Cuando era niña solía jugar con las mariposas, ellas se acercaban a mi, de todos colores, pero las más abundantes eran las de color violetas.
Cuando tenía diez años descubrí que no era normal, que las mariposas se acercaran tanto a una persona, las mariposas no se acercaban a más nadie y menos si estos estaban en movimiento.
Recuerdo un día cuando estaba en la parte trasera de mi casa bailando, ellas bailaban conmigo y hasta parecían espectadores en el aire, es importante recalcar que sentía una conexión inexplicable con ella y aún la siento.
—¿Puedes seguir leyendo? —dice Lussy a mi lado.
—Si, claro, lo siento.
Seco la lágrima que rueda por mi mejilla.
Disperso mis pensamientos y sigo leyendo lo que mi abuela tiene para decirnos.
Después de introducirlas a lo que fue mi vida y a la raza que pertenecen, debo confesar que no se por donde empezar a escribir, pero haré todo lo posible por explicarlo de la mejor manera.
Yo soy una humana, convertida al ocultismo y con dones otorgados, mi don es viajar interdimencionalmente, no todas las personas que practican el ocultismo pueden hacer eso y no todas las personas que nacen de un ocultista, heredan sus dones, quizás lo tengan, quizás no. Lo que si puedo decir con seguridad es que heredaran el don de su abuelo.
Se que nunca lo conocieron y pensaran que me abandonó, pero lo que sucedió fue diferente, esa es otra historia que les contaré más adelante.
—Pero yo quiero saber quién era el abuelo.
Lussy hace puchero.
—Dice que luego nos lo dirá, dejame leer.
Tu abuelo era de una raza llamada Arauzy, como ya te lo dije, sus dones están unidos al aire.
Así que ustedes mis niñas, son mestizas y tendrán dos dones por los que presiento.
Todo irá bien a lo largo de su niñez, pero en el momento en que cumplan los dieciséis años empezarán a manifestar que no son normales y las irán a buscar.
En la tierra solo pueden habitar terranos, personas sin magia ni el conocimiento de ella y ellos tienen el derecho de reclamarlas como suyas, pertenecen a su reino.
Yo las oculte lo más que pude para que su vida fuera lo más normal, tenía la esperanza de poder vivir hasta que cumplieran la edad maldita, pero mis queridas niñas, el pacto puede más que yo y ya siento como quiere reclamar lo que es suyo.
Así que por eso dejo este cuaderno para que ustedes estén preparadas.
Cuando era una jovencita e iniciaba mis viajes dimensionales encontré una en especial que llamó mi atención, los humanos tenían magia y ella iba ligada fielmente a los cuatro elementos, aire, fuego, tierra y agua.
Las razas cada una tenían un nombre. Los de tierra eran Tarzumis, los de aire Arauzys, los de fuego Innifus y los de agua Adacuare, y cada una era un reino.
En mi poco tiempo allí conocí a tu abuelo y nos enamoramos, después de tener que volver a la tierra nuevamente, él me siguió visitando por años, cada vez menos, hasta que no pudo volver a venir, pero quedé embarazada, de su madre claro está.
—¿Por qué mamá no tiene ningún don?
—No lo sé, Lussy.
Hojeo el libro, falta tan poco para leer y tantas dudas que resolver.
Observó la vela que me da la luz para leer, está ya está a punto de apagarse y la verdad es que siento la vista cansada y mi cuerpo también, otra noche que tendré que escoger el dormir.
—Es hora de dormir, vamos arriba.
Lussy patalea un poco, pero luego de eso sube tranquila y resignada, se acuesta en la cama y se queda dormida en cuanto cierra los ojos, lo noto por cómo va su respiración.
Me sorprende lo bien que se ha tomado todo lo que hemos leído. Me sorprende que yo misma me crea esto, aunque algo que me de respuesta a lo que me está pasando es reconfortante, el cuaderno lo subí y me acuesto abrazándolo. Es como tener una parte de mi abuela y en cierto modo lo es.
Entonces, somos de una raza llamada Arauzys, y personas vendrán a reclamarnos como parte de su reino ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Por qué reclamar a dos niñas que nisiquiera están consientes de lo qué son?
Con estas incógnitas me quedo dormida.
Pero no despierto en ningún lugar, está vez puedo dormir placenteramente y descansar. Sin ninguna razón aparente dejo de ir al limbo de sueños.
Algo rebota en la cama a mi lado, por un momento olvidó que no estoy sola y el juego de Lussy me hace despertarme muy alerta.
—¿Qué haces? —digo gritando un poco con el corazón desbocado.
—Solo quería jugar.
Mi hermana detiene su rebote y se sienta en la cama y me observa.
—¿Seguiremos leyendo el libro?
—Aun no, ve a cepillarte y bañarte, no debes empezar el día sin acearte primero.
—Agua fiestas. —Se va zapateando hasta el baño.
Espero que se escuche el agua de la ducha caer para volver a dormir un poco más, la deliciosa sensación de descansar se instala en mis huesos y me brinda paz y tranquilidad.
La segunda vez que despierto la luz entra por la ventana más amarilla y alumbra todo, no se escucha nada.
Tomo el teléfono que he empezado a olvidar que existe y observo la hora, diez de la mañana, abro mucho mis ojos y examinó la habitación, una nota de mi hermanita sobre la almohada me descoloca.
Fui a casa de Noah, cuando despiertes buscame.
Ah, me llevo el libro.
Lussy.
Suspiro un poco frustrada, Dios, nadie más debía ver ese libro, me aseo y visto para luego bajar corriendo las escaleras.
El día se siente caluroso y hermoso cuando abro la puerta, pero es un calor húmedo, de esos que sabes que es muy probable que llueva en cualquier momento. Aunque el sol brilla bien alto en el cielo, es perfecto para relajarse y pasar unas vacaciones excepcionalmente alegres. Pero no es mi caso, mi madre no está con nosotras en este viaje, mi padre nos abandonó hace años y mi abuela muerta me dejó mensajes en un cuaderno diciendo que no soy humana, para que la situación sea más molesta, no entiendo que dones serían los que habla si solo tengo pesadillas.