Seamos Un Cliché

8

No dejo de dar vueltas de un lugar a otro en el estacionamiento, Klein debe de venir en camino con Nicolás, puedo soportar que me digan de todo y que me observen como quieran, pero con mi hijo no. Además, Peter lo vera ¿Se acercara a verlo? ¿Querrá tomarlo?... ¿Le importara siquiera?

—Ahí viene —me digo a mi misma al ver su auto.

Al verme me saluda con la mano y estaciona el auto, apenas se detiene me acerco a Nicolás y lo observo a través del vidrio mientras duerme en su silla.

—Todo estará bien —Klein me abraza por la espalda.

—Eso no lo sabes... Mejor me lo llevo a la casa, dame las llaves –—giro y extiendo mi mano.

—Jade no huyas, sabíamos que habrían días donde tendríamos que traerlo.

—No quiero que le hagan daño.

—No lo voy a permitir, confía en mí.

—Lo hago —o abrazo y escondo mi rostro en su pecho— Dudo que Peter se acerque a nosotros, pero Chloe si lo hará, de eso estoy segura, no dejes que se acerque a él por favor.

—Nadie le hará daño a mi hijo Jade ¿Me entiendes? Nadie.

Estuvimos así unos segundos más, nos besamos y abro la puerta.

—Trajiste el gatito —digo contenta y tomando a Nicolás en mis brazos.

—Le encanta, es su favorito.

—Por supuesto, tú se lo regalaste —dejo un beso en sus labios.

—Me lo llevare yo a clases primero ¿Que dices?

—Sí, está bien, solo ten cuidado.

—Lo tendré, usare esa cosa que se amarra al cuerpo y para el almuerzo usamos la silla de mano.

Río por su forma al referirse a los porta bebes y asiento.

Una vez que Klein acomoda bien a Nicolás en su pecho cubro su carita. Klein toma mi mano y la otra la apoya en Nicolás.

—Tranquila —dice antes de entrar al pasillo.

Detesto que murmuren entre ellos.

—Por favor Klein cuídalo muy bien.

—Nadie se acercara a el tranquila.

Dejo un último beso en la cabecita de Nicolás y uno en los labios de Klein antes de entrar al salón de clases.

...

—¿Peter viste las fotos?

—No debió haberlo traído.

—Ven, vamos a verlo —intento tirar de el, pero me es imposible, más cuando no pone esfuerzo alguno en seguirme— Peter es tu hijo.

—Lo sé.

—Si lo sabes ¿Por qué no te has acercado a verlo?... He intentado convencerte de todas las formas posibles para que estés en la vida de ese niño pero tú te has negado... Peter —tomo su cara entre mis manos— Tú no eres como tu padre, no serás como él. Pero si lo abandonas ahora entonces si lo serás.

—Ese niño está mejor sin mí, Klein es su padre no me necesita.

—¿Quieres que otra persona crie a tu hijo? ¿Harás lo mismo si yo quedo embarazada? ¿Me abandonaras?

—No —responde rápidamente— Claro que no, yo te amo, jamás lo haría.

—Pues no te creo, No dudo que me ames, pero... Si le estás haciendo esto a ese niño quien no tiene la culpa de nada ¿Qué pasara más adelante? Te amo Peter pero no deseo estar con alguien que es capaz de abandonar a su hijo.

—Jenny...

—Iré a verlo, Klein lo tiene en este momento, está en el edificio D por si cambias de idea.

Espero a Klein un par de minutos hasta que sale con un pequeño bulto pegado a su pecho.

—Hola —le digo e intento asomarme para ver al pequeño Nicolás.

—Hola ¿Quieres tomarlo?

—No creo que a Jade le agrade.

—Anda.

Después de unos movimientos para sacar a Nicolás del porta bebe me lo entrega.

—Pero si es tan pequeño.

—¿Tiene un cierto parecido a Peter no crees?

—Si bastante... Me encantan los bebes —lo apego a mí.

—¿Vendrás a cenar algún día?

—No se Klein, quiero hacerlo, pero quiero que Peter también valla y solucionemos todo esto de una vez por todas.

—No puedes esperarlo por siempre, por más que intentes convencerlo debe ser el quien se decida.

—Se está perdiendo las etapas más hermosas de la vida de Nicolás y lo peor es que lo sabe pero no hace nada al respecto.

—Lo hará tarde o temprano sucederá.

—Espero sea temprano.

Caminamos un rato más hasta que Jade aparece en nuestro camino.

—Toma —le digo a Klein.

—No quiero —presura el paso hasta Jade quien también camina hacia nosotros.

—Hola Jenny.

—Hola... Tenía curiosidad de cómo era —se lo ofrezco pero no hace el intento de tomarlo.

—No es necesario, eres la mejor amiga de Klein por ende su tía.

—¿Tía? —quedo sorprendida.

—O madrastra si así lo prefieres —dice con algo de burla y cruzando sus brasos.

—No lo había pensado —rio— Prefiero tía si no te molesta.

—Claro que no y gracias por tener interés en él.




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