IV FIESTA FAMILIAR 1

• Eloísa

Cuando Alberto me entregó el anillo que le encargué a mi primo Jorge, la primera imagen que se me vino fue el ponérselo estando las dos vestidas de blanco, de novias. Mientras Camino se iba arreglando me las ingenié para cambiar las joyas, por llamarlas de alguna forma, no porque fuesen mal diseñados sino porque eran de bisutería barata, si consiguiera que estuviésemos juntas para el resto de nuestros días, hablaría con Jorge para que me hiciese una copia buena de esas “joyas”. Poco después pasé por las manos de su cuñada para arreglarme el pelo necesitaba sentirme maravillosa.

Cuando terminaron de arreglarme me fui para ponerme la blusa muy cerrada por delante y con una abertura abismal por la espalda, una falda estampada con flores moradas, unos zapatos morados y una cartera negra Una sencilla garantilla junto con sus correspondientes pendientes era la única joyería que llevaría. Sé que a mi madre que no utilice las joyas familiares le molesta mucho, así que para que se dé cuenta de que no la necesito para nada lo hago. Esperé un poco para ver a Camino, casi me caigo al suelo al verla salir de mi dormitorio, donde Alberto hacia su magia tanto conmigo como con mi becaria, ojalá pudiese ser algo más que mi becaria.

Camino: (Dios, acabo de subir al cielo, sin necesidad de ir a la funeraria dentro de una caja…) “Está… muy… elegante Srta Eloísa…”

Eloísa: (Estoy delante de un ángel y es solo mío…) “No uses el Srta Eloísa. Tutéame somos novias (Ojalá fuese en realidad) y debemos tenernos la suficiente confianza la una en la otra…”

Camino: “De acuerdo… Eloísa… (Señor que bien me suena eso de Eloísa) me gusta así… cari”

Me estaba diciendo cariño y yo estaba totalmente licuada, era un puto charco en el suelo. Le cogí la mano y sin pensármelo dos veces la besé.

• Camino

Cuando sentí sus labios sobre los míos, hice algo de lo que no me arrepentí en ese instante, luego quizás sí. Pero en ese momento era la persona más feliz del mundo. Tenía a la mujer que amaba entre mis brazos y la estaba besando, mi lengua, tan juguetona ella, entró sin pedir permiso dentro de su boca y comenzamos una danza que nos falto poco para acabar desnudas sobre la alfombra.

Camino: “¿Y mis joyas?”

Eloísa: “Te pones las que te he dejado en la cómoda. Las “tuyas” eran bisutería de la mala, muy buen diseño pero mala calidad. Le he pedido a uno de mis primos que hagan una copia pero con materiales nobles…”

Camino: “¿Este anillo?”

Eloísa: “Es nuestro anillo de compromiso…”

Cuando escuché esas palabras en la dulce voz de Eloísa, sentí que mi corazón salía disparado a correr los cien metros lisos en menos de cinco segundos. Ojalá fuese verdad, eso del anillo de compromiso. El camino hacia la fiesta de su familia fue en un silencio muy cómodo, ella me miraba de vez en cuando, pero yo la tenía en mi campo de visión todo el rato, al cabo de un rato llegamos a una mansión, porque calificarla de casa era un insulto. Aún no estábamos delante de la puerta de la mansión cuando detuvo el coche.

Eloísa: “Tengo que confesarte una cosa, mi familia… mi padre es D. Víctor Rosales de Uría… y mi nombre es Eloísa del Carmen Rosales de Castro…”

Camino: “Entonces… usted… usted… usted es…”

Eloísa: “Sí soy la rica heredera por la que se pelean tantas y tantas familias aristocráticas, además de ser la futura presidenta de nuestra empresa…”

Camino: “Entonces ¿Carolina…?”

Eloísa: “Verás Ramiro es el Presidente Ejecutivo, cuando yo asuma la Presidencia, Ramiro será el Vicepresidente I, uno de mis colaboradores más cercanos… pero deseo que tú seas mi mano derecha, sea como gerente o sea como Presidenta.”

Sin pensar le dije que sí que me convertiría en su mano derecha, aunque fuese nada para ella, al menos la tendría cerca de mí, me encantaba estar cerca de ella, aunque sea como su empleada de confianza. Después entramos en la mansión, allí empezó a presentarme a un montón de gente, hasta que llegó alguien acompañando a otro que me dejó fuera de juego.