Secretos del Corazón

Capítulo 4

Josie se apartó de encima de Peter, dejando al descubierto un gran moretón rojo en su cuello.
Sí, definitivamente este juego no iba a terminar bien.

Chris ya había tenido que cantarle una serenata a Lola, y Stevan… bueno, se quitó la camisa, quedando medio desnudo frente a todos (admito que ese reto no me molestó en absoluto). Y Josie… bueno, ya todos vimos lo que hizo.
Hasta ahora, nadie había elegido “verdad”. Todos se inclinaban por “reto”.
Ahora era mi turno. Sentí cómo todas las miradas caían sobre mí, y la sonrisa de Lola se curvó en una expresión maliciosa.

—Okey, te reto a…

—Pero ni siquiera me preguntaste si elijo verdad o reto —interrumpí.

—Eso no aplica para vos —dijo ella, con esa sonrisa que nunca presagiaba nada bueno.

Esto tiene que ser una broma.
—¿Me retás a qué?

Su mirada va de Stevan a mi, pero trato de decirle que no. Ella parece decepcionada pero entiende lo que quiero decir.

—Bien, bien. Seré buena —uno de los chicos del equipo de rugby entra a la cocina, los labios de Josie se curvan aún más, ya me estaba dando miedo—. Te reto a darle un beso a Roby.

Roby me mira con los ojos ilumados. Me acerco y le doy un beso en los labios. Simple, sin emoción. No quería hacer una escena.

—No, no. ¿Qué fue eso? Un beso de verdad—dice Lola.

—Creo que eso cuenta como beso—interrumpe Stevan.

¿Acaso alguien está celoso? Mi yo borracha simplemente podía pensar en dos cosas: lo bien que su cuerpo se veía, y como sus ojos seguían el mío dirigirse a Roby.

Así que, sin darme tiempo a pensarlo dos veces, cumplo con el reto.
Me acerco a Roby, lo tomo del cuello con decisión y lo atraigo hacia mí. Su cuerpo choca contra el mío con una fuerza inesperada, como si el contacto hubiera roto una barrera invisible.

Por un segundo, sus ojos se agrandan, sorprendido, quizá por la seguridad de mi movimiento… o por el hecho de que no dudé ni un instante, pero responde al beso casi al instante, como si lo hubiera estado esperando desde hacía tiempo. Sus manos, primero tensas a los costados, suben hasta mi cintura, y su boca se acomoda a la mía con una facilidad casi peligrosa.

El ruido de fondo (las risas, los murmullos, incluso un silbido burlón de Chris) se mezcla con la tensión sexual que podía sentir entre Roby y yo.

¿Qué puedo decir? No voy a mentir. Este chico es lindo. Conocido por ser uno de los mayores mujeriegos del colegio, Roby era un año más grande que yo. Tenía el cabello claro, una sonrisa brillante y un cuerpo que daba de qué hablar.

Me separo de él al ver que su mano bajaba de mi cintura a…otra parte.

—¡Bueno, creo que eso es más que suficiente! ¿Quién sigue? —dice Josie.

No me doy cuenta al instante, pero Stevan ya no se encontraba con nosotros. Salgo de la cocina y veo como sube las escaleras.

¿Debería seguirlo?

Doy vueltas a la pregunta, pero decido no hacerlo, o por lo menos no ahora. Tal vez darle espacio es lo que necesita. Aunque no sé que hizo exactamente que tuviera esa reacción.

Siempre tuve un leve presentimiento que Stevan tiene un pequeño crush en mi hermana.

Siempre trato de fingir que no me doy cuenta, pero hay veces que es un poco obvio. Pero hay momentos en los que es demasiado evidente. Como cuando estamos hablando y de repente sus ojos se desvían hacia Melany, o cuando me manda un mensaje solo para preguntarme si ella también va a venir.

Y ni hablar de cuando Melany empezó a salir con Nick.
Stevan se volvió insufrible.
No paraba de quejarse, como si fuera el novio abandonado. Comentarios pasivo-agresivos, chistes que no daban gracia, y un silencio raro cuando ella llegaba tomada de la mano de Nick.
No lo sé. Tal vez me estoy volviendo loca. Tal vez solo estoy viendo cosas donde no las hay.

Pasa alrededor de una hora. Bebidas van, bebidas vienen. Los juegos continúan, la música sube, la luz baja. Yo sonrío, me río, bailo, grito… como si en el fondo no quisiera salir corriendo escaleras arriba para preguntarle qué demonios le pasa.

Pero la intriga me carcome por dentro.
No aguanto más.

Subo los escalones, uno a uno, con el corazón acelerado.
Dejo atrás a Josie, Lola, Chris y Peter, envueltos en risas y música.
El pasillo está oscuro y silencioso, en un contraste total con el ruido del piso de abajo.
Me detengo frente a su puerta. Toco dos veces antes de girar el picaporte y entrar.

—¿Stevan? —pregunto en voz baja, asomándome por la puerta entreabierta.

La luz tenue de una lámpara ilumina apenas la habitación. El aire es denso, con ese olor familiar a alcohol mezclado con aroma masculino. Lo veo tirado boca arriba sobre la cama, un brazo cubriéndole los ojos.
Al escuchar mi voz, se incorpora de golpe, como si lo hubiera despertado de un sueño pesado.

—¿Qué pasó? ¿Ya terminaste con Roby y ahora estás aburrida? —su voz suena más cortante de lo normal, cargada de sarcasmo y algo más áspero… ¿celos?

—¿Qué? —digo, desconcertada.

Él se pone de pie, sin molestarse en ponerse una remera. Da unos pasos hacia mí, la mirada fija, oscura.

—¿Es él? —pregunta con tono casi acusatorio—. Sé que estás enamorada de alguien. Josie y Lola no dejan de cuchichear como si no fuera obvio.

Abro la boca para responder, pero no sé por dónde empezar.

—Creo… que estás un poco ebrio como para tener esta conversación —digo al fin, intentando sonar firme.

—Estoy más que bien —responde, y antes de que pueda reaccionar, me toma de la mano y me jala suavemente hacia él.

No es brusco, pero tampoco me deja opción. Nuestros cuerpos quedan a escasos centímetros. Siento el calor de su piel, el latido acelerado bajo sus dedos.

—No vuelvas con él… —murmura, casi suplicando.

—No voy a volver con nadie, Stev —respondo, bajando la mirada, tratando de ordenar lo que siento.
Mi voz tiembla un poco, y odio que él lo note.




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