Secretos De Familia

Capítulo 1: Un ave en libertad

Hoy es un buen día para festejar, ya que como cada 02 de noviembre el Restaurante “Habanero” cumplía 5 décadas tras haberse inaugurado, cuyo propietario era Alejandro Monroy, un hombre muy conocido en el México de los 90´s, no solo por su machismo, sino también por su gran liderazgo y visión emprendedora que lo había motivado a mantener en pie y consolidar en el mercado durante tantos años a su empresa familiar.

Era obvio que después de tanto tiempo de esfuerzo, ahora se encontraba en la cúspide del mercado restaurantero, pues el “Habanero” tenía un gran prestigio, su cartera de clientes era inmensa, tanto que a diario se agotaban sus guisos, su peculiar sazón enamoraba a sus comensales, pero ¿y cómo había logrado tanto éxito? ¿De dónde sacó el dinero suficiente don  Alejandro Monroy?, si se cuenta que era muy pobre, y que de la noche a la mañana había hecho una fortuna.

Lo inusual es que a nadie le importaba esto, pues su gran  familia mantenía una reputación intachable, los Monroy eran conocidos como la familia Mexicana perfecta, pues no solo llevaban una excelente vida, una enorme casa con todos los lujos, si no que todos los hijos del señor Monroy eran unos profesionistas y sus nietos tenían asombrosas habilidades en distintos ámbitos como los deportes, las artes, y entre otros.

Su apellido estaba en la portada de los periódicos, siempre había una nota dedicada a ellos, o a algún miembro de la familia que destacaba en lo que más sabían hacer, y en el día de aniversario el restaurante quedó repleto, por 2 razones: el festejo del restaurante y la valiosa presentación de Lucía, una de las nietas del señor Monroy, hija de Mariana Monroy y Francisco Ortegón, Lucía tenía otros 2 hermanos: Laura y Daniel, pero ahora era su turno para demostrarle al mundo su talento, pues tenía una voz de ruiseñor que enamoraba a quien la escuchara cantar.

En medio del festejo en mero día de muertos, las personas exponían sus altares en las puertas de sus casas recordando a sus fieles difuntos, como cada año los conmemoraban con mucho cariño, y la familia Monroy no se quedaba atrás pues la abuela Guadalupe Díaz tenía 20 años de haber partido al cielo, pero jamás la olvidaban, porque don Alejandro le había inculcado a sus hijos y nietos que “la gente no muere, los mantenemos vivos siempre que los llevamos en nuestra mente y corazón”

Desde muy temprano todos se prepararon para el gran día, pues don Alejandro tenía planeado un máximo evento, donde participarían conjuntos de baile, comediantes y desde luego la presentación de canto de su nieta Lucía, todos sus hijos ayudaron con la decoración del lugar, las compras de insumos necesarios, pues se esperaba que el lugar rebosara de gente.

Y entonces la hora tan esperada llegó, las puertas del Habanero se abrieron, y tal y como se suponía, las personas llegaron en multitud, había una enorme fila para entrar, hasta la prensa había llegado, pues se planeaba reportar tan magnifico evento y como era costumbre en el encabezado de las noticias plasmar el apellido Monroy; estaba toda la familia reunida en mesas reservadas justo en frente del escenario ya que esperaban escuchar de cerca a Lucía.

Primero el mariachi comenzó a tocar, la armonía en el lugar era tan alegre, el público bailaba, aplaudía, incluso disfrutaba de sus platillos mexicanos favoritos, ya que los empleados fueron capacitados para dar un excelente servicio ese día y no hacían esperar tanto al comensal.

Mariana Monroy, madre de Lucía llegó algo tarde, casi cuando su hija estaba a punto de presentarse, se sentó al lado de su esposo, pero no fue juzgada solo la miraron, en su cara se notaba desesperación, parecía que a todos les afectaba algo sin embargo nadie decía una sola palabra al respecto.

—creí que no llegarías a la presentación de nuestra hija —reclamó Francisco.

—por favor, solo tuve un pequeño retraso Francisco, no empieces ahora con tus reclamos, recuerda que la prensa está aquí y la imagen es muy importante para mi padre —contestó Mariana

—gente hermosa que hoy nos acompaña recibamos con un gran aplauso al fundador del “Habanero” el señor Alejandro Monroy —interrumpió el presentador del evento.

En seguida el señor Monroy fue ayudado a subir al escenario pues necesitaba de la silla de ruedas, ya que con 89 años de edad le era difícil caminar, sus piernas no reaccionaban bien desde hace un tiempo, sin embargo su característico bigote de macho mexicano y su forma revolucionaria de vestir no había cambiado.

—Gracias a todos ustedes es esto posible, hoy cumplimos 50 años, y estoy completamente agradecido por su preferencia, si Dios quiere esta empresa se mantendrá en el mercado por 5 décadas más, me encargaré de que mi familia aprenda los valores empresariales que se requieren para seguir adelante y seguir llevando una increíble sazón a sus paladares, recuerden que en el Habanero “mientras más picoso, mejor sabor”­—cerró su discurso con el lema de su negocio.

Después de aplaudirle, el mismo señor Monroy se encargó de presentar a su nieta como siguiente número en el que todos se deleitarían, pero detrás del escenario se encontraba Lucía nerviosa porque pronto saldría a cantar por primera vez ante un enorme público y estaba preocupada, al perecer sabía algo que los demás no, secreto que solo guardaba con Charles, el Mayordomo, quien la acompañaba antes de salir.

—Charles tengo miedo, esto no debe acabar así, algo debemos hacer, no siempre estaremos callados—




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.