Secretos de la Sombra I

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴜɴᴏ

ALINA
El silencio de la biblioteca no era normal esa noche.
No era el silencio de los pasillos vacíos ni el de las lámparas parpadeando sobre los libros antiguos. Era otro tipo de silencio… uno que respira.
Siempre me ha gustado quedarme después del cierre. El resto de los bibliotecarios teme a la sección prohibida del sótano, pero para mí es el único lugar donde todo tiene sentido. Hay libros que no figuran en ningún registro, volúmenes sin título que parecen recordarme, aunque yo no los haya leído nunca.
Esa noche, el aire olía a polvo y a electricidad.
Tenía las manos manchadas de tinta cuando encontré el libro. No tenía portada, solo una franja negra y letras grabadas a fuego en el lomo: “Memorias de la ciudad olvidada.”
Lo abrí.
Y escuché mi nombre.
—Alina.
No fue un susurro en mi cabeza. Fue real. Masculino. Grave.
El eco recorrió las paredes del sótano, tan profundo que me dejó sin aliento. Giré, buscando de dónde provenía, pero solo había sombras.
Cerré el libro con fuerza. El corazón me golpeaba el pecho, pero algo dentro de mí no quiso huir. Sentí… curiosidad.
—¿Quién eres? —pregunté al aire, casi sin voz.
Un leve roce detrás de mí me hizo girar. Nadie. Pero el aire se movió, como si alguien hubiera pasado muy cerca. El frío me acarició el cuello.
—No deberías abrir lo que no puedes comprender.
Esta vez la voz estaba tan cerca que casi sentí el aliento.
Retrocedí, chocando con una estantería. Los libros se sacudieron, y uno cayó abierto a mis pies. En sus páginas, una tinta oscura se movía, formando palabras que parecían recién escritas:
El Guardián observa.
Tragué saliva. No había nadie, pero juraría que una figura oscura cruzó el reflejo del cristal de la vitrina. Alta. Erguida. Perfectamente inmóvil.
Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente: una corriente recorrió mi piel, una mezcla de miedo y… algo más.
Era absurdo sentirlo, pero esa voz tenía algo hipnótico, como si me conociera desde siempre.
—¿Por qué me hablas? —susurré.
—Porque eres la única que recuerda. —La voz se volvió un roce de aire contra mi oído—. Y porque te he estado buscando, Alina.
Mi nombre en sus labios imaginarios sonó demasiado íntimo. Demasiado real.
El libro en mis manos comenzó a vibrar. Las letras resplandecieron un segundo, y antes de que pudiera soltarlo, una corriente me atravesó las venas.
Vi imágenes fugaces: un hombre de mirada fría, de pie en lo alto de una torre; calles cubiertas de niebla; una ciudad arrodillada ante su sombra.
Y en medio de todo eso… yo.
Cuando el pulso se calmó, el libro volvió a estar inerte.
El sótano parecía el mismo, pero no lo era.
Las luces parpadearon y, por un instante, las sombras tomaron forma humana.
Alguien estaba allí.
Pude sentir su presencia… detrás de mí. Tan cerca, que el aire se volvió denso.
Mi respiración se aceleró. Cerré el libro y lo apreté contra el pecho, sin atreverme a girar.
El reloj del pasillo marcó la media noche
Y entonces lo escuché, justo al oído:
—Nos veremos pronto.
El sonido de unos pasos alejándose resonó en el suelo de piedra.
Pero cuando me giré, no había nadie.
Solo el eco de esa voz…
Y la certeza de que acababa de despertar algo que jamás debí tocar.
Graciassss por leerme.



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En el texto hay: romance, secretos, poderes

Editado: 23.10.2025

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