La cabaña de los Guardianes, una silueta discreta y humilde que se fundía con la densa y ancestral vegetación del Pantano Ross, se había convertido en un santuario, un refugio donde la paz parecía haber encontrado un hogar. Sin embargo, el aire dentro de sus muros ya no era el mismo que habían respirado en los primeros días de su recuperación. La reciente y perturbadora revelación del “eco” había impregnado cada rincón con una nueva capa de ansiedad, una sombra sutil pero persistente que se aferraba a sus corazones. Lourdes y Harry, aunque sus cuerpos se recuperaban lentamente bajo los cuidados expertos de Meredith y la sabiduría de Eleanor, sentían el peso abrumador de la advertencia. Su hijo, el primogénito que crecía dentro de Lourdes, no era solo una promesa de vida, sino ahora también un faro de una nueva energía, un puente hacia el reino etérico, y con ello, un objetivo potencial. La purificación del jacarandá había traído luz y esperanza, sí, pero también había expuesto una vulnerabilidad inaudita, abriendo las puertas a peligros que nunca habían imaginado.
Los días en la cabaña se transformaron en un período de intensa y urgente preparación. Eleanor Douglas, con su porte sereno, sus movimientos pausados y sus ojos penetrantes que parecían ver más allá de lo evidente, se dedicó a instruir a Harry y Lourdes en los antiguos caminos de los Guardianes. Harry, con el innegable peso de su linaje Queen y una conexión innata con la energía etérica que Eleanor supo reconocer y cultivar, se sorprendía al descubrir la facilidad con la que podía sentir las sutiles corrientes del pantano. Bajo la guía paciente y firme de Eleanor, aprendió a canalizar esa energía, no para drenarla y corromperla como habían hecho sus padres, sino para nutrirla, para curarla, para devolverla a la tierra. Sus manos, antes acostumbradas únicamente a las delicadas cuerdas de un violín, ahora sentían el pulso rítmico de la tierra, la vida que crecía bajo el musgo espeso y las intrincadas raíces de los árboles centenarios. A veces, cerraba los ojos y podía ver el tenue resplandor verde del jacarandá purificado, ahora un faro de luz en medio del pantano, una estrella distante y protectora en el mapa energético de su mente. La “Q” en su frente había desaparecido por completo, borrada por el acto de Lourdes, pero el conocimiento de lo que había sido, y de lo que sus padres y su linaje representaban, le daba una nueva perspectiva de su propio poder, una que estaba libre de la oscuridad.
Lourdes, por su parte, se sumergió con una dedicación fervorosa en los misterios de la botánica etérica del pantano, guiada por Meredith. La enfermera, más allá de sus habilidades médicas convencionales, poseía un vasto y profundo conocimiento de las hierbas, los hongos bioluminiscentes y las aguas ocultas que contenían propiedades curativas y protectoras. La rama de roble, ese pequeño trozo de madera que había sido el instrumento de la purificación del jacarandá, era ahora su guía y su conexión. Lourdes aprendió a preparar complejas infusiones que fortalecían su propia conexión con la energía del pantano, y unguentos que parecían calmar el creciente desasosiego en su vientre. El bebé, que pronto se anunciaría con el inicio del tercer trimestre, era cada vez más activo, sus patadas, antes suaves y delicadas, ahora eran pequeños golpes decididos que la llenaban de amor, una alegría desbordante y una inquebrantable determinación de protegerlo. Sin embargo, a veces sentía una extraña vibración en su vientre, un latido que no era el de su hijo, sino un eco distante, un vacío que parecía resonar con algo que estaba más allá de su comprensión, algo que se conectaba con el mundo exterior.
Mientras la paz, aunque frágil y constantemente amenazada, comenzaba a asentarse en el Pantano Ross, las repercusiones del ritual fallido del Consumidor, orquestado por los Queen, resonaban con una fuerza creciente en las esferas más altas del poder mundial. El choque etérico causado por la purificación del jacarandá por Lourdes había desestabilizado la intrincada red invisible que los Queen habían manipulado durante siglos. Esta red, construida sobre la energía etérica, era el cimiento del poder de muchos líderes globales, quienes, sin saber la verdadera fuente, utilizaban esta energía para influir en las masas, para mantener su control, para manipular mercados financieros o para obtener ventajas estratégicas en el tablero geopolítico. La energía maligna proveniente del Consumidor les había permitido no solo ver, sino también "comprar el sufrimiento" de las masas, transformándolo en un recurso maleable que podían moldear a su antojo, amplificando o sofocando las emociones colectivas según sus intereses. Esta capacidad les otorgaba una ventaja sobrenatural en el juego geopolítico global.
Pero ahora, esa capacidad se había desvanecido por completo, dejando un vacío inmenso. La interrupción abrupta del flujo de energía maligna del Consumidor, un corte limpio en la arteria de su poder, causó un efecto dominó devastador en las mentes de estos líderes. Era como si un velo se hubiera descorrido, revelando una cruda realidad que sus mentes, acostumbradas a la manipulación sutil, no podían procesar.
En Washington D.C., el Presidente de los Estados Unidos, antes un maestro de la oratoria y la manipulación de la opinión pública, ahora se encontraba desorientado y tambaleante. La habilidad de percibir la desconfianza del pueblo, de anticipar los disturbios sociales, de sofocar la disidencia antes de que explotara en las calles, se había desvanecido por completo. Sus discursos, que antes resonaban con las emociones y aspiraciones de la gente, ahora eran meras palabras huecas, carentes de la energía etérica que antes les infundía una fuerza casi hipnótica. La nación, privada de la manipulación subliminal a la que se había acostumbrado, comenzó a fracturarse de manera alarmante. Las protestas se multiplicaban en las ciudades, la retórica política se volvía más polarizada y violenta con cada día que pasaba, y la economía, antes impulsada por una confianza fabricada y artificial, se tambaleaba al borde del colapso total. Los "asesores especiales", aquellos intermediarios que habían facilitado sus contactos con los Queen y las corrientes etéricas, habían desaparecido en la oscuridad o se habían vuelto tan inútiles como él. Ya no podían comprar el sufrimiento de las niñas, ni el de ningún otro ser. La fuente de su macabro poder se había agotado, dejando un vacío insoportable.
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Editado: 10.07.2025