Miro por la ventanilla del coche de papá, vamos a visitar a mi abuela, la cual ahora vive con su hermanas, pues la muerte de su marido ha hecho que se sienta horriblemente sola.
Miro las gotas caer por la ventanilla, haciendo carreras entre ellas. Me entretengo comentando mentalmente esas "carreras" a pesar de mis 15 años.
Veo como llegamos al pueblo donde viven actualmente mi abuela y sus hermanas.
Aparcamos frente a la casa y salgo del coche.
-Julia, ve a saludar mientras descargamos las bolsas del maletero quieres?-pregunta papá.
Sin decir nada voy a dentro.
-Hola abuela -le saludo con dos besos, igual que ha sus hermanas.
-Querida, tienes pensado tener novio antes de la mayoría de edad? -la tía Bridggett, preguntando sobre mi vida amorosa como siempre.
-Bridggett, deja a la nena, es hermosa , independientemente de la edad conseguirá un esposo decente -la tía Alice, intentando ayudar.
-Tía Alice, estamos en el siglo XXI, las mujeres no estamos obligadas a contraer matrimonio -intento que dejen el dichoso tema, pero siendo ellas no lo harán.
-Alice, Bridggett, Julia no está obligada a casarse ni tener pareja -la abuela Josephine, siempre ayudando.
-Josephine tiene razón -dice papá entrando a la estancia con dos cajas en sus brazos.
-Opino lo mismo, tías, no presioneis a mi hija a tener pareja.
Me canso y decido levantarme del sofá, saliendo de la estancia.
En la distancia todavía escucho como discuten el tema.
Me dispongo a subir las escaleras para ir a mi cuarto de esta casa, pero mi vista se fija en algo mucho más interesante, que despierta ese sentimiento de curiosidad en mí, provocando calidez en mi estómago y pecho.
La puerta del sótano, por primera vez en muchos años...
Está abierta.