Secretos: Código Viper

Capítulo 1: Primer Verano

Danielle

 

 

Estimados pasajeros en breves momentos aterrizaremos en la ciudad de Los Ángeles, para lo cual sus asientos deben estar en posición vertical y su cinturón de seguridad abrochado.

Miro por la ventada, hoy comienza una nueva vida, una nueva ciudad, un nuevo comienzo.

           

Acabo de bajarme del avión y ya estoy tentada en subirme de nuevo. No puedo creer que haya aceptado la propuesta de mi primo de mudarme a Los Ángeles.  Pasar de vivir en uno de los puntos más fríos y lluviosos de los Estados Unidos, mi natal Seattle a uno de los puntos más calientes y húmedos del país. Eso sí es amar a alguien.

Adoro a mi primo, es dulce y protector. Siempre he sentido junto a él, mi hogar. Natasha mi hermana mayor vino hace más de tres años y me había propuesto venir con ella en cuanto me graduara de preparatoria, pero me negué redonda. Pero en cuanto mi primo Dominic me lo propuso había empezado a hacer maletas.

Dominic es un par de años mayor a mí, nos veíamos poco, pero lo quiero muchísimo, hablamos por teléfono o por mensajes de texto hasta que el internet hizo maravillas en nuestras vidas, sabía cada uno de los aspectos de su vida, había venido en algunas ocasiones a pasar vacaciones en casa de mi tía, pero lo pasaba con él… y con Dominika… lo más cercano que tenía a una hermana, ya tenía una pero el tiempo que me dedicaba entre novio y novio, no pasaba de unas horas, así que era más como ser hija única.

En cuanto tengo mis maletas conmigo, la emoción comienza a hacerse sentir, mi corazón late desenfrenado. Me encamino hacia la salida tan rápido como mis pies lo permiten. Las puertas se abren ante mí y lo veo, no es que sea algo difícil. Lleva una camiseta negra de algodón ceñida al cuerpo, dejando a la vista su trabajado cuerpo y unos jeans que probablemente tendrían más agujeros que una madriguera de conejos, su piel bronceada gracias al sol, sus ojos negros, al igual que su cabello, sus rasgos son fuertes, debido a su origen ruso, con su altura de metro noventa destaca en cualquier lugar, en cuanto me ve sonríe... como solo él sabe hacerlo. Definitivamente estoy en mi hogar.

Las mujeres del arribo no dejan de lanzarle todo tipo de miraditas y soltar suspiros, mi primo es un tipo guapo y me siento muy orgullosa cuando me ofrece su brazo hasta salir a los parqueaderos.

—¿Cómo estuvo el vuelo? —pregunta lanzándome un guiño.

Llegamos a su Jeep Liberty, guarda las maletas en la parte de atrás, me abre la puerta para que suba, espero hasta que está sentado a mi lado para responderle.

—Que te puedo decir D… que me compraras el pasaje en primera clase, ha resultado increíblemente cómodo. —Le sonrió como agradecimiento.

—No tienes de que agradecer Dan. —Me besa la cabeza—. No sabes lo bien que me hará tenerte por aquí. —Su expresión se ensombrece al recordar a su hermana—. No sé qué sería capaz de hacer de no estar tú aquí.

Lo entiendo, para él más que a nadie, la muerte de Dominika, su melliza, es algo que aún no podemos aceptar. Fue tan de repente que nadie se la explica, la versión oficial de su muerte es un accidente automovilístico… y la verdadera… su marido la mató a golpes. Únicamente la familia más cercana contaba con esta información, ya que John Seyfried un respetado juez del condado no podía dejar que su nombre se manche.

—Venga… no pensemos en eso… más bien dime ¿ya solucionaste lo del departamento? —Mi primo tenía su típico departamento de soltero donde sabe Dios cuantas mujeres han pasado, aunque eso no es lo que me preocupa, lo que si lo hacía es que tenía una sola habitación, en vacaciones no tuvimos problemas… compartíamos la cama o dormía en el sofá, pero al momento de vivir era algo completamente distinto.

 —Por supuesto, antes de venir he firmado los papeles, te va a encantar, tiene tres habitaciones, todas con su propio baño, tenemos terraza y una pequeña piscina, tenemos que montar una fiesta para inaugurarlo —dice recuperando el humor, sus ojos negros cual topacios brillan con malicia, son una de esas cosas que hacen que las mujeres caigan en sus redes.

—Sabes que no van conmigo esas fiestas muy grandes.

—Vamos, Dan estas en Los Ángeles, y por no mencionar que tengo de amigos a la crema y nata de esta ciudad, debes conocer más personas Dan… lo vas a necesitar, la abogacía aquí necesita de tener una gran cantidad de contactos.

—D… ya lo sé, tú ya te graduaste y estás en tu maestría ahora, pero ya te he dicho que no soy de fiestas.

—Dan… —Su rostro se transforma, su cuerpo se tensa y el ambiente se ha enfriado unos cuantos grados—. Debes salir más, conocer gente. No quiero que pases lo mismo que Dominika, que se enamoró del primer imbécil que conoció y le hablo bonito. Sal, relaciónate… no te digo que te enrolles con cualquiera que te pase por enfrente, solo conócelos, sal un poco y después decides. —Pone su mano en mi rodilla —. Hazlo por mí.



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En el texto hay: romance, amor, intriga y drama

Editado: 22.10.2018

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