Secretos del pantano Ross: Raíz de Jacaranda

Capítulo trece: El canto oscuro de la mansión

El eco del último aliento de Eleanor Douglas resonó en el aire pesado de la cabaña, una nota final en la sinfonía de su sacrificio. Su cuerpo, ahora un cascarón inerte y oscurecido por la oscuridad que había contenido, yacía en el suelo, un testamento silencioso a su heroísmo y al precio terrible de la purificación. La partida del Gran Consejero Queen, abrupta y llena de una promesa de venganza, había dejado un vacío frío, pero la amenaza no había desaparecido; solo se había transformado, mutado, volviéndose más insidiosa. La traición de Silas, su herramienta destrozada en mil pedazos, era un recordatorio brutal de que el peligro acechaba incluso desde dentro.

Lourdes, aferrada a Harry, temblaba incontrolablemente, no solo por el miedo que le helaba los huesos, sino por la profunda conmoción y el dolor por la pérdida de Eleanor. El jacarandá blanco, a lo lejos, parecía palpitar con una luz más intensa, como si la esencia purificada de Eleanor se hubiera fundido con él, liberando su verdadero poder. Pero esa luz, para Lourdes, era ahora una cruel paradoja: un faro de esperanza en un mundo que se oscurecía con cada decisión, con cada sacrificio. El bebé en su vientre, antes una fuente de pura alegría, era ahora un objeto de deseo y de conflicto para fuerzas que apenas comprendía.

Harry, con la adrenalina aún fluyendo por sus venas, sintió el peso de la muerte de Eleanor, de su último sacrificio. Su propia decisión de sobrecargar el dispositivo de Silas, de romper la herramienta del Gran Consejero Queen, había sido un acto de desesperación, un rechazo a la oscuridad de su linaje. Pero la voz del Gran Consejero Queen, fría y llena de desprecio, aún resonaba en su mente: "La oscuridad siempre encuentra su camino." Y lo más aterrador: "La sangre siempre llama." Había evitado la trampa del Gran Consejero, sí, pero su mente se sentía agotada, su energía mermada. Había una verdad ineludible en las palabras de esa entidad: su sangre Queen lo conectaba con ese mundo oscuro de maneras que aún no comprendía del todo. La tentación del poder, la promesa de proteger a Lourdes y al bebé a cualquier costo, seguía siendo un susurro insidioso en su mente.

Los Guardianes restantes, aturdidos y heridos por la onda de energía y la batalla, se recuperaban lentamente. Meredith, con el rostro bañado en lágrimas, velaba el cuerpo de Eleanor, su dolor silencioso más elocuente que cualquier lamento. Silas yacía inerte contra la pared, su destino incierto. La cabaña, antes un refugio, era ahora un campo de batalla marcado por la tragedia.

Los días que siguieron fueron un torbellino de decisiones difíciles y de angustia creciente. El estado de Lourdes empeoraba con la cercanía del parto. Las contracciones se hicieron más frecuentes y dolorosas, y cada una de ellas venía acompañada de una punzada de frío en su vientre, la inconfundible sensación del fragmento del Consumidor luchando, fortaleciéndose. La entidad naciente, el espíritu purificado del abuelo de Harry, se defendía con fiereza, pero la lucha constante la agotaba. Lourdes se sentía cada vez más débil, sus fuerzas se consumían rápidamente.

Harry, desesperado por encontrar una solución, recurrió a los conocimientos de Meredith. La curandera, con la voz quebrada por el dolor de la pérdida de Eleanor, le explicó que la entidad naciente y el fragmento del Consumidor estaban en una especie de "empate etérico" dentro de Lourdes. La luz del jacarandá blanco mantenía a raya al fragmento, pero no podía expulsarlo sin dañar al bebé o a la entidad. El parto sería el momento crítico, el umbral en el que uno de los dos podría prevalecer, o en el que la colisión de energías podría destruir a todos.

—La purificación de Eleanor fue incompleta para ella misma —explicó Meredith, sus ojos fijos en el cuerpo inerte de su amiga—. La oscuridad que contuvo durante siglos la consumió al final. El fragmento del Consumidor dentro del bebé es diferente. Está buscando unirse, no solo corromper. Es más… insidioso. Si no se separa antes del nacimiento, si la entidad naciente no lo expulsa, podría fusionarse con el bebé, convirtiéndolo en un ancla para la oscuridad, una manifestación del Consumidor en una nueva era.

La idea de que su hijo pudiera convertirse en una manifestación del Consumidor, en un instrumento de la oscuridad que había plagado a su familia, era un horror insoportable para Harry. La cara pálida y sudorosa de Lourdes, sus gemidos de dolor, lo impulsaron a buscar una solución, cualquier solución, por muy terrible que fuera.

En medio de la noche, mientras Lourdes dormía un sueño inquieto y los Guardianes montaban guardia, Harry tomó una decisión que le heló la sangre. El colgante Queen, el mismo que había usado para desbaratar el plan de Silas, yacía en su mano. La voz del Gran Consejero Queen resonó en su mente: "La sangre siempre llama. Te ofrezco poder… el poder de salvar a tu esposa y a tu hijo… de la manera que yo dicte." En su desesperación, esa oferta, por muy repugnante que fuera, parecía la única opción. Si había una posibilidad de salvar a Lourdes y al bebé, de evitar que el fragmento del Consumidor los consumiera, tendría que arriesgarse a confiar en la única familia que le quedaba, por muy corrupta que fuera.

Con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, Harry se escabulló de la cabaña, dirigiéndose al claro donde el jacarandá blanco brillaba en la oscuridad. La luz que emitía era pura, pero para Harry, ahora también se sentía como un faro de destino ineludible. Sacó su teléfono satelital, un dispositivo que los Guardianes permitían para emergencias, pero que rara vez se usaba. Sus dedos temblaron mientras marcaba un número que había creído olvidado, un número que su padre, Elias, le había obligado a memorizar en su infancia, un número de emergencia para la "familia".

El teléfono sonó una, dos, tres veces. Harry contuvo la respiración. Finalmente, una voz fría y metálica respondió. No era la voz del Gran Consejero Queen, sino una voz robótica, familiarmente desprovista de emoción. Era el asistente de seguridad de la mansión Queen, un programa de inteligencia artificial diseñado por los Queen para monitorear y controlar.




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