—Yo soy la luz de mi alma, yo soy abundancia, yo soy hermosura, yo soy dichosa, yo soy, yo soy, yo soy...
Una voz familiar canta una y otra vez esa composición de palabras con una melodía contagiosa.
Aún tengo los ojos cerrados pero el aire es pegajoso, sé que estoy en un sueño.
Abro los ojos, lo primero que me devuelve la mirada es un cielo azul amarillento entre las ramas de un gran arbol, si, estoy devuelta.
El aire a mi alrededor tiene un olor particular a flores, y aún se repite la melodía. Bajo de mi siento un pasto suave y cómodo. Observó a mi al rededor buscando la dueña de la voz, una versión más joven de mi abuela está en un campo de margaritas, bailando con la dulce melodía que sale de su boca.
—Yo soy la luz de mi alma, yo soy abundancia...
—¿Abuela?
Mi abuela se detiene en seco y da una vuelta hacia mi, realmente se ve joven, quizás hasta podría tener mi edad, la reconozco por las fotos que pude ver en su cabaña en la dimensión tierra.
—¡Zoey!
Al parecer aún con dieciséis sabe quien soy, corre hacia mi y se sienta a mi lado con una gran sonrisa.
—Oh mi niña, pensé que no te volvería a ver. —Me abraza fuertemente—. ¿Qué te pasó?
—Tengo muchas preguntas para ti pero... ¿Por qué estás tan joven?
—Ay cariño, estoy en el proceso de reencarnación, mi alma irá a un cuerpo que este naciendo, todo dentro de muy poco, pero antes debo retroceder.
—¿Luego serás niña?
—Y bebé, después de todo eso, reencarnare.
La brisa calidad acaricia mi piel nuevamente y el olor a margaritas impregna mis fosas nasales, los sueños con mi abuela son cada vez más extraños, pero como la necesito.
—Abuela, ¿Eras rebelde?
Desvía su mirada de la mía y observa las margaritas, se levanta y sigue bailando mientras toma muchas en sus manos. Evade totalmente mi pregunta, me levanto y me detengo frente a ella tomándola del brazo.
—Necesito respuestas, no puedo seguir así.
—No puedo responderte, nisiquiera sé que haces aquí, yo estoy muy feliz de verte, Zoey, pero no debes estar en este lugar.
—¿Y entonces que hago aquí? ¿Qué es esto?
—Es el purgatorio, mi purgatorio, cada alma tiene el suyo propio, donde nadie puede acudir a menos que esté muerto, seas un ángel o un demonio.
—¿Estoy muerta? —Comienzo a asustarme, mis manos empiezan a sudar.
—Estas soñando, cuando pierdes un poco del control de tu mente sueñas —dice, vuelve a tomar una flor del campo y me la entrega.
—Gracias.
—Aun te acecha la bestia, hija. Cuidate mucho y cuida tu hermana.
Me entrega otra Margarita, vuelve a cantar su canción y a bailar en el campo, el pasto es tan alto que nos cubre hasta la cintura. Más allá de ella puedo observar unos ojos rojos acecharme. Aprieto los párpados fuertemente, es mi sueño, no puedo ser dañada, repito una y otra vez.
Con una respiración profunda, mis ojos se abren y finalmente estoy despierta, la tenue luz del inicio del día invade mi habitación, al igual que otra persona que se encuentra tendida junto a mi cama.
Lo observó como duerme con la cabeza posada en la orilla de la cama.
Noah respira suavemente como si estuviera teniendo un hermoso sueño, pero ¿Qué hace aquí? Recuerdo haberme quedado dormida junto a Domenica. En silencio y con sigilo me agacho junto a él y depósito un suave beso en sus labios tan imperceptible que no despierta, el último que podré darle. Tengo que alejarlo de mi, tengo que hacer que crea que todo fue una confusión, un accidente, un error.
Por el bien de ambos, por su bien, no puedo permitirme sentir algo mientras sigamos en esta dimensión.
Me dirijo al baño, observó mi reflejo en el espejo. Ojos oscuros y surcos bajo ellos hundiendolos, mi rostro se ve demacrado. De todos modos ¿Cómo podría parecerle atractiva a Noah si luzco así? Suspiro tomando aire más fuertemente para sentir su olor en la sudadera. Me despojo de ella y entro a la ducha, agua fría cae por mi cuerpo pero no la cambio a la tibia, dejo que está despierte mis músculos y cerebro.
Salgo del baño, bajo las escaleras, Dome y sol estan durmiendo en el sofá, Lussy en su habitación y Noah junto a mi cama, así que somos cinco personas a las que preparar comida.
Intento ahuyentar todos los pensamientos de la noche anterior, todo lo acontecido.
Pico dos cebollas en pequeños cuadros y un poco de tomate, revuelvo todo en un cuenco con unos huevos, los pongo en el sartén a que se cocinen.
Escucho como alguien baja las escaleras y se sienta en una silla.
—No pensé que te gustara tanto mi sudadera.
Su voz grave hace que mi corazón se acelere y casi dejo caer el sartén con los huevos al suelo. Se ríe por lo nerviosa que me pone.
—No, no me gusta, ahora me la quito y la pongo a lavar para devolverla.
Intento no verlo a los ojos porque se que caeré en sus encantos y mi objetivo es alejarme de él, por su bien y por el mio. Siento como se levanta de la silla, con unos pocos pasos llega a mi lado.
Me giro, observó mis pies descalzos solo para no verlo a él.
—Escucha, lo de ayer fue un error, yo me tropecé en el baile y eso es todo, no quise besarte.
Se ríe descaradamente.
—Y no me gustas.
—Ah, entonces te besas con las personas que no te gustan, que buena elección.
Trago saliva y me muerdo el labio fuertemente hasta que sangra, lo que diré podría herirlo pero prefiero eso a arriesgarme a perderlo de verdad.
—Aun estoy enamorada de Nick, eso no debió pasar, disculpa.
Se atraganta un poco con su respiración pero no se frena ni con eso, pone un dedo bajo mi barbilla y hace que levante mi rostro, observó sus ojos. Siento como un nudo se forma en mi garganta y estómago, las lágrimas suben queriendo desbordarce, los nervios me invaden, el silencio y proximidad me marean un poco.
—Repitelo —sururra.
—Yo... —Me quedo callada.
Al mirar sus ojos no puedo mentirle, no puedo decir nada que pueda ensombrecer esa mirada que me tiene atrapada.
Limpia la lágrima que se derrama por mi mejilla.
Posa sus manos en mis caderas, el simple toque me enloquece un poco y entonces se acerca un poco más.