si no de el, a mí no me importa como es su físico, pero si acepto que me encanta ¿A quién no?

En cambio yo, después de tener a Nicolás tengo algunos kilos de más, lamentablemente algo difícil por no decir imposible de evitar, espero poder hacer algo de tiempo para bajarlos con ejercicios. Tengo  rutinas de ejercicios pero con Nicolás va hacer complicado, sumado a los estudios.

Lo que si cambie fue mi cabello, ya no soy rubia, quería un cambio así que volví a mi color origina, castaña. El más feliz es Klein dice que así me veo más natural y hermosa.

Escuchamos a Nicolás se quejarse así que Klein se arrodilla a un lado de mi. Estiró mis brazos y tomo a Nicolás en Brazos. Klein se sienta detrás de mí pasando cada pierna a un lado, me abraza y deja un beso en mi cuello.

—Aun me debes un favor —le digo.

—¿Un favor? -—apoya su cabeza en mi hombro y con una mano juega con los deditos de Nicolás.

—Tú debes sonreír y yo dejare de sonreír —imito su voz.

—Yo no hablo así —dice ofendido— .... Ya lo recordé ¿Qué quiere mi esposa que le cumpla?

—Sin importar que pase, quiero que siempre recuerdes qué Nicolás es más tuyo que de Peter, puede que lleve su sangre pero en mi corazón es tuyo.

Me abraza con fuerza y pude sentir como sonrie.

—¿Juntos hasta la muerte? —me dice.

—Eso, es un cliché.

—Es nuestro primer cliché.

—Juntos hasta la muerte, te amo —le sonrió y le dejo un beso en el cuello.

—Te amo... Y a ti también campeón.

Soy la mujer más afortunada de todas.

....

—¿Cuántos hijos quieres tener? —le pregunto.

Era temprano, por eso seguíamos acostados aunque con mucho sueño, Nicolás se despierta cada ciertas horas a llorar como si su vida dependiera de ello.

—Siempre he querido tres, pero como tenemos a Nicolás, dos.

—Yo también quiero tres, otro niño y una niña... Si aún quieres tres, propios me refiero, sabes que te los daría ¿No?

Me sonrie y me acerca más a él rodeándome con su brazo en mi cintura.

—Sí, no te preocupes, por cierto ¿Cuando me los darás?

—Nicolás es aún muy pequeño, yo esperaría hasta que cumpla dos, pero como aún estamos estudiando será cuando terminemos la carrera.




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