Secretos de la Sombra I

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴄɪɴᴄᴏ

ALINA
El Consejo no tardó en notar los vacíos.
Los registros desaparecían, los archivos se corrompían, los guardianes murmuraban entre sí sobre algo que no podían nombrar. Y yo estaba justo en medio, sintiendo que cada mirada de sospecha me quemaba como hierro rojo.
—Alina, explica esto —dijo el Gran Maestro, señalando los libros que faltaban. Su voz era firme, pero había un dejo de incredulidad.
—No sé qué ha pasado —respondí, midiendo cada palabra. —Quizá alguien más los tomó sin autorización.
Pero la mentira me quemaba la garganta. Sabía que cada secreto robado alimentaba a Adrián. Sabía que él no era un ladrón cualquiera: estaba reconstruyendo la ciudad a su imagen, y yo era su punto débil.
Después de la reunión, no pude quedarme quieta.
El aire de la ciudad estaba cargado de electricidad. La lluvia caía como un manto gris, cubriendo los techos, arrastrando susurros y promesas.
Sabía hacia dónde debía ir: los callejones del barrio antiguo, donde las sombras eran tan densas que podían tragarte si no caminabas con cuidado.
Adrián siempre estaba allí, invisible, esperando que lo encontrara.
—¿Adrián? —llamé, con la voz temblando apenas, mezclando miedo y deseo—. ¿Estás aquí?
Un paso detrás de mí.
Tan suave que juraría no haberlo escuchado.
—Te dije que me buscarías —dijo, con esa calma peligrosa que me volvía loca.
Me giré y lo vi: mojado por la lluvia, oscuro, imponente.
No había odio en sus ojos. Solo poder… y necesidad.
—Tienes que detener esto —susurré—. Estás destruyendo lo que juraste proteger.
—Y tú… me persigues a pesar de saberlo —dijo él, acercándose. —¿Por qué, Alina?
Su proximidad era un fuego. Podía sentir el calor de su cuerpo, el leve olor a cuero, a madera quemada y algo metálico que no lograba identificar.
No podía pensar.
Solo sentir.
—Porque… —empecé, pero mi voz se perdió cuando su mano rozó la mía.
No me tocó como antes, pero fue suficiente.
Suficiente para que un escalofrío recorriera mi espalda y mis labios se humedecieran sin quererlo.
Suficiente para que supiera que estaba completamente atrapada entre miedo y deseo.
—No puedes detener lo que ya empezó —susurró, inclinándose un poco más.
Sus labios rozaron apenas los míos… y luego se encontraron en un beso que fue fuego y sombra al mismo tiempo.
El mundo se deshizo alrededor nuestro.
La lluvia golpeaba los adoquines, pero solo podía sentirlo a él: la mezcla de peligro y deseo, el roce de sus labios que me quemaba y me atraía al mismo tiempo.
Mi mente gritaba que lo empujara, que huyera, que recordara que él era el enemigo.
Pero mi cuerpo no obedecía.
Cuando finalmente nos separamos, jadeando, su mirada era un desafío y una promesa.
—Te destruirás —le dije, con la voz temblando.
—Entonces arderemos juntos —susurró él, antes de desaparecer entre las sombras.
Me quedé sola, con el eco de su beso y el peso del fuego en la piel.
Sabía que cada encuentro nos acercaba más al desastre…
y a pesar de todo, no podía dejar de buscarlo.
Graciassss 🖤.



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En el texto hay: romance, secretos, poderes

Editado: 25.10.2025

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