Secretaria

VI FIESTA FAMILIAR 3

  • Eloísa

Después de la charla con mi padre llegaron mi madre y Camino, la pobre tenía los ojos a punto de llorar, contenía las lágrimas de una manera increíble. Mi padre habló con mi madre y ésta me hizo salir de la habitación. Me hubiera gustado estar presente en la charla.

Carmen: “Carmeli, ¿podemos hablar un minuto?

Eloísa: “Pues claro, ¿ocurre algo?

Carmen: “¿Estás segura de querer a esta chica?

Eloísa: “No mamá. Estoy segura de amarla, que no es lo mismo. Quisiera compartir con ella el resto de mi vida, y también os necesitaré pero si os oponéis, me iré con ella…

Carmen: “¿Desde cuándo sabe que eres la heredera más deseada de este país?

Eloísa: “Un segundo antes de entrar en la fiesta…

Carmen: “Yo no supe quien era realmente tu padre, hasta que después de haber entrado en mi casa, y me llevó a la suya. Entre un hecho y el otro pasaron ocho meses y creo que debo darte un margen de confianza. A la chica no la conozco, pero parece buena…

Eloísa: “Es más que eso, sabes ha descubierto que alguien nos está estafando, y ha resultado ser su propio padre. Ahora se prepara mentalmente para enfrentarse, en una situación rocambolesca, a él como su Jefa…

Carmen: “Te voy a decir algo, esa situación la va a estresar más de lo que te imaginas, procura estar a su lado, yo, al menos, lo intentaré ahora que me lo has contado…

Esas palabras de mi madre me dejaron sorprendida, ella fue la que más me insistió en que me debía casar con mi amigo Daniel. Ella era la que más me insistía en que debía superar esa fase en la cual, según decía, me gustaba conocer mejor mi propio cuerpo a través de otro cuerpo similar al mío, y ahora aceptaba, no creo que de buena gana, que yo era lesbiana. Que los hombres no eran para mí, estuvimos luego hablando de cosas sin importancia, en esos momentos era la mujer más feliz del mundo, mis padres, por fin, habían aceptado mi homosexualidad. No tardamos en llegar hasta Daniel y Mariela, junto con sus padres parece que al final han aceptado la situación que se había creado. Poco después llegaron mi padre y mi novia, con todas las letras, nos pusimos los ocho en fila, cada uno con su pareja. Mi cuñada Mariela con Daniel, sus padres, los míos y en el otro extremo, Camino y yo, mientras pensaba en cómo pasar la noche con ella cuando mi padre tomó la palabra.

Víctor: “Buenas noches amigos. Supongo que por vuestras caras estaréis pensando que algo gordo va a pasar hoy aquí. Y así va a ser, pero no va a ser lo que se rumoreaba por ahí, no va haber una boda concertada entre dos familias. Se va a proceder al inicio de unas conversaciones para que dos familias puedan preservar su patrimonio, sé que algunos han venido pensando en la posibilidad de un matrimonio concertado entre nosotros, eso no va a ser posible, y que el interesado diga las razones de eso. Vamos a unir nuestras empresas en una Corporación, al estilo de la Campoviejo-Salvatierra, cuyas máximas representantes tenemos el honor de tener entre nosotros hoy, ahora le cedo el turno a mi amigo Adolfo.

Adolfo: “Gracias Víctor por tus amables palabras me gustaría anunciar el compromiso de mi hijo Daniel con la Señorita María Isabel de Villegas, también debo decir que quien encabezará el equipo negociador será la pareja aquí presente por nuestra parte. Las conversaciones se iniciarán cuando la empresa de mi amigo Víctor haya realizado su convención anual, es por eso que hemos decidido esperar a que se haga vuestra convención para que nombréis ese equipo…

A partir de ese momento los flashes se centraron en Mariela y Daniel, mis padres y los de Daniel estaban encantados con la nueva situación, lo que permitió que Camino y yo nos quedásemos en un discreto segundo plano. Me disculpé con los padres de Daniel y con los míos, y nos fuimos Camino y yo hacia la parte preferida de la casa de mis padres, el rosal. Éste se situaba bastante alejado de la zona de la fiesta íbamos hablando de cómo se había desarrollado el evento hasta que llegamos a la zona que me gustaba. Estábamos, literalmente, rodeadas de rosas, lo que tenía en mente creo que le iba a enamorar, aunque, hay que decirlo, era un flan de los nervios que tenía.

Eloísa: “Por favor Cami, siéntate, quiero decirte algo y no sé cómo hacerlo si estás de pie…

Camino me hizo caso, la cara era de presentir o sospechar algo, el qué no lo sabía pero sí que su vida ya no sería igual.




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