Secretos del Corazón

Capítulo 12

Salimos del cuarto como podemos, entre risas nerviosas y movimientos torpes, intentando arreglarnos la ropa sobre la marcha, como si eso bastara para borrar lo que acababa de pasar. Trataba de mantener la compostura, de fingir que todo era normal, cuando por dentro sentía que el corazón me golpeaba tan fuerte que cualquiera podría escucharlo.

Me repetía una y otra vez que esto no podía estar pasando, que debía de ser un sueño extraño, producto de tantas noches imaginándolo en silencio. Si alguien me hubiera dicho hace unas semanas que estaría saliendo de un cuarto después de haberme acostado con mi crush de toda la vida, me habría reído en su cara. Y, sin embargo, ahí estaba: temblando por dentro, con el recuerdo aún fresco en mi piel, incapaz de procesar del todo lo real que había sido.

Atravesamos el pasillo y nos mezclamos entre la multitud. El ambiente de la fiesta nos golpeó de inmediato: el aire estaba denso, cargado de humo y el inconfundible olor a alcohol derramado. Risas escandalosas y música demasiado alta se mezclaban con el calor de los cuerpos que bailaban apretados, como si el lugar se hubiera convertido en un club nocturno improvisado. Todo parecía seguir igual para los demás, pero para mí el mundo había cambiado.

Trato de encontrar con la mirada a Mel y Rita, pero no estaban por ningún lado. Josie y Lola se me acercaron junto a otros chicos. Tenían una sonrisa sacada del País de las Maravillas.

Sus ojos viajaban entre Stevan y yo. Tampoco éramos tan obvios, ¿no?

Stevan me susurra algo al oído, diciéndome que tenía que hablar con alguien y volvía. Miro como se aleja mezclandose con la multitud.

Josie y Lola me abrazan, —¡Cuéntanos todo!

—¿Todo o …TODO? —les pregunto. Ellas entienden a lo que me refiero y rápidamente saltan de la emoción.

—¡TODO! —exclaman al unísono. Sonrío ante la situación. La noche cada vez se ponía mejor.

Solo me faltaba una cosa que hacer: hablar con Logan. Lo vi apartado, apoyado contra la pared con una bebida en la mano, observando fijamente cómo Rita y Melany subían las escaleras entre risas, seguramente camino al baño.

Me acerqué a Josie y Lola para avisarles:
—Vuelvo enseguida, después les cuento todo.

Las dos me miraron con ojos brillantes de curiosidad, como si supieran exactamente lo que estaba por hacer.
—Prometido, ¿eh? Queremos cada detalle, hasta el más mínimo.
Asentí con una media sonrisa, sabiendo que no iba a poder escaparme tan fácil.

Me acerqué a Logan con paso firme, aunque por dentro sentía el corazón acelerado.
—Ser stalker no te pinta bien —bromeé para romper el hielo.

Él levantó la vista y me saludó. —¿Cómo te salió todo? ¿Ya te puedo decir cuñada? —preguntó con una sonrisa torcida.

Reí suavemente, aunque mis mejillas se calentaron.
—No lo sé todavía. Stevan y yo… aún no le pusimos nombre a lo nuestro. Pero… ¿qué estás haciendo acá, Logan?

Frunció el ceño, desconcertado. Mira a su alrededor y vuelve la vista sobre mí.
—¿A qué te referís?

—A quedarte acá, quieto, viendo cómo ella se aleja y ni siquiera intentas acercarte. —Lo miré fijo, como esperando que reaccionara—. ¿Por qué no lo haces?

Se pasó una mano por la nuca, nervioso.
—Porque necesita espacio… y tiempo para procesar las cosas.

—¿Y eso te lo dijo ella o lo asumiste vos? —le solté sin filtro—. Mira, conozco a mi hermana mejor que nadie. Lo que siente por vos es real.

Logan bajó la mirada, apretando la mandíbula. Aparentemente era un poco más idiota de lo que pensaba. Todos sabíamos que Melany gustaba de él, solo hacía un par de ojos para darse cuenta.

—Ya lo sé. Pero… todo lo de Nick complicó demasiado las cosas.

Rodé los ojos con impaciencia.

—Nick es un idiota. Punto. No hay más vueltas que darle. Si de verdad quieres estar con Melany, haz algo al respecto. Porque quedarte acá, escondido en la esquina, mientras otros se le acercan… no te va a servir de nada.

Él levantó la cabeza de golpe, alarmado.
—¿Otros? ¿Cómo que otros?

Señalé discretamente hacia el pasillo de arriba. El barandal dejaba ver claramente la escena: un chico se inclinaba demasiado cerca de Melany, mientras ella ponía cara de fastidio, esquivando su cercanía.

—¿Y? —lo apuré, cruzándome de brazos—. ¿Qué estás esperando?

Vi cómo la expresión de Logan cambiaba en cuestión de segundos: primero la sorpresa, luego el enojo, y finalmente esa determinación que tantas veces había escondido detrás de excusas.

—Gracias cuñadita, te debo una —me dice guiñandome el ojo.

Misión cumplida.

Siento unas manos rodeando mi cintura y, por instinto, me doy la vuelta con el corazón acelerado, convencida de que se trata de Stevan. Pero no. Solo era el rubio de quinto. Me muevo para safarme de su agarre, aunque no me hace falta esforzarme demasiado: alguien lo empuja con fuerza desde atrás.

—No vuelvas a tocar a mi novia, a menos que quieras terminar con la nariz rota —la voz de Stevan retumba a mis espaldas.

¿Debería sentirme molesta por la manera en que lo dijo? No, lo único que me atraviesa es un calor inesperado que me recorre entera. “Novia.” La palabra todavía flota en el aire, encendiéndome más de lo que debería. Y la forma en que lo empujó, en que lo miró con esa furia protectora, me resulta tan excitante que casi me olvido de respirar.

El rubio se marcha con mala gana, lanzando una mirada de desprecio antes de desaparecer entre la multitud. Stevan no pierde tiempo: ocupa su lugar con determinación, posicionándose frente a mí como si ese espacio siempre le hubiera pertenecido. Sus manos se posan con firmeza en mi cintura, y de pronto el ruido de la fiesta desaparece; solo quedamos él y yo.

Una sonrisa se me escapa sin remedio, los nervios mezclados con deseo.
—¿Acaso te gusta amenazar a cada chico que se me acerca? —pregunto, divertida.

Él arquea una ceja, a punto de responder, pero no lo dejo.
—¿Estaría muy mal si digo que eso solo te hace ver más atractivo? —susurro, y antes de que pueda contestar, lo beso. Lo beso con la urgencia de quien ya no puede contenerse, con las manos enredándose en su cuello, con la necesidad de borrar cualquier distancia entre nosotros.




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