ALINA
El Consejo había decidido actuar.
La ciudad estaba al borde del colapso, y los guardianes del templo rodeaban el barrio antiguo, preparados para contener a Adrián… y a mí, si fuera necesario.
—Alina, esto es peligroso —dijo mi voz, temblando mientras caminaba entre las sombras hacia el punto de encuentro.
Pero no había marcha atrás. Ya no podía huir de él, ni del fuego que nos unía.
Lo encontré en la plaza central, bajo la luz de la luna que parecía teñida de violeta.
Su presencia llenaba todo el espacio: cada movimiento suyo irradiaba poder, cada mirada me atrapaba.
—¿Lista para jugar con la oscuridad? —preguntó, sonriendo de ese modo que me volvía loca.
—Solo si tú estás conmigo —respondí, y sentí cómo el artefacto que había construido vibraba suavemente en mi bolso, como si supiera que debía ser usado.
Los guardianes rodearon la plaza, preparados para atacar.
Adrián y yo nos miramos, y sin palabras entendimos lo que debíamos hacer.
Juntos, canalizamos la energía del artefacto y la nuestra, creando un escudo que repelió la magia de los guardianes y absorbió parte del poder que Adrián había robado.
—Increíble —dijo él, mientras me tomaba de la cintura y me acercaba a él—. No hay nadie más como tú.
No pude contener el temblor que recorrió mi cuerpo cuando sus labios rozaron los míos.
El beso fue urgente, cargado de pasión y peligro.
Cada contacto de nuestras manos y labios era un recordatorio de que éramos invencibles juntos, aunque el mundo intentara destruirnos.
—Debemos terminar esto —susurré, entre jadeos—. La ciudad depende de nosotros.
Asintió.
—Juntos. Siempre juntos.
Con un movimiento sincronizado, canalizamos la energía final del artefacto, restaurando el equilibrio en la ciudad y conteniendo el poder de Adrián sin destruirlo.
Los guardianes retrocedieron, y el Consejo, atónito, comprendió que no podrían detenernos.
Cuando todo terminó, nos quedamos abrazados, respirando entrecortadamente, el peligro transformado en una chispa que encendía nuestra conexión.
—Lo logramos —susurré.
—Sí —respondió él—. Y ahora, nada ni nadie nos podrá separar.
Nuestros labios se encontraron de nuevo, más suaves esta vez, pero igual de intensos.
Era el beso de la victoria, de la entrega y del amor que había nacido entre la luz y la sombra.
Graciassss por leer el penúltimo capitulo de esta pequeña historia 🖤.