Secreto presidencial

3. Astor.

Capítulo 3

Astor

Creí tontamente que mi distracción sería Shannon. Después de haber terminado y permanecer tres años soltero, estaba seguro de que ella iba a poner mi mente patas arriba.

En su lugar, no puedo quitar la vista del niño que tiene sentado en las piernas. Tiene las mejillas regordetas y grandes ojos azules que no dejan de mirar de un lado para el otro haciendo preguntas a su madre, que ella responde en silencio. Definitivamente es mío, su cabello es del mismo tono del mío, su nariz es idéntica a la mía y tiene una marca de nacimiento en la mano izquierda que puede pasar por una quemada, pero yo tengo una igual.

—Mami… —Lo único que entiendo de su balbuceo es esa palabra, que me pone los pelos de punta cada vez que la dice.

Shannon y yo nunca hablamos de tener hijos, aunque ambos sabíamos que el otro quería una familia en algún momento de su vida. Que esto haya ocurrido de una forma tan repentina me pone muy nervioso.

¿Y si no soy lo suficientemente bueno para ese niño?

¿Y si estoy cometiendo un error al llevarlos conmigo?

Sacudo la cabeza, apartando esos pensamientos intrusivos. Voy a ser un buen padre, lo juro. Voy a equivocarme con frecuencia, pero los padres no son perfectos, solo tienen que darles amor y apoyo a sus hijos sobre todas las cosas.

Eso puedo hacerlo.

En eso, el niño gira la cabeza hacia mí y me atrapa mirando. No puedo apartar mis ojos de los suyos, tan iguales a los de su madre que me hace saltar el corazón, igual que lo hacían los de ella en el pasado. Me observa por unos minutos antes de sonreír, mostrando una hilera de dientes pequeños y brillantes.

—Hola —saluda y dice otras cosas que no entiendo.

—Está preguntando quién eres —aclara Shannon y un murmullo—. Te pido que no le digas nada fuera de lugar. Todavía no.

Ella no quiere que le diga que soy su padre. Su negativa me pone de mal humor, quiero que él sepa quién soy. Sin embargo, y por el bien del niño, me lo callo. Ya habrá momento para ello.

—Soy Astor —respondo al niño con una sonrisa—. ¿Cómo te llamas?

—¡Matt! —grita, alzando los brazos.

Su reacción a mi pregunta me tiene riendo. Es demasiado lindo para ser real. No importa cómo hayan sucedido las cosas entre Shannon y yo, este momento con mi hijo vale totalmente la pena. ¿Me hubiera gustado tenerlo desde el inicio? Por supuesto que sí, y es algo que no le voy a perdonar a Shannon. Pero tenerlo ahora conmigo me hace tan feliz que voy a dejar esa conversación para más tarde.

Matt se sacude en las piernas de Shannon y ella afloja el agarre de sus brazos sobre él, permitiendo que baje al asiento. Él se sienta en medio de ambos, mirándome a la cara.

Un palabrería incontrolable e inentendible empieza a salir de su boca y miro a Shannon cada dos por tres en busca de ayuda. Ella ahora está más relajada e intenta ocultar la sonrisa de burla que esta situación le provoca.

—Te está contando sobre la canción de una gallina que le gusta mucho.

—Oh, vaya. —No hubiera acertado nada de lo que creí que era—. ¿Quieres cantarla?

Matt asiente repetidas veces y se gira hacia su madre.

—¿Mami?

Ella le regala una sonrisa tierna que me ablanda un poco el corazón. Pero solo un poco, no olvido lo que ha hecho.

—Yo conozco una vecina que ha comprado una gallina… —canta Shannon y Matt la sigue, balbuceando cosas inentendibles de la canción.

No puedo apartar la vista de ellos mientras Matt se sube de nuevo al regazo de su madre y canta con la cabeza apoyada en su pecho. Es una imagen hermosa, una que me gustaría haber visto desde el principio.

Qué diferentes serían las cosas si hubiera sabido de Matt desde el momento en que Shannon descubrió que estaba embarazada. No estoy seguro de cómo habría combinado mi vida profesional, pero eso pierde importancia cuando algo tan bonito es lo que tiene mi atención.

Matt pasa a otra canción cuando esta acaba y rellena los espacios en silencio que dejamos su madre y yo. Esto parece surrealista, nunca creí que tendría hijos tan rápido, estaba más ocupado escalando en el aspecto político y dejé de lado las relaciones amorosas. Cuando pensaba en tener una familia, me imaginaba con una mujer sin rostro y un montón de niños corriendo en mi casa, pero tenía pensado hacer eso luego de acabar los primeros dos años de mi período presidencial.

Bueno, ahora esta situación ha llamado a mi puerta y voy a tomarla como algo bueno. Un hijo siempre es una alegría, sin importar que la madre y yo no seamos capaces de respirar el mismo aire sin sentir incomodidad o rencor.

El auto se adentra en mi residencia presidencial y avanza hasta los garajes subterráneos. Una vez se estaciona en uno de los espacios vacíos del garaje, me quito el cinturón y abro la puerta.

—No me voy a quedar mucho tiempo aquí, Astor —advierte Shannon cuando se encuentra conmigo luego de salir del auto—. Lisa me está esperando y…

—Y tenemos muchas cosas de qué hablar —la corto—. Te aseguro que yo también tengo un millar de cosas qué hacer y las estoy dejando de lado sin quejarme porque esto es importante. Me tiene sin cuidado tu vida ocupada, me ocultaste algo que debí haber sabido en el primer momento. No haces tú las reglas, Shannon, las hago yo a partir de ahora.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.