Secreto Oculto (un Sangriento y oscuro pecado)

CAPITULO 2.- ¿ENTONCES SI EXISTEN LOS PECADOS?

Esa voz profunda que me habló, junto con la mano que sostuvo mi cintura, me hicieron sentir el mismo pequeño escalofrío que había experimentado esta mañana. Esa simple pregunta hizo que todos mis pensamientos se desvanecieran y despertó en mí una curiosidad inmensa.

Me giré lentamente para observarlo y me puse a contemplar ese rostro cautivador, admirando cada detalle, cada accesorio que adornaba su figura. Su vestimenta, negra como la noche, contrastaba con su cabello color cobrizo y sus ojos ámbar rojizos, que parecían brillar con una intensidad casi sobrenatural. Todo en él era único, como si fuera una presencia de otro mundo.

Nuevamente escuché la misma pregunta, que resonó en el aire con una claridad inquietante:

—¿Te encuentras bien, Lía?

Mi cuerpo reaccionó de inmediato, y antes de que pudiera procesar completamente la situación, un simple "sí" escapó de mis labios, casi como un susurro.

Momentos después, él soltó mi cintura con un movimiento delicado y se alejó rápidamente en dirección a la sala VIP donde había estado antes. Mi curiosidad se vio impulsada por el deseo de saber cuál era su nombre. Sin pensarlo dos veces, mi cuerpo siguió automáticamente la misma dirección en la que él se había dirigido.

Al aproximarme a la sala, me detuve y me tomé un instante para observarla a través de la cortina que cubría la entrada. La sala VIP se distinguía por una atmósfera de lujo y exclusividad que me intrigaba aún más. Respiré profundamente para calmar la agitación en mi pecho y di un paso firme hacia adelante. Al abrir la cortina con delicadeza, esperaba encontrarme con él, pero, para mi sorpresa, mi vista se encontró con dos rostros adicionales que también estaban en la sala.

El primer rostro que captó mi atención fue el de un chico que ocupaba el centro de la sala. Estaba sentado con las piernas cruzadas de manera elegante, y su mirada era a la vez fría y penetrante, pero con una intensidad seductora. Vestía un traje negro que hacia resaltar su hermoso cabello platinado y sus intensos ojos azules. Por un momento, me recordó a Satoru Gojo de Jujutsu Kaisen por la singular combinación de sus ojos y su cabello, lo que le daba un aura de misterio y sofisticación. Sin embargo, algo más captó mi atención y me hizo desviar la vista.

Dirigí mi mirada hacia el segundo rostro, el del chico que estaba sentado a la izquierda del primero. Tenía una expresión de interés genuino y curiosidad en su rostro, pero su postura relajada sugería una comodidad natural en el entorno. Llevaba una vestimenta más casual, que contrastaba con la formalidad del traje del chico del centro. Sus ojos color miel tenían un brillo cálido y sereno que transmitía una paz contagiosa, mientras que su cabello castaño claro, ligeramente despeinado, caía en ondas suaves sobre su frente. Todo en él parecía cuidadosamente estudiado para proyectar una imagen de frescura y elegancia casual, como la de un actor de telenovelas, haciendo que su presencia fuera igualmente notable y atractiva.

Por último, mi vista se dirigió hacia él. Estaba sentado en un rincón más apartado, con una postura encorvada que lo hacía casi pasar desapercibido. La inclinación de su cuerpo y la sombra proyectada por su posición dificultaban la visibilidad de su rostro. A pesar de la oscuridad que lo envolvía, su piel pálida parecía reflejar una luz tenue, como si emanara una luz propia. Su palidez contrastaba con todo ese entorno sombrío, haciendo que sus ojos color ámbar rojizo brillaran intensamente en toda esa oscuridad.

—Vaya, vaya, amigo, trajiste a una chica encantadora —exclamó Zack con una sonrisa amplia y un tono entusiasta.

—¿Qué te trae de visita por aquí, cariño? —preguntó, sosteniendo una copa de vino con una mano de manera casual, como si la pregunta fuera una mera formalidad.

Mi cuerpo se tensó al instante, sintiendo un ligero nudo en el estómago ante la pregunta inesperada. No estaba segura de cómo responder, y mi silencio pareció alargarse interminablemente. Antes de que pudiera formular una respuesta, una voz profunda y autoritaria interrumpió la tensión en el aire. Era Jeff, quien habló con un tono firme pero controlado.

—Zack, tranquilízate.

—Jeff, ¿qué pasa, hermano? Solo le hice una simple pregunta. ¿Por qué te pones así? —replicó Zack, frunciendo el ceño mientras giraba su mirada hacia Jeff. Con una sonrisa juguetona.

En ese momento, una tercera voz se unió a la conversación, aportando un aire de tranquilidad. Era Hunter, cuya presencia imponente y aire de autoridad parecían suavizar el ambiente.

—Ustedes dos, cálmense. No son unos niños para estar discutiendo así.

—Vamos, Hunter, ¿por qué tienes que arruinar este hermoso momento? —le dijo Zack, con un tono de diversión—. Vas a espantar a esta belleza.

Quise salir de allí, pero una mano firme me detuvo con suavidad, dejándome caer en el sillón que se encontraba a un costado. La fuerza con la que me sujetó no era brusca, pero sí lo suficientemente firme para asegurarse de que no pudiera escapar fácilmente. Zack me miró con una expresión juguetona y una sonrisa encantadora que iluminaba su rostro.

—¿Ya te vas tan pronto, cariño? Pero si aún no nos hemos presentado. Sabes, es de mala educación entrar a un lugar y no presentarte, ¿no crees? —dijo

Antes de que pudiera responderle, Zack continuó hablando, su voz sonaba como un maestro de ceremonias en una obra de teatro.

—Déjame presentarme —anunció con un tono teatral.

Se acercó a mí con elegancia, tomó mi mano con delicadeza y realizó una pequeña reverencia. El gesto me recordó a esas películas antiguas de la época victoriana, donde los príncipes hacían una reverencia ante una dama como símbolo de respeto y admiración. El movimiento fue elegante a la vez y con un aire de distinción.

—Soy Zack Nesta. Es un placer conocerte, cariño —expresó con una sonrisa y una mirada curiosa.




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