Secbra - Desterrados 1 -

Capítulo 1

Se apearon de la cápsula a las puertas de la Academia. La fachada del edificio estaba cubierta de vegetación para incrementar la producción de oxígeno. El verde de ésta brillaba de forma rabiosa debido a los rayos de sol.

—No pienses que me he olvidado del asunto de Facebook —dijo su hermana, interrumpiendo sus cavilaciones—. No me digas que sigues con la estúpida idea de ocultar tu verdadero nombre.

—No es una idea estúpida —se defendió ella—. Es la única condición que le puse al director de la Academia. Por eso, ni tú ni yo podemos tener nuestro Facebook activado aquí. En este lugar mi nombre es Ashling Barrott y no hay más que hablar. El director no ha tenido ningún problema con mi condición.

Kara soltó una risotada.

—Simoine Lozis te hubiera cedido su cama y dado un masaje en los pies si se lo hubieras propuesto como condición.

Lozis era el director de la Academia para portentos informáticos de Noé, y llevaba tiempo rogándole a Ash que se matriculara en su escuela.

—Por favor, Kara. Déjame hacer esto a mi manera.

Su hermana suspiró, dándose por vencida, y avanzó hacia las enormes puertas de la Academia.

Las puertas no eran automáticas, respetando el principio de ahorro de energía. Noé era una colonia Naturalista, y según los naturalistas, a uno no le costaba nada abrir una puerta, como para malgastar energía utilizando versiones automáticas.

Era pesada y extrañamente cálida por la acción de los rayos de sol sobre la superficie. Su corazón latía con fuerza y notaba como la sangre corría por sus venas.

—No te encojas. ¿Aún te duele por la operación o es que quieres esconderte del mundo?

Ash pestañeó e imitó la postura de su hermana, que le había enseñando cómo sacar pecho y levantar la cabeza con un orgullo que no sentía.

—Aunque no quieras compartirlo con nadie más, no olvides nunca quién eres.

—¿Por qué sonríes así? —le preguntó a su hermana, al ver la cara de bobalicona con que la estaba mirando.

—Te voy a echar mucho de menos.

—¿Por qué no te vienes a vivir a Noé? Quizá alguna familia pueda acogerte como estudiante. En la Tierra se hacía, ¿verdad?

Kara sacudió la cabeza.

—No hay sitio para mí en Noé.

—No quieres abandonar Pentace por esa soldado —insinuó Ash, divirtiéndose al ver el sonrojo en las mejillas de su hermana. Uno de los inconvenientes de ser pelirroja.

—No sé de qué estás hablando.

—Vamos, la he visto salir de tu habitación —aseguró—. ¿No tiene una casa en Noé?

Kara pareció mortificada por un segundo.

—Sí. Una casa, y un novio también.

—¡Kara! —protestó Ash, sin poder creer lo que oía.

—Es complicado, ¿vale?

—¿Así que pasa seis meses de permiso en Noé con su novio y seis meses contigo en Pentace?

No daba crédito. Mientras que su vida sentimental era menos que nula: bajo cero, otras, por ahí, estaban viviendo dobles romances.

—No me juzgues con esa mirada de madre superiora. No sabes lo que es... —Se detuvo y de pronto sonrió—. Pero a partir de hoy vas a estar rodeada de muchachos. Veremos cómo de fría te mantienes.

 

El vestíbulo de la Academia era amplio y muy alto. Paredes y columnas blancas sujetaban un techo que solo se extendía por el centro, dejando los laterales ocupados por cristales, que permitían la entrada de la luz del sol ficticio. El vestíbulo era un eje central del que partían varios pasillos, igual de amplios y luminosos. Y en el lado opuesto a la puerta principal por la que habían entrado, se extendía una hilera de puertas de cristal que daban paso a un jardín.

Ash caminó como una sonámbula hacia el jardín, y Kara no intentó detenerla. Quizá porque entendía que, siendo la primera vez que veía uno, su reunión con el director Lozis podía esperar.

El jardín era lo suficientemente grande como para no poder abarcarlo todo a un golpe de vista. Ash se dispuso a avanzar para recorrerlo cuando sintió algo tocando su pierna. Bajó la mirada, desconcertada, y no pudo evitar soltar un grito de sorpresa cuando vio lo que era. Un gato blanco y delgado que se estaba frotando contra su pierna.

Ash se agachó lentamente y contuvo la respiración para tocarlo. Su mano se paralizó a mitad de camino. Nunca había tocado ni visto a ninguna criatura diferente al ser humano. No sabía cómo sería para el gato el hecho de que ella lo tocara. ¿La mordería?

Sin embargo el gato, al ver la mano extendida de Ash, movió su cabeza para frotarla contra esta.

—Tábata —gritó una voz, sacándola de su ensimismamiento.

Sin apartarse del gato, miró hacia arriba para ver de dónde provenía la voz. Una chica se acercaba corriendo hacia ellas.

—Tábata, no molestes —dijo la joven, respirando entrecortadamente al pararse delante de ellas—. Lo siento, es muy pesada. Incluso con extraños.




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