El detective y Lucía se dirigían a la mansión Monroy a toda prisa, pues tenían pendientes con la familia que aclarar, pero al llegar se encontraron con policías arrestando a alguien
-¿a quién están arrestando? –preguntaba Lucía
-no tengo idea, me bajaré a averiguar, tu quédate en el auto, que no te vean aun –respondió el agente
-descuide, será sigilosa-
El agente caminó hacia la escena policiaca, y si se llevó una sorpresa al ver a quien estaban arrestando
-oficial Morrison ¿Qué es esto? ¿Por qué se llevan a la madre Mary Eunice? –
-oh agente Marrufo me alegro de que ya esté bien, verá es que asignaron a otro detective para resolver el caso y parece qué encontró al asesino, bueno asesina-
-soy el agente Dorantes, para servirle, y colega Marrufo, déjeme decirle que el caso estaba muy sencillo, no sé porque se demoró tanto –interrumpió inesperadamente
-ya veo que rápido me reemplazan, pero el caso originalmente me pertenece y usted está mal al arrestar a esta mujer, ¿Cómo una sierva de Dios es la culpable? –respondió enojado el detective Marrufo
-se encontraron sus huellas y su misma sangre en el cuchillo que ella misma portaba y con el que fue asesinado Charles ya que también tenía sangre de la victima –comentaba el agente Dorantes
-¡agente Marrufo! ¡DIGALES A ESTOS HOMBRES QUE YO SOY INOCENTE! No soy asesina, por favor ayúdeme –suplicaba a gritos la mujer
-tranquila hermana, va a estar bien –
-no hermana, no estará bien, ¿cree en Dios?, pues pídale ayuda porque nadie más la va a salvar, las criminales como usted no son tratadas bien en la cárcel –le dijo el agente Dorantes
-no, por favor, usted sabe detective Marrufo que sería incapaz de tal acto, ni conocía al tal Charles –
-yo sé que usted no es la verdadera asesina hermana, haré todo lo que esté en mis manos para sacarla de este asunto, se lo prometo-
-este es su fin hermana -
-tiene razón Agente Dorantes, este es mi final, porque he sido robada, estafada, y es hora de cargar con mi cruz, tan vencida se lo debo a ellos, los Monroy, deja que el cielo se caiga, cuando se desmorone, permaneceremos de pie –
-¡llévensela muchachos! –ordeno el agente Dorantes
La madre Mary Eunice fue trasladada al reclusorio de mujeres, triste, decepcionada, estafada, pero con la frente en alto sabiendo que es inocente y que pronto se haría justicia
Lucía por otro lado no obedeció la orden del detective y se salió del auto para comenzar su plan de venganza, primero entró sin ser vista, siempre encubierta, en la habitación donde su abuelo guardaba sus armas, tomó una y a las demás las dejó sin municiones
Luego se dirigió en su vieja habitación y ahí se topó a Margarita limpiando y la amenazó con dispararla si se atrevía a gritar
-¿Quién eres tú? –preguntaba la sirvienta
-soy Lucía Ortegón Monroy, guarda silencio Margarita o te disparo y acabo con tu vida así como lo hicieron con Charles, solo quiero que me digas lo que sabes, esa monja es inocente –
-señorita Lucía que bueno saber que está bien, la creíamos secuestrada, pero yo no sé nada se lo juro -
-no me quieras ver la cara de estúpida, tu eres los ojos y oídos de esta casa, lo sé perfectamente, estas al tanto de todo lo que pasa aquí, ahora vas a declarar lo que realmente pasó o te disparo –
-no señorita yo no tengo la culpa de lo que pasó, pero está bien le diré todo lo que sé...
-estábamos a un día del aniversario con todos los preparativos y Charles expresó que ya debía irse de la casa , entonces todos se reunieron a hablar con él, excepto la parte de su familia señorita, ni el señor Francisco ni la señora Mariana y mucho menos sus hermanos estuvieron invitados a esa reunión, pero si fue una discusión muy fuerte...
-señores míos, sé que les he servido durante muchos años pero ya no puedo seguir aquí, quiero una vida propia, formar mi propia familia –comentaba Charles
-no Charles aquí lo tienes todo, tu no necesitas ir a buscar lo que no tienes, disfruta de esta gran vida que puedes darte- respondió Gerardo
-es que ese es el problema, esta no es la vida que yo quiero, o la que yo soñé, de verdad me siento muy agradecido por todo, pero ya no puedo seguir sirviéndoles-
-Charles por favor no puedes irte, ¿Dónde encontraremos otro como tú? –comentó Manuel
-gracias, pero les voy a ser honesto, ustedes no son lo que aparentan, o lo que han demostrado a la sociedad, a cada uno de ustedes le he guardado secretos y cada quien sabrá cuales son, yo sé que temen que revele todo lo que sé si me voy, pero parte de irme es para ser libre, estando aquí me siento atrapado en las mentiras y lo único que es verdad es que las mentiras son las heridas del alma y no se puede vivir así, dejen de engañarse entre ustedes y verán que solucionarán sus problemas con honestidad, es el primer paso a la pureza-
-oh mi querido Charles, pero que conmovedor, haz sido como un hijo para mí, pero te lo pondré más fácil si te vas te mueres –dijo don Alejandro