Travis
He trabajado toda la noche, hasta el cansancio en busca información. Este caso es especialmente difícil porque ese viejo es escurridizo. Hace apenas unos meses salí de las filas militares, me llevo su tiempo adaptarme un poco a la vida normal y superar el luto, pero hoy por hoy, estoy perdiendo la paciencia. Reviso mi teléfono, son poco más de las seis de la mañana, pronto tendré que pensar una solución para todo esto o tendré a Cole detrás de mis pelotas.
El teléfono comienza a sonar en mi mano, hablando del diablo.
—Owens —respondo de inmediato.
—Veo que estás levantado, espero que estés avanzando con la investigación. Tengo al secretario de estado tras mi cabeza en este caso.
Suspiro resignado, entro al cuarto de baño. El reflejo del espejo no es muy alentador, pero en unas horas debo ir a clases. Así que dormir no es una opción para mi hoy.
—Estoy en ello, ese viejo zorro tiene las cosas más ocultas que los tesoros incas.
Escucho como exhala exasperado. Es muy divertido hacerle perder la paciencia.
—Travis, sigo pensando que eso de que te hayas metido a la universidad es una completa pérdida de tiempo, podrías avanzar mucho más rápido si no lo hicieras. Estás completamente loco.
—Cole necesito algo normal en mi vida, y no hay nada más normal que asistir a la universidad —lo digo solo por que sé que le molestará. En realidad, la universidad no es más que una cuartada, una forma para que nadie sospeche de mí.
Suelta una maldición.
—Es normal para las personas que son normales, Travis. Tú, tienes un cerebro que le vale al gobierno millones de dólares. Fuimos comandantes de las fuerzas especiales de este país, entiéndelo, somos de todo menos normales.
—Entendido fuerte y claro, pero seguiré asistiendo a clases hasta que me aburra de ello.
—Maldito bastardo.
—Te llamaré en cuanto tenga noticias.
Cuelgo.
Reviso la hora, las palabras de Cole flotan a mi alrededor, sé que tiene razón en todo lo que ha dicho, pero ya tengo suficiente de eso. Serví a mi país por diez años, y de una u otra forma lo sigo haciendo, pero hace unos meses, todo se puso de cabeza, no volveré a ser la maquina en la que me había convertido.
***
—Hermano, no puedes perderte la fiesta de Bodrov, de la Escuela de Leyes. —La actitud risueña y despreocupada de Ethan Jones es contagiosa, le gusta tomarse la vida con calma, y ¿quién a sus veintes no lo haría? Prácticamente me acogió bajo su ala fiestera en cuanto me matricule en la UCLA en medio del semestre anterior. Es un tipo agradable, sus ojos azules brillan como los de un niño haciendo travesuras—. No pudiste conocerlo el semestre pasado, es el casanova de la universidad, estar en su fiesta es un pase directo a todas las mujeres ardientes de este sitio, por nada del mundo puedes quedarte fuera!
Estoy sopesando mis opciones, de hecho, no es que necesite ayuda con las mujeres, nunca me ha faltado la compañía femenina, sin embargo, Bodrov es un pase directo a otro objetivo.
Caminamos por la universidad, Ethan no deja que coquetear con todas las chicas que tiene por enfrente. Sonrió al verlo, no tiene remedio.
—Conoces al bombón sexual de Negocios, Natasha de tercer año, todos saben que es su prima, y esta como quiere la condenada, ella se muere por ti, y dalo por seguro estará en esa fiesta, hermano. —Me toma por el hombro—. En esta ciudad debes ser alguien, un famoso o rico, de lo contrario quedarás en el olvido, no es secreto que Bodrov se codea con lo mejor de lo mejor de la ciudad.
Me doy por vencido, tiene un punto. Además, estoy seguro que será un grano en el culo todos los días cómo no lo haga.
—Está bien, hablare con Natasha para que nos meta. —Suspiro. Hubiera preferido no tener que hacerlo, ella era del tipo de niña consentida que se salía con la suya en todo, desde que llegue hace unos meses ha estado encima de mí, como gata en celo. Es una chica muy guapa y sexy, pero es una muñeca hueca, ahí es donde estamos mal, mi compañero de lucha dentro de mis pantalones, ni se inmuta en su presencia.
La sonrisa de Ethan se ensancha, es un hombretón, según me ha contado, jugaba futbol americano en secundaria, aún tiene un cuerpo de atleta que le sirve para su conquista diaria. Tiene la cara de cuento de hadas de Disney, lo que hace que automáticamente las chicas regresen a verlo en busca del «fueron felices por siempre», pero nadie lo atrapaba, ninguna tenía el privilegio de una segunda noche, siempre terminaban con el corazón roto, pero todas saben cuál es el juego.