Secretaria

XXVI LA DOBLE BODA II

Esther

Sandra:           “Raúl cuantas veces tengo que…

Esther:                        “Vamos a ver Raúl, ¿tu quieres que yo sea tu otra mamá?”, le pregunté al niño e interrumpiendo a su madre.

Raúl:               “Es que mi papá fue malo con mi mamá y no quiero a ningún papá para que le haga pupa a mi mamá… sólo el abuelo Paco es bueno con mamá, mis titas y mis primos… por eso quiero que seas mi mamá…”, me dijo compungido y algo se removió dentro de mí.

Esther:                        “Pues de acuerdo seré tu mamá…”, y el niño empezó a saltar de alegría, “… siempre y cuando nos hagas caso a mamá Sandra y a mamá Esther… ¿trato?

Raúl:               “Trato”, y me dio la mano y se la estreché.

            Llamé a Lorena y le dije que me había surgido una pequeña complicación que me había hecho cambiar de habitación que nos veríamos en las ceremonias. Cogí mis maletas y me encuentro con que Caro había cogido una de mis maletas por error, así que después de ir a nuestra habitación me llevé la de Caro y me presenté en la suya.

Lorena:           “Vaya aparece la novia fugitiva, en dónde has dejado a tu pequeño admirador…

Voz:                “Es mi mamá no te metas con ella.”, dijo muy seria la voz.

            Cuando nos giramos vemos las tres a Raúl, con la cara de enfado, y les veo cara de sorpresa con lo que el niño ha dicho.

Esther:                        “Os lo presento este caballerete de aquí se llama Raúl, y me ha convencido para que me convierta en su otra mamá. Y estas Señoritas de aquí son Lorena y Carolina, compañeras de estudios y trabajo mías, así que discúlpate con ellas porque siempre están de broma conmigo ¿vale?

Raúl:               “Vaaale. Perdonadme.

Carolina:        “No hay problema, si mi amiga Esther es tu otra mamá tú tienes que ser amigo mío también… y de Lorena que no se me olvide.

            Mientras entreteníamos al pequeño diablillo, me siento muy a gusto cuando estoy con él y su madre, no puedo evitar sonreír cuando recuerdo a Sandra con su pequeño diablo, cuando Carolina llegó con mi maleta.

Carolina:        “No será el pequeño Raúl el afortunado que te provoca esa sonrisa…

Esther:                        “El es una de las causas… la otra, no sé porqué, es su madre.

Carolina:        “En cualquier momento me puedes llamar para hacer de canguro, y sobre lo otro, lánzate a la piscina y no mires a ningún lado solo a tu bella compañera.”, y me guiñó el ojo.

            Regresamos a nuestra habitación, mientras el pequeño se puso delante de la tele yo me topé con Sandra, la cual estaba desnuda, y la escaneé bien escaneada.

Sandra:           “¿Qué te pasa? ¿Nunca has visto a una chica desnuda en los vestuarios?

Esther:                        “He visto a muchas chicas desnudas y en ropa interior… pero como tú ninguna… eres la mejor y más bella que la mejor obra de arte del mundo. Toda tú eres una joya”, totalmente embelesada por lo que estaba viendo.




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