Todo estaba listo, las maletas hechas y las cajas con nuestras cosas en el camión que nos llevaría devuelta a la cuidad.
He estado nerviosa toda la semana, una vez le dije a Klein que me ayudara hace una mejor persona, he estado trabajando en ello y ahora solo me siento culpable por el daño echo a muchas personas en la universidad, se comportaba como una idiota sin motivo alguno, nisiquiera los conocía o sabía sus nombres.
Klein, al venir por mí, siempre mantuvo en su mente volver a la ciudad y seguir con sus estudios, yo me negué al principio prefería seguir en mi pequeño mundo en esta casa en la playa, pero mientras más lo hacía, mas culpable me sentía, es por eso, a pesar que Klein me dijo que no era necesario volver a la misma universidad no estuve de acuerdo. No seguiré huyendo.
—¿Lista? —me abraza por la espalda.
—Si —suspiro.
—Todo saldrá bien.
—¿Por qué mi esposo siempre es tan positivo?
—Porque soy lo mejor de lo mejor.
—¿Desde cuándo te alabas a ti mismo?
—Desde que te conozco —besa mis labios.
—¿Debo tomarlo como un cumplido?
—Si —vuelve a besarme.
Y yo no me hago de rogar jamás por sus besos.
Klein subía la última maleta al auto y yo sentaba a Nicolás en su sillita, dejo un beso en su frente mientras él duerme y rodeo el auto hasta sentarme de copiloto.
—De vuelta a la realidad —le digo nerviosa.
—Los sueños no duran para siempre Jade, pero siempre estarán para nosotros.
Me levanto un poco de mi asiento y me acerco a él para besarlo.
—Me vuelve loco cuando me besas así —dice en mis labios.
—¿Así como? —vuelto a besarlo.
—Con amor.
—Nunca abandones lo cursi, me encanta.
Como aún no podemos del todo mantener a Nicolás por nuestros propios medios, pues estudiamos y con lo que gana Klein en su trabajo del fin de semana. En vez de gastar dinero en el departamento de Klein, que por cierto solo tenía una habitación, mejor aceptamos la oferta de mis padres y vivir con ellos hasta que podamos sustentarnos.
—¿Mañana iras a visitar a Jenny? —le pregunto mientras amamanto a Nicolás sentada en el sillón con él a mi lado.
—La he estado llamando todo el día, pero no me contesta —dice decepcionado.
—Lamento tanto eso, es mi culpa.
—No es así jade —lleva un mechón de mi cabello detrás de mí oreja.
—Si lo es y lo sabes, haré que eso cambie te lo juro, aunque deba pedirle perdón de rodillas.
—No tienes que hacer eso.
—Debería, la humille tantas veces, a ella y a otras personas que siento vergüenza de mi misma.
—Ya no eres así.
—No, pero ellos no lo saben... Y es justamente lo que les voy a demostrar, enmendare todos mis errores, quiero que Nicolás se sienta orgullo de mí y tu igual
—Estoy orgulloso, no sabes cuánto.
Al final Klein no fue a ver a Jenny, en mi opinión tiene miedo que le cierre la puerta en la cara, una es que te rechacen por celular y otra es en persona.
—Jade —susurra en mi oído— Jade —lo dice cantado.
—No quiero —bostezo— Tengo sueño, ve tú. Nicolás no me dejó dormir.
—Levántate, se que puedes, tu mamá ya está levantada.
—¿Por qué mi mama ama madrugar?
Creo que jamás podré pagar lo que ellos hacen por mi, no tenían ninguna responsabilidad por esa pequeña niña que perdió a sus padres. Sé que amaron a mis verdaderos padres, pero aún así pudieron cuidar de mi de otra forma, en cambio me criaron como a Katherine, su verdadera hija.
Cuando ella falleció, todo cambio, Kat era muy alegre, tenía esta magia de lograr sonreir a las personas. Mamá no deseba levantarse de la cama y papá uso su trabajo para despejar su mente y yo veía como todo se desmoronaba. Ellos estaban mal pero aún así intentaban no latimarme sin lograrlo realmente, su dolor era muy grande y yo lo entendía completamente. Por eso, tome la decisión de levantar a mis padres y hacerlos sonreir tal como Kat, ella siempre me hacía reír cuando recordaba a mis padres.
....
—Klein —apoyo mi mano sobre la suya que esta sobre el volante.
—¿Qué?
—Te amo.
—Te amo preciosa.
Fuimos en silencio todo el camino a la universidad, estábamos tan nerviosos que no sabíamos que decir, todos los ojos estarán sobre nosotros, aunque eso no me molesta ya que siempre fui el centro de atención, pero esta vez ya no son por las mismas razones... Temo volver hacer la misma de antes, usar mi actitud como un escudo, un modo de defensa contra otras personas.
—Llegamos —me dice.
A pesar del nerviosismo y el miedo, estoy feliz de estar de vuelta.
—No se lo podrán creer.
—Seremos la novedad del día —dice riendo.
—Lo seremos —me acerco y junto nuestros labios— Vamos a lucirnos.
—Vamos.
El baja y ya noto una que otra mirada de quien nos reconoce, rodea el auto, abre mi puerta y me ofrece la mano para bajar.