Secretos

Capitulo 16- Sombra

Hace una semana no vuelvo a esa casa, no he vuelto a ver a Noah.
Nick por otro lado a venido constantemente, pasamos el rato y me acompaña hasta el anochecer, Lussy extraña a su niñero con el que había formado una amistad.
Como todas las tardes a las cuatro desde que me encerré aquí, observó por la ventana hacia la otra casa, la distancia es lejana y nos separa un lago, pero aún así puedo ver cómo ella entra y sale. Nick me dice que cada vez están más juntos, que se llevan muy bien.

Mi relación con los hermanos ha cambiado, ya no me siento atraída por Nick y Noah no me quiere ver y yo a él tampoco.

Pero no he dejado de practicar ballet, he retomado mi baile, es el único ahora que me ancla a mi vida normal y a mi pasado, el que me recuerda que soy una persona, que me hace sentir humana. Aunque las mariposas han reaparecido y están mas presentes que antes, danzan conmigo y al ritmo de la música en mi mente.

—¿Otra vez aquí? —Nick se sienta a mi lado.

—Lo siento.

Lo ha intentado, ha intentado que me vuelva a enamorar de él, día tras día viene con una actividad diferente, intentó besarme, pero ya no puedo, aunque quise verlo como un ancla no funcionó, él mato el sentimiento.

—No te disculpes. —Sonríe, pero sé que le duele un poco—. Ya casi se quedan sin provisiones.

—Lo sé, pero no quiero salir.

—Mi madre irá al pueblo en diez minutos, vine a preguntarte si quieres que traiga algo.

—Por favor, ¿Puedes traer cosas necesarias? —Me río un poco—. no sé que podría ser, las madres saben de eso, pero no olvides las galletas.

Mete un cabello rebelde tras de mi oreja y besa mi mejilla.

—Regresare más tarde.

Lo veo alejarse y cuando sale de la casa veo como sube al bote, me saluda, sabe que lo observó y se aleja hasta la cabaña del otro lado.
Suspiro soltando el aire, hace unas semanas que más hubiera querido que Nick Hallowek me besara la mejilla y se preocupara por mi.

En cuanto el libro, desde que se mojo no lo hemos tocado, las páginas estaban muy viejas y después de mojarse se hace muy difícil leer sin romperlas.
Así que estamos estancados.

Me levanto de mi asiento y me hago una coleta alta, coloco mis zapatillas y salgo a la parte trasera de la cabaña, como todas las tardes, coloco una canción en mi celular.
Comienza a sonar el ritmo lento y la voz suave, mis movimientos son graciles y expresivos.

—Say something, I'm giving up on you... —canto quedamente siguiendo la canción.

Una voz masculina canta la siguiente estrofa.

—I'll be the one, if you want me to... —me toma por la cintura y me atrae para un baile lento.

No rompo el baile porque es algo que a él se le da muy bien y disfruto cada movimiento. Pero eso no quita que estoy molesta y que escogió a Amiel por sobre mi. Una vuelta en el coro nuevamente y cuando acaba nuestros rostros están muy cerca. Siento una tensión palpable a nuestro al rededor. Recuerdo la última vez que bailamos juntos y lo que paso luego.
Me separó de él bruscamente, como si estuviera prendido en fuego y me doliera tocarlo, él se pasa una mano por la cara.

—¿Ahora qué pasa, Zoey?

—¿Te atreves a preguntar qué me pasa? La escogiste a ella, Noah, ¡Me llamaste mentirosa! ¡Y como si fuera poco, te olvidaste que existo por una semana!

Se acerca nuevamente a mi y coloca sus manos cada una al lado de mis caderas.

—¿Estas celosa? —Sonríe de lado.

—No.

Mi corazón se acelera y una brisa sopla repentinamente.

—¿Entonces por qué te afecta tanto que pase tiempo con Amiel?

—Porque eres mi amigo.

—¿Haz leído el libro? —pregunta ignorando la ventana que traquetea por la brisa.

—No, tu noviesita mojo mi libro y ahora las páginas están frágiles.

—Es eso, ¿o es que tienes miedo de lo que pueda decir? —Intento alejarme, pero él me pega más, como si eso fuera posible. Mis manos quedan en su pecho.

—Sueltame, por favor.

—No quieras negar lo que eres, Zoey. —Aprieta su agarre mientras lucho—. Además me estás negando saber algo a mi.

—Cállate y sueltame, Noah.

—No.

—¡¿Por qué no?!

—¡Por que no! Me sentí muy mal, pero no podía venir a disculparme. —Su voz grave me acelera el corazón.

—¿Y por qué no? ¿Sabes cómo me sentí cuando preferiste creerle?

—Tenía que seguir actuando, esa chica, esa pequeña chica desde el primer momento que la vimos en ese camino de tierra, no me pareció humana.

—¡¿Qué?!

—Así como tú abuela, mi abuela me habló a mi, no me contó mucho la verdad, pero cuando leí el libro, ya sabía que pertenezco a la raza Innifus, se supone que yo controlo el fuego. —Traga saliva y me suelta.

Yo me quedo petrificada pero él me guía a unas sillas cerca de la casa.

Mientras mi corazón más se acelera, la brisa va cada vez más fuerte, azota mis cabellos.

—¿Y tu abuela te dijo algo de la mía?

—Ella fue muy vaga al momento de hablarme de esto, pero sí confesó que no soy humano. —Se ríe bajo, como si fuera gracioso—. No me tomo de sorpresa, mis ojos no son normales.

—¿Y qué pasa con Amiel? —interrogo.

—Ah, sí, luego de traerla a casa, mi abuela me habló sobre su especie, de esto si fue bastante específica, ella es lo que te persigue por las noches, tus pesadillas más oscuras y feas y claro está que son reales, la sombra de ojos rojos.

—¡¿Y por qué lo dices así tan tranquilo?! ¡Y hasta ahora!

—Porque si sabes que son, sabes cómo destruirlos, además mi abuela pidió que aguardará mientras averiguaba más de ella.

Mi mente va a tres mil por minuto, sus palabras cada una taladran mi cerebro llenándome de más dudas y preguntas.

—Mi abuela cree que vino aquí para destruirnos, no sabemos su propósito pero sí ves, nos quiere separados.

—Si ya veo que lo logró —susurro.

—¡Te estoy pidiendo perdón! —grita un poco—. Necesito que leas el libro, la única que sabía cómo viajar entre dimensiones era tu abuela y quizás ahora tú.



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En el texto hay: fantasia, romance, secretos

Editado: 28.11.2020

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