Alara estaba cansada de entrenar, estaba cansada de apretar su sable y más que nada estaba cansada de ocultarse. Las charlas progresaron de maneras que no esperaba y terminaron hablando de todos los temas que había que recorrer. Su último día en el templo iba a ser peculiar, ya que estaba entrenando con tres maestros al mismo tiempo. Ahora podía decir que sabía Soresu y podía ocultarse tan bien como solía hacerlo su padawan. Incluso sus amigos de la Orden la esquivaban como si fuese una molestia cotidiana. Qunto había impartido su maestría sobre el Castigo Esmeralda ante ella y Thirin, pero su amigo había mejorado mucho más que ella. El único lugar hermoso del lugar era una antigua fuente que había rescatado del viejo templo. Esta estaba reconstruida y sus aguas danzaban ante una insonora música. El sonido la estaba tranquilizando cuando Kalarirah se sentó a su lado.
“No tengo nada más que enseñarte, Alara… Me recuerdas a Shin.” Dijo sonriente la maestra.
“Gracias por todo, maestra.” Dijo sonriente Alara. “He aprendido mucho este mes que pasé con ustedes, creo que deberíamos volver a lo nuestro…”
“Yo estaba pensando lo mismo, Alara. Estoy feliz de que Ch’Chok te haya elegido para tu cargo… Creo que necesitábamos a alguien como tú entre nuestras filas…”
“Espero estar a la altura…” Dijo apenada Alara. “Voy a transmitirle todo lo que pueda a mis padawans, una de ella es una sombra como nosotras.”
“¿Juna?” Preguntó divertida Kalarirah. “¿Todavía odia su habilidad?”
“De a poco se está amigando con ella…” Dijo apenada Alara. “Prefiere… otras tácticas más directas mi padawan.”
“Lo recuerdo.” Dijo divertida la maestra. “¿Qué más puedes decirme de Ihsahan?”
“No más de lo que dije… Fue un encuentro corto… Gracias a la Fuerza.” Dijo apenada Alara. “Puedo decirte lo que Tori me dijo, que se sentía solo, abandonado… Yo no sentí eso, pero ella es muy sensible y siempre sabe que palabras ponerle a lo que sentimos.”
“Syo me habló de la pequeña…” Dijo pensante la maestra. “No había pensado en esto, pero… puede que sea un caído.”
“Puede ser…” Dijo apenada Alara.
“Ya hablamos tanto de él que no sé cómo sentirme al respecto.” Dijo pensante Kalarirah. “¿Sabías que los siths originales eran caídos?” Preguntó al aire.
Alara estaba sorprendida.
“Es uno de esos secretos que aprendes cuando eres maestra… Los siths piensan que la oscuridad está en la sangre, pero originalmente eran de los nuestros.”
“Eso es un buen secreto para guardar, maestra…” Dijo pensante Alara. “Explica las advertencias sobre el lado oscuro…”
“Nosotros mismos somos la raíz de la oscuridad, Alara. No hay que olvidarlo.” Dijo sonriente la maestra. “Ahora puedo decir que tengo una gran alumna, iré a visitarlos a Karastros, quiero ver cómo está Juna.”
“Ahí estaremos.” Dijo sonriente Alara. “Me gusta esta habitación… Es el único lugar… sereno del templo.”
“Es difícil encontrar un aura como esta en este planeta… Aquí empezará su reconstrucción. ¿Ves esas plantas? Pronto están listas para reparar el daño que el lado oscuro ha hecho en el planeta.” Dijo sonriente Kalarirah. “Con tiempo podemos sanar estas heridas en la Fuerza.”
“¿Yavin-4 es así?” Preguntó con curiosidad Alara.
“Eso se ha olvidado, Alara. Creo que tú sabes un poco más que el resto sobre ese lugar.” Dijo pensante la maestra.
Thirin y Syo entraron charlando al lugar para detenerte frente a ellas.
“Maestras, estábamos buscándolas.” Dijo divertido Syo. “Alara, me voy contigo a Karastros, quiero a tu equipo para una misión conmigo.”
“Entendido, maestro. Las chicas ya deben estar aburridas del templo.” Respondió al instante Alara.
“Tengo cosas que hablar contigo, Syo…” Dijo pensante Kalarirah. “Estoy encariñada con tu padawan.”
“Nos pasa a todos.” Dijo divertido Thirin mientras veía a los maestros marcharse. “¿Cómo terminamos con todo esto?” Preguntó al aire. “Siento que no hemos avanzado demasiado.”
“Creo que el próximo Congreso va a ser el importante. Todo se irán con las ideas correctas en sus mentes, para analizarlas en sus… ecosistemas por así decirlo.” Respondió pensante Alara. “Después… veremos, supongo que era lo máximo que podíamos hacer en una reunión. La próxima vez no voy a dejarlos ir hasta que tengamos un plan sensato.”
“Tienes todo mi apoyo, Alara…” Dijo pensante Thirin. “Qunto debería aparecer más seguido a enseñar esos relámpagos…”
“Yo estaba pensando lo mismo, deberíamos hacerlo grabar un par de holocrons la próxima vez que esté en Coruscant.” Dijo divertida Alara.
“Estoy de acuerdo, aprendí mucho de él.” Dijo divertido Thirin. “Me recuerdas a Shin cuando practicas Soresu, aunque él era… estúpidamente fluido con ese estilo.”
“Siempre se quejaba que su habilidad lo forzaba a usar Soresu, pero sus esquivadas estúpidas lo hacían impredecible.” Dijo sonriente Alara.
“Esas esquivadas sí que eran estúpidas…” Dijo al aire Thirin. “¿Te conté de la vez que sobrecalentó unas torretas esquivando sus disparos? Fue en una base de unos bandidos de las arenas en Tatooine. Las torretas se derritieron de tanto dispararle…”
“Estúpido, nadie puede aprender nada de lo que hacía.” Dijo sonriente Alara.
“Me encantaría tener un aprendiz con su habilidad, haberlo tenido a él nos enseñó bastante.” Dijo pensante Thirin.
“Yo estaba pensando lo mismo…” Respondió al aire Alara mientras su holo vibraba en su bolsillo. “El Gran Maestro quiere verme.”
“Aquí te espero…” Dijo sonriente Thirin para despedirla.
Alara caminó por los fríos pasillos despidiéndose de los maestros que pasaban. Terminó en una sala de reuniones mucho más pequeña que la que estaban usando estos días. El escudo de la Orden estaba de fondo y había una extraña cascada artificial. El sonido del agua era reconfortante y la distrajo de la presencia de Shura y Ch’Chok.
“Tenían bien oculta esta sala…” Dijo al aire Alara.
“Solo puede invitarte el Gran Maestro.” Dijo jocosa Shura. “Puedes quejarte con él…”
“Bienvenida.” Dijo pensante Ch’Chok. “Quería hablar un rato antes de que vuelvas a casa…”
“Parece importante…” Dijo pensante Alara.
“Quiero que seas mi sucesora…” Dijo de la nada Ch’Chok. “Creo que Syo ya te había dicho algo.”
“Sigo pensando que no estoy preparada…” Dijo apenada Alara.
“No es algo que tenga que pasar ya, Alara. Queremos prepararte para eso.” Dijo sonriente Shura. “Ahora estoy convencida de que eres la indicada para el puesto. Necesitamos sangre nueva en este lugar… Sin ofender, Gran Maestro.”
Ch’Chok siempre tenía una cálida sonrisa.
“No hay nada de que ofenderse, Shura. Sé que soy una reliquia del pasado, debo ser el jedi más antiguo del Orden…” Dijo pensante el gran maestro. “Todavía cuerdo cuando era un aprendiz…”
“¿Dónde entrenaste?” Preguntó con curiosidad Alara.
“En el viejo templo de Dantooine. No deben quedar ni recuerdos de él…” Dijo sonriente Ch’Chok. “Era pequeño y cálido, como Karastros, pero sus archivos eran magníficos como los de Coruscant. Darth Malak bombardeó el lugar hasta hacerlo añicos, luego fue saqueado por años…” Terminó con algo de tristeza. “Yo estaba en otro lado de la galaxia en esos momentos, en mi primera misión como caballero.”
“¿Conociste a…?” Preguntó con curiosidad Alara.
“No, ellos eran más jóvenes que yo… Nunca participé de la guerra tampoco…” Dijo pensante Ch’Chok. “Escuché de Revan como el resto de la Orden. Era un gran orador, pero en ese momento pensé que solo quería pelear, probar sus habilidades. Siempre tuvo fama de ser demasiado… pasional, de querer aprender todo. La curiosidad no era tan bienvenida en la Orden como ahora.”
“Supongo que su esposa cambió eso cuando refundó la Orden…” Dijo al aire Alara.
“¿Esposa?” Preguntó sorprendido Ch’Chok.
“¿Soy la única que vio ese holocron?” Preguntó sorprendida Alara. “La Gran Maestra Bastilla Shan era su esposa.” Agregó pensante. “O por lo menos eso creo.”
“¿Qué holocron? Yo solo he estudiado todos los holocrons en los que aparece y no encontré nada como eso…” Dijo sorprendida Shura.
“Encontré uno en los Archivos de Coruscant… Hablaba sobre su vida en la Orden… Se sentía una farsante porque había caído al lado oscuro y tenía una familia oculta mientras era la líder de la Orden…”
Los maestros se miraron entre ellos.
“Pensé que todos lo sabían…” Dijo apenada Alara. “También se queja de que su esposo desapareció de la nada para salvar a la galaxia y algo de una máscara, tiene que ser Revan…”
“Voy a buscar ese holocron…” Dijo al aire Shura.
“Tal vez la Fuerza lo puso enfrente de mí cuando lo necesitaba, yo me sentía una farsante cuando me senté a buscar algo para estudiar…” Dijo pensante Alara. “Resulta que los sobrevivientes no eran necesariamente jedis, por eso cambiaron algunas cosas durante la refundación.” Agregó sonriente. “Estuve estudiándolos, muchos fueron entrenados de adultos, otros habían dejado la Orden.”
“Shan debe haber caído en la última parte de la pelea contra Darth Malak…” Dijo pensante Ch’Chok. “Supongo que no es descabellado que…”
“Ella dice que su esposo la salvó del lado oscuro, ya que le recordó cómo lo habían traído a él del abismo…” Dijo pensante Alara. “No sé si Revan terminó siendo un jedi como dicen nuestras historias.”
“Deberíamos hablar con Syo…” Dijo pensante Shura. “Extraño a Kysho en estos momentos…”
“Estas noticias son extrañas…” Dijo pensante Ch’Chok.
“No son tan extrañas, maestro.” Dijo al aire Shura. “¿Era un hijo?”
“Sí, nunca dice su nombre, solo que estudiaba en el pueblo cerca del Templo de Tython…” Dijo pensante Alara. “Ella parecía… tranquila por lo que sentía, solo sentía conflicto con lo que debía enseñar mientras tanto.”
“Si Revan la trajo de vuelta…” Dijo pensante Shura. “Uno de los viejos maestros dijo que el amor puede salvar a la galaxia… Tal vez se refería a eso.”
“El amor de su esposo la salvó a ella, es todo lo que sé.” Dijo pensante Alara mientras recordaba a Shin. “¿Creen que lo pienso es cierto? ¿Qué estos siths están siguiendo los pasos de Darth Revan?”
“Yo creo que tiene sentido.” Dijo pensante Shura. “Necesitamos un poco de información de tu amiga la espía…”
“Esa fuerza de trabajo va a ser útil para estas cosas, Alara.” Dijo pensante Ch’Chok. “¿Por qué tardamos tanto en formarla?”
“Fue mi culpa…” Dijo apenada Shura. “Shin vino con la idea hace años, yo le dije que no había espías entre nosotros. Él estaba seguro de que, si alguien con sus habilidades existía, debía haber al menos uno entre los siths…”
“Estúpido…” Dijo ofuscada Alara, ganándose una sonrisa de los maestros. “Perdón… A veces pensaba por… caminos difíciles de entender.”
“No hay nada de que disculparse, maestra. Shin tenía esos… momentos de lucidez que nadie podía comprender.” Dijo pensante Shura. “Ahora me siento una estúpida por no prestarle atención a lo que decía.”
“Es difícil, Shura. Podría haber miles de él sin que nos percatemos de ellos…” Dijo al aire Ch’Chok. “Cuando lo conocí me hizo dudar de nuestras habilidades, tal vez… tal vez estemos ignorando a muchos sensitivos con su misma habilidad nativa, ocultos entre las sombras que nos rodean.”
“Yo estuve pensando en eso, Kalarirah dice que ni ella podía sentirlo cuando terminó de entrenarlo, así que no creo que haya muchos como él… Supongo que jedis o siths con esa habilidad deben ser entrenados para llegar a ese nivel.” Pensó en voz alta Alara.
“Yo llegué a esa conclusión, Alara.” Dijo sonriente Ch’Chok. “Gracias por acompañarme. Shin e Ihsahan son dos dentro de… millones.”
“Supongo que la mayoría deben ser como ella, maestro. Solo un jedi pudo encontrarla…” Dijo pensante Shura.
“Alara, quiero que estés presentes en todas las juntas que puedas, así que voy a empezar a invitarte.” Dijo pensante Ch’Chok. “Espero que puedas hacerlas más productivas.”
“Haré mi mejor esfuerzo, maestro.” Dijo pensante Alara. “¿Pensaron sobre los nuevos títulos? Me gustaría que Thirin sea el primer Maestro de Batalla.”
“Estamos de acuerdo contigo, Alara. De hecho, ya veníamos con la idea… No sabíamos como implementarla. Thirin puede ayudarnos a perfeccionar las pruebas.”
“Gracias por escucharme, maestros.” Dijo sonriente Alara. “Creo muchos de nuestros amigos merecen ser promovidos para reconocer su esfuerzo, incluso si entrenar padawans no está dentro de sus virtudes.”
“Necesito que me ayudes con los Exploradores, Alara…” Dijo divertida Shura. “Ch’Chok está de acuerdo.”
“Deben volver, los Imperiales tienen esa flota de gente Chiss, nosotros no sabemos ni donde viven…”
“¿Chiss?” Preguntó confundida Alara.
“Humanoides, ojos rojos, piel azul.” Dijo de memoria Shura. “Esencialmente son parecidos a ustedes…”
“No reconozco esa descripción…” Dijo pensante Alara.
De repente estaba en su infancia, su madre era gigante desde su punto de vista. Se detuvieron frente a un mercado a comprar fruta. La mujer era azul y tenía brillantes ojos rojos, sonriente trajo su pedido para ayudarlas con unas bolsas. Ese día había sido borrado de su memoria, ya que era el día que había perdido a su familia.
“¿Estás bien?” Preguntó con curiosidad Shura.
“Perdón, estaba recordando algo. Teníamos una de ellas en el mercado de Kaas…” Dijo apenada Alara. “Solo lo había olvidado.”
“Pensé que habías tenido una visión…” Dijo divertido Ch’Chok.
“¿Ustedes han tenido alguna diferente?” Preguntó de repente Alara. “Syo me dice que ya no ha podido encontrar de sus ruinas por la galaxia…”
“Cada vez que me conecto a la Fuerza me encuentro con esa máscara.” Dijo pensante Shura.
“Yo solo veo a Coruscant desaparecer en la oscuridad.” Dijo con prestancia Ch’Chok. “No sé que nos falta para comprender esto…”
Alara sabía que tenía mucho por hacer.