Secretos Arcanos (relatos de El Secreto de tu Magia) [1.5]

La insignificancia de la vida - Parte II

Cuando escuché su voz, sonaba genuinamente molesta y cuando le observo, efectivamente es como mirarse en un espejo. La única diferencia era que le distinguía un tenue aroma a tabaco. Krane abrió sus ojos grandes al mirarla sorprendido. No sabía si era porque la chica le había gustado o por algo más.

—Krane ha de estar contento, la fantasía de todo hombre son las gemelas —dijo Alonso a mi oído, pero inmediatamente le espanté. El avecilla invisible salió volando. 

Zach, nuestro amigo, también se vió incomodo al vernos a ambas en el mismo lugar. Tanto que pareció quedarse helado sin decir nada. 

—Viola creo que de…—intentó colocar una mano en mi hombro, sin embargo yo di un paso al frente.  

—Sra. Hunter solo vine acá a darle mi pásame y a… 

—No… —Fery pausó, su mano tembló y se veía dispuesta a buscar algo de su bolsillo y un simple cigarrillo cayó del suelo. Fue aquello, tan simple, lo que hizo que los ojos de la mujer explotaran en lágrimas, lacerándome el alma—. No deberías estar aquí. Y más cuando todo esto es tu culpa —fue cortante. Ella claramente intentaba minimizar sus sentimientos en ese instante, buscando la forma de convertir aquella tristeza en furia hacia mí—. ¡No puedo creer que tengas la osadía de venir hasta acá y darme la cara! Creo que soy educada al pedirte que te vayas. 

—Escucha, lo que pasó en un pasado no tiene que ver nada con esto… yo no… —Mi voz estaba por quebrarse, pues yo tampoco estaba del todo bien. 

—¿Crees que vivo anclada a eso? ¡No! Pero él no hubiera estado ahí —señaló al feretro—, de no ser por tí. 

Nadie hablaba, todos se concentraron en mirarnos a ambas, en especial a mí por no ser bienvenida en ese lugar. Los labios me temblaron.  «Su muerte no es mi culpa», repetí en mi cabeza una y mil veces mientras hacía todo lo posible por no romper en llanto frente a todos.

Avergonzada ojeé el lugar y miré a los presentes. Entre ellos estaba el pequeño hijo de Hunter. Sus ojitos me miraron asustados, quizás preguntándose porque una  persona tan parecida a su mamá, la ha hecho llorar. Y fue mirarle lo que me rompió por completo. Sentí un escalofrío en el cuerpo y mi garganta se tornó pesada, tanto que dolía ya aguantar más el llanto.  

No me importó humillarme y ponerme de cuclillas frente a ella para entregarle el cigarrillo que Fery había dejado caer accidentalmente. De manera un tanto sorpresiva, su mano temblorosa lo aceptó y sin importarle que estaba en un lugar público, lo encendió. De cierta forma eso parecía calmarla, tal vez porque con la sensación del tabaco, conservaba algo de él consigo. Y eso era algo triste. 

—Sra. Hunter, no debería hacer eso. —Zach dió un paso al frente, pero ella lo detuvo con la palma de su mano. 

—A mi nadie tiene que decirme lo que tengo que hacer —dijo en voz alta mientras temblorosa, guió el cigarrillo hasta sus labios y fumó de el. Los nervios parecían hablar por ella—. Si hay tanto problema, que venga la seguridad de la funeraria y me lo diga, pero yo pagué este espacio. —Fue tan cortante, que verla a ella era como ver una versión femenina de Hunter. Sin duda era una mujer fuerte que estaba tratando de hacer todo lo posible por mantener la compostura en aquel lugar público, aunque estaba fallando terriblemente. Pero no podía culparla, en su posición yo hubiera estado de la misma manera. 

—Repito, creo que deberíamos irnos. —Krane insistió poniendo su mano en mi hombro para así hablarme al oído. 

—Escuche a su compañero y márchese de aquí. Si en algún momento, él te importó, márchate, por respeto, o no respondo —dijo molesta. 

—Necesito decirte algo —insiste Krane a mi oído—, debemos irnos, es cierto. Hazme caso Viola. 

—Está bien que llores su muerte, pero no hables como si su partida se debiera a un simple lío de faldas, cuando él… 

—¿Cuándo él qué…? —Fery frunció.

—¡Viola! —En este caso fue Krane quien subió la voz—. ¡Vámonos! —Se acercó a mi oído—. Debes ser cuidadosa.  

—Discúlpame, mi mas sentido pésame, Sra. Hunter —concluí, y decidí seguir el consejo de Krane. 

—¿Qué ibas a decir? —Ella intentó seguirme, sin embargo fue Krane quien le dio la cara. 

—Mi más sentido pésame —se acercó a ella y habló con una suavidad casi inaudibible—. No sé si esto le sirva de consuelo, pero le debo mucho a su esposo, pues, gracias a él, sigo con vida. —Aquello no era muy lejano a la verdad, ya que aunque no sabíamos las completas intenciones de Pendragon, de algo sí estábamos muy seguros, él quería matar a Krane. Y de cierta manera la advertencia de Sebastian nos ayudó aunque eso le costó la vida. 

Este último comentario hizo que la mujer permaneciera en silencio y nosotros nos marchamos con sentimientos encontrados. 

A las afueras, rompí en llanto. Las luces de los postes me parecían borrosas debidas a la gran cantidad de lágrimas que escaparon finalmente. Krane me tomó de la mano, la llevó hasta sus labios y la besó con dulzura, como una forma de dejarme saber que estaba para mí. 

—Quisiera que no me hablaran en clave. ¿Qué realmente pasó allá? —Fery apareció de la nada. Una delgada nuvecilla de humo se disolvía en la nada proveniente de un nuevo cigarrillo. 



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En el texto hay: misterios, romance, aventuras

Editado: 31.08.2019

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