Hace una semana hago todo por inercia. Comer, bañarme, hacer la comida de mi hermana e ir a clases. Todo es tan monótono. Marisol está igual y hasta peor, apenas hoy se reincorpora a la vida normal.
Yo no pude dejarme morir. Tengo a una niña que cuidar, darle de comer y amor. Pero eso no quita que por las noches lloro, que ya no hablo con Noah y que he dejado de comer lo suficiente. Mis ojeras han vuelto pero los sueños no. Simplemente ya no quiero dormir, comer o vivir. Pero debo hacerlo por mi hermana. Por mis dos hermanas. Adopte a Marisol como a una más, el sentimiento ya existía pero ahora vive en mí casa. La realeza no tuvo objeción por que ella también es arauzy.
—¿Quieres café o chocolate? —pregunto a mi amiga que tiene la mirada perdida.
—No quiero nada.
Su voz es apenas un susurro.
—Chocolate será.
Sirvo la taza y lo pongo delante de ella. Lo observa jugueteado con el pero no lo prueba.
—Debes tomar algo más que agua. No has comido en toda la semana.
—No tengo hambre.
—Sé que es difícil, pero estoy para ti, Sol.
Me acerco a ella y la abrazo. Siento como tiembla, solloza. Con su voz entre cortada me habla:
—Ella lo era todo para mí. Era mí única familia. Mi mejor amiga... Mi todo.
Paso mi mano por su espalda una y otra vez. La acuno entre mis brazos para que pueda estar tranquila. Pasan minutos largos que se convierten en horas. En otro momento por la puerta hubiera entrado Domenica y hubiese hecho un chiste. Pero ya no esta y es algo que a ambas nos rompe.
Me hago la fuerte y me levanto para ayudarla a ella a ponerse de pie.
—Vamos, tienes que salir a tomar aire, ¿recuerdas lo que te pidió? No te dejes vencer.
Lentamente se pone de pie. camina conmigo despacio y taciturnamente. Recorremos parte de la ciudad para llegar al parque donde la había escuchado hablar con Nino.
Nos sentamos en una banca, cierra los ojos y levanta el rostro hacia el sol. Respira profundamente llenando sus pulmones de aire y soltando lentamente. Eso la revitaliza, después de todos somos arauzys y estamos unidas al aire.
El día es precioso el sol acaricia mi piel junto a la suave brisa que crea mi amiga para relajarse.
Abre los ojos y me observa, en ellos veo mas vitalidad y fuerza que antes. Al parecer el aire fresco le hace sentir mejor. Justo como a las plantas.
—¿No sabías nada de nada sobre qué estaba unida a los rebeldes?
—No. Nisiquiera sabía que le gustaba ese chico. Jamás nos habíamos ocultado secretos.
Guardo silencio otra vez, no quiero seguir removiendo la herida abierta. Es mejor dejar que siga su luto a su manera. Me toma de la mano y me hace levantarme. No pongo objeción ya que es primera vez en una semana donde se ve con un semblante diferente. El camino que estamos tomando se me hace familiar, me detengo un poco haciendo que haga lo mismo.
—¿Qué sucede? —pregunta.
—No hemos hablado en toda la semana.
—Sí, lo sé. Es por eso que estamos yendo para allá, no puedo creer que todo esto y no se hayan dirigido la palabra ni una sola vez.
Me cruzó de brazos y le doy una mala mirada.
—Exactamente eso es lo que intentamos evitar. No puedo dejar a mi hermana sola.
Toma aire en sus pulmones fuertemente. La herí con mi comentario, pero necesito que entienda que cada vez es más peligrosa mi atracción por Noah y no puedo alimentarla. No me puedo hacer más daño sabiendo que no podremos estar juntos.
No solo pienso en mi, ni en él. Pienso en la pequeña niña de ocho años que está en casa haciendo tarea mientras intento hacer sentir mejor a mi mejor amiga. Esa niña perdió a su madre cuando nos dejó abandonadas en casa de la abuela, perdió a su padre hace años cuando nos dejó por mi profesora de ballet y no puedo permitir que me pierda a mi esta vez.
—Tienes razón. Siento no comprenderte. Es sólo que sé lo que sientes y me duele verlos separados —susurra—. ¿Y si solo tomamos una malteada?
—Podríamos ir a otro lugar de malteadas, sé que hay uno exclusivo para arauzys.
Rueda los ojos.
—Estoy harta de tener que mezclarme solo con personas de mi raza.
Caminamos hacia el lado contrario, nos guía al lugar solo para arauzys. Me deja más tranquila que este empezando a ser ella. La chica alocada y divertida que suele querer experiencias extremas pero es tierna como un cachorrito. Su cabello azul rebota en sus hombros al caminar y la hace ver cómo el.
El silencio se instala a media que avanzamos. Puedo observar la lucha interna que lleva. Las calles de piedra se ensanchan frente a nosotras creando en mi una duda.
—¿Todas las ciudades de Novakwies están rodeadas de muros?
—Sí, en todas es el mismo procedimiento, tambien he visto que traen prisioneros de otras ciudades, o muchas veces una de las princesas viaja a ejecutar a los infractores. La princesa Amunet siempre se queda acá, pero Alheli le encanta hacer trabajo de campo.
Observo hacia todos lados y noto que no me esta guiando a un local de malteadas. Un gran bar con un letrero púrpura se dibuja frente a nosotras, el lugar es de piedra y el letrero dice en grande "Bar el ahogado" quizás el nombre es a modo de chiste, quizás no.
Antes de entrar tenemos que escanearnos. En la puerta hay un sensor como los que se encuentran en las casas. Marisol pone su muñeca con el tatuaje de huracán y yo hago lo mismo. Sólo los arauzys pueden entrar.
El lugar está atestado de personas vestidas con púrpura, solo una o dos están vestidos de negro. Los innifus consiguen trabajo donde sea.
Marisol se acerca a la barra y pide dos tragos, al parecer no hay restricciones de edad.
—¿No se tiene que ser mayor de edad?
—Si, pero yo estoy pidiendo los tragos, tu tranquila.
Me entrega un shot de un alcohol dulce que declino por completo. Ella insiste y lo tomo. Sé lo que intenta hacer, ahogar las penas en alcohol. Que gracioso que el nombre del bar le quede tan bien. Las personas superan sus duelos de manera diferente, unos lloran, otros dejan de comer, muchos sonríen mientras por dentro se mueren de dolor. Al parecer, mi amiga desea cerrar el ciclo y olvidar a basé de alcohol. Yo por otro lado prefiero estar consciente.