Secretos De Familia

Capítulo 9: Creo en mi

La tensión en la familia estaba cada vez más fuerte pues ahora reflejaban odio a Samanta Flores y a sus pequeños hijos, pues revelaron al detective la verdad de Manuel y por su culpa estaba muerto, las miradas eran aterradoras para la mujer, se sentía incomoda, así que sin decir nada hizo sus maletas para irse lejos 

-mami ¿nos iremos de viaje? –dijo Ángel

-si mis niños, lejos de aquí, pero guarden silencio, que nadie los escuche- respondió Samanta

Pero Christina estaba escuchando todo detrás de la puerta, por lo que con prisa fue a avisarle a don Alejandro

-señor Monroy, disculpe que lo moleste-

-¿qué pasa Christina? –

-es la señora Samanta Flores, acabo de escucharla decir que se irá muy lejos de aquí –

-hiciste bien en venir a decirme, habla a mi hijo, dile que es urgente –

-sí, señor –

Samanta se apresuró a subir a su auto con todas sus maletas y sus hijos, arrancó y se fue sin despedirse; Gerardo entró a ver su padre para tomar medidas respecto a la acción de su nuera.

-padre ¿Qué ocurre? –

-Samanta acaba de irse –respondió Don Alejandro

-pero me imagino que volverá-

-no, no piensa volver, Christina la escuchó, se fue con sus hijos –

-¿Qué quieres que haga al respecto? –

-alcánzala, esa traidora no puede estar lejos de nuestra vista, no sabemos que otros daños pueda causar a la familia sin nuestra supervisión, pero sabes una cosa, mejor ¡MATALA!

-pero ¿y los niños que viajan con ella? –

-haz lo que te ordeno, choca su auto de tal manera que parezca un accidente automovilístico, es decir como si ella sola se haya caído a un barranco, y de inmediato te retiras de ahí-

-entendido padre-

-pero date prisa antes de que se nos escape –

La mujer ya iba algo lejos de la mansión, pero su intuición le decía que lo malo aún no había pasado, trataba de ir tranquila, para no asustar a sus hijos

-mami ¿podemos ir a la playa? –preguntó la pequeña Naomi

-si mi niña es posible...

Justo acababa de responder eso, cuando un estruendo los asustó, pues otro auto detrás de ella, los golpeó ligeramente, los niños gritaban de pánico

-no pasa nada niños, estén tranquilos- decía Samanta

-mami ese auto viene de nuevo a toda velocidad a golpearnos otra vez- comentó Ángel

-no, no nos va a volver a golpear, por favor niños pónganse el cinturón y sujétense muy fuerte –

Y una carrera se desató los dos vehículos iban a toda velocidad por la carretera, Gerardo chocaba una y otra vez el auto de Samanta, pero no la derribaba o sacaba del carril, ella se mantenía rodando sin problemas

Sin embargo la desesperación dentro del auto era muy fuerte, los niños comenzaron a llorar

-mami ¿Por qué nos persiguen? ¿Hicimos algo malo? –comentaba Naomi

-no mis amores, expresar la verdad no tiene nada de malo –

Samanta con tanta preocupación tenía miedo de desviarse del camino, Gerardo seguía tratando de hacerlos caer y al no obtener resultado, comenzó a dispararles, estallando los cristales

Eso alteró más a los dos pequeños y  a la mujer, así que aceleró lo más que pudo, hasta que se topó con un cruce de ferrocarril, el cual estaba  a punto de cruzarse en su camino, ella en un acto por esquivar a la enorme máquina y alejarse de su agresor piso aún más fuerte el acelerador

Pero no logró esquivarlo por completo pues el tren pegó ligeramente al auto, aunque  con la velocidad en la que venían ambos el impacto fue muy fuerte, pues hizo dar vueltas al auto hasta sacarlo del camino, como hubiese querido su agresor, dejándolos caer a un lago en el que morirían ahogados si no salían

Gerardo observó el acontecimiento, y se retiró de inmediato del lugar pues supuso que cumplió su objetivo

Dentro del vehículo Samanta, herida por los cristales rotos, se quitó el cinturón, y en ese instante trató de abrir las puertas para sacar a sus hijos a salvo, ambos lloraban, pero estaban bien, sin embargo el auto se hundía cada vez más, se liberaron y lograron salir a la superficie

-¿quién nos hizo esto mami? –preguntaba Ángel

-no lo sé, pero si pensaba matarnos no lo logró, necesitamos irnos lejos de aquí y no volver jamás, que piensen que nos ahogamos-

Por otro lado Lucía caminaba fuera de su celda tratando de encontrar una salida, en su  paso encontró unas escaleras en ascenso, y tal y como suponía su cárcel se encontraba bajo tierra, al subir estaba frente a un pasillo con un piano al fondo

-genial ¿Dónde está la puerta de salida? –se cuestionaba Lucía

Sin ver nada más que aquel piano, se acercó, pues tal vez ahí estaba la respuesta

 

-¿y si no existe una puerta de salida y se trata de muros secretos? Tal vez al tocar una nota en el piano se abre la salida, pero ¿Cuál será? –




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