El día se nos va en limpiar la casa, al terminar la parte de abajo empezamos con la de arriba.
Cansados, sucios y acalorados nos sentamos los cuatro en las sillas de la cocina.
—Haré limonada —digo levantándome y cogiendo unos limones que traje.
—¿Puedo comer de tus galletas? —pregunta Lussy.
Al momento en que estoy por responder en negativa, Nick toma el frasco y se mete una a la boca.
Lussy lo ve con ojos muy abiertos, pero se queda callada.
—Si, Lussy, tomala —gruño de mala gana.
Preparo la limonada mientras los tres hablan de cualquier cosa, escucho atentamente cada frase de Nick, el habla de su banda y Lussy embobada hace preguntas.
Noah se levanta y me ayuda a picar los limones.
—¿Tu madre vendrá para esta noche? —pregunta.
—No lo sé —suspiro—. Intenté llamar, el teléfono fijo no se escucha tampoco y no se nada de ella desde temprano.
—Si quieres pueden pasar la noche en casa, no creo que mamá o la abuela se molesten por ello. —Corta un limón y lo exprime en la jarra.
—Lo pensaré. —Exprimo el resto de los limones que están ya picados—. Si no aparece a las seis, cruzamos el lago, ¿Bien?
—Es un trato —Sonríe, se sirve un vaso y se sienta.
Nos bebemos la limonada, el cambio que siento en mi cuerpo es impresionante, y Nick me elogia.
—¡Que buena que esta! Zoey —exclama.
—Gracias —respondo con una sonrisa pegada a la cara.
El silencio se prolonga más de lo que yo hubiese deseado y mi hermanita ve su oportunidad.
—Nick, ¿Tienes novia? —La niña parece intimidar un poco al chico.
—No, la verdad no.
Sus mejillas se llenan de un color rojizo
—¿Como te gustan las chicas? —pregunta inocentemente mi hermanita, dando otro sorbo de su limonada.
Nick se toma la pregunta de Lussy enserio, yo me veo interesada por la respuesta y me siento más recta y atenta, el único que se ve distante a lo que sucede aquí es Noah.
—Ummm, me gustan las chicas altas, con cabello largo, extrovertida, animada, que no se sienta incómoda en fiestas. —Sonríe con añoranza en los ojos.
Me desinfló un poco, no soy alta, mi cabello llega a mis hombros y lo mas cerca que he estado de el en una fiesta estuvo con otra chica.
Cualquiera pensaría que después de verlo besarse con otra chica desistiría de mi enamoramiento absurdo, pero no, parece que mi cupido es alcohólico y no sabe hacer su trabajo.
Nick, incómodo ya por las preguntas acosadoras de mi Lussy, mira su reloj y bosteza.
—Creo que es hora de que vayamos a casa, hermanito . —Le da una palmada en el brazo a Noah—. ¿Vienes conmigo?
—Si, me canso tanta limpieza. —Nos Sonríe—. ya sabes cual es el trato, pequeña.
Asiento con cara de hastío por la expresión.
Los acompañó a la puerta y observó como se dirigen a la parte de atrás.
Vuelvo a entrar y me siento con Lussy, pongo mis dos manos en la cara a modo de rendición y suspiro.
—¿Que sucede? —pregunta en voz queda.
—No le gusto y tampoco le gustare.
Entierro mi rostro más aún en mis manos.
Los minutos se convierten en horas y mi madre no da señales de llegar, Lussy y yo hemos desistido de seguir limpiando por el bien a nuestros pulmones, el polvo nos dio alergias a ambas.
Me siento recta en el sillón gris de la sala, mi hermanita está acostada tomando la siesta ya que no hay mucho que hacer ¿Por qué mi madre nos habrá hecho hacer este viaje si nisiquiera estará con nosotras.
Mis ojos empiezan a pesar por el sueño, la falta del fármaco que he estado tomando empieza hacer efecto, antes de que me levanté a buscar una pastilla en mis cosas, me quedo dormida.
La habitación se torna amarillenta, las cosas están tal y como las dejé estando despierta, hasta la niña en mis piernas.
Sin saber que hacer en un sueño tan vivido, con suavidad coloco la cabeza de mi hermana en un cojín y me levanto. En la planta de arriba se escucha un sonido.
Tic tic tic... El sonido me llama y yo cual polilla a la luz camino directamente a el, en la habitación al final del pasillo se encuentra un relicario colgando de una ventana, es lo que provoca el sonido, en la vida real el colgante no estaba, con temor y curiosidad lo tomo y lo abro.
Dentro se encuentra la foto de dos mujeres jovenes.
En mi pecho se instala una sensación extraña de reconocimiento, pero mi cerebro no conecta a veces con mis sentimientos.
El mundo gira un poco y el color sepia del sueño fluctúa, con eso sé que estoy a punto de despertar. Mi corazón se acelera y siento que me desvanezco pero algo no me lo permite. Bajo las escaleras corriendo y me siento donde había estado con mi hermana que ahora sacude mi cuerpo insistentemente para despertarme.
Una respiración profunda llena mis pulmones y abro los ojos. Lussy me observa asustada.
—¡Me asustaste! —grita—, pensé que estabas muerta.
Hago un movimiento para tocarla e intentar calmarla pero me encuentro con el relicario en mi mano.
—¿De donde sacaste eso? —dice señalando lo que tengo en la mano.
—No lo sé. —Me rasco la cabeza—. ¿Que hora es?
—Son casi las seis, mamá no ha llegado, pero llamo al teléfono de casa de la abuela —comenta.
—¿Y entendiste algo?
—Si, ¡Claro! ¿Tu no? —exclama alegremente.
—No... —Un dolor recorre mi cabeza—. ¿Que dijo?
—Malas noticias —susurra afligida—, dice que viene en una semana, su jefe le pidió esta semana y la dejara libre.
—¡¿Que?! —Me llevo las manos a la cabeza un poco contrariada—. La voy a llamar.
Corro al teléfono inmediatamente y lo descuelgo, el leve tono me exaspera, marco el número y dejo que llame.
Mi madre contesta al tercer tono.
—¡Mamá! —lloriqueo un poco al teléfono—, mami ¿vendrás?
—No podré ir hasta la semana próxima, cariño. —Su voz suena lejana en el teléfono—. Lo siento, lo mejor es que se queden en casa de la madre de Roxane ¿si?
Mi corazón se oprime y me siento un poco triste, pero aún así intento sonar feliz para que mi madre no se preocupe demasiado.