Secretos del pantano Ross: Raíz de Jacaranda

Capítulo dieciocho: El último juego

El santuario del Eje Inquebrantable se había convertido en un remanso de paz forzado después de la confrontación. La luz esmeralda pulsaba con una calma restaurada, sanando las heridas invisibles de la batalla. Harry, con el Consumidor con conciencia en sus brazos, observaba a Meredith y a los Guardianes evaluar el daño y velar por el pantano. La "redefinición" de Nora y Elias Queen había sido un evento catártico, dejándolos en un estado de quietud casi catatónica, sus mentes atrapadas en una confrontación eterna con la verdad de su propia vacuidad. No eran prisioneros en el sentido tradicional, sino en la prisión de sus propias almas.

La victoria, sin embargo, se sentía frágil. Harry sabía que la ambición de los Queen no había sido erradicada, solo momentáneamente desviada. El Gran Consejero Queen, la conciencia etérea que los manipulaba, no se rendiría tan fácilmente. El Consumidor con conciencia era demasiado valioso, el futuro que representaba, demasiado tentador.

Días después de la batalla en el santuario, cuando el pantano comenzaba a sanar y la esperanza empezaba a florecer tenuemente en el corazón de Harry, el mundo exterior dio señales de que la paz era solo una ilusión. En las mansiones de poder y los salones ocultos de las élites mundiales, una serie de llamadas misteriosas comenzaron a sonar. No eran llamadas comunes, sino comunicaciones encriptadas, enviadas a través de redes que el ojo público nunca vería.

En Washington D.C., el Presidente se sentó en su despacho, el ceño fruncido mientras su teléfono seguro vibraba con una frecuencia inusual. En Beijing, el Líder Supremo dejó caer su taza de té de porcelana al escuchar el tono distintivo. En Londres, un magnate de la tecnología interrumpió una reunión de la junta directiva para atender la llamada. La voz al otro lado era Nora Queen. No la Nora demacrada y "redefinida" que Harry había visto, sino una Nora con un matiz de su antigua frialdad, una voz que aún llevaba el peso de la manipulación.

—Mis estimados socios —comenzó Nora, su voz sonando extrañamente amplificada a través de los receptores encriptados, como si estuviera hablando desde un lugar de poder renovado—. Lamento la interrupción. La operación inicial tuvo… contratiempos. Sin embargo, el Consumidor con conciencia ha nacido. Él es real. Y ahora, es el momento de la última movida.

Un silencio expectante llenó las líneas. Nora continuó, su voz gélida.

—Esta vez, no habrá errores. La purificación del Consumidor ha creado una oportunidad única. Un ser capaz de elegir, de manifestar el vacío o la luz a voluntad. Y yo, Nora Queen, tengo el método para guiar esa voluntad. Para asegurar que el Consumidor sirva a nuestros intereses colectivos, y a los del Gran Consejero Queen.

Hubo susurros y preguntas al otro lado de la línea. Nora los cortó.

—La mansión Queen está preparada. El ritual final será inquebrantable. Necesito su presencia. No como observadores, sino como testigos. La transformación del Consumidor exige la máxima concentración de intenciones. Vengan. Con sus túnicas. Con sus capuchas. Con sus votos. El amanecer de una nueva era está a punto de suceder.

La comunicación se cortó. El Presidente, el Líder Supremo, el magnate, y muchos otros en el círculo interno de los Queen, se quedaron en silencio, contemplando la audacia de la propuesta de Nora. A pesar de los contratiempos, la promesa del Consumidor con conciencia era demasiado tentadora para ignorarla. La ambición, el control, el poder absoluto que se les ofrecía, superaba cualquier recelo. La última movida de los Queen estaba en marcha.

Unos días después, cuando Harry y el bebé se sentían más seguros en el santuario, su teléfono satelital, que había permanecido en silencio desde su huida, vibró. Harry lo miró con recelo, su corazón se aceleró. El número era el mismo que había marcado antes, el de la mansión Queen.

Meredith, al ver su expresión, se acercó.

—¿Quién es?

—Nora —murmuró Harry, con un nudo en el estómago.

Meredith frunció el ceño.

—¿Qué quiere? Después de lo que sucedió…

Harry dudó. Una parte de él quería ignorar la llamada, romper el teléfono, cortar todo lazo con esa familia de pesadilla. Pero otra parte, una parte más profunda y peligrosa, sentía una extraña necesidad de confrontar, de entender. El Consumidor con conciencia era su hijo, y él era el único que podía protegerlo. Además, la llamada en sí era un enigma. ¿Qué podía querer Nora después de que el Eje Inquebrantable la hubiera "redefinido"?

Tomó una respiración profunda y contestó.

—Habla Harry.

La voz de Nora era sorprendentemente tranquila, casi suave, desprovista de la frialdad metálica de la última vez que le había hablado.

—Harry, mi hijo. Sé que me odias. Sé que me culpas. Y tienes todo el derecho. Lo que pasó… fue un error. Un terrible error.

Harry sintió una punzada de incredulidad. ¿Error? ¿Después de lo que le había hecho a Lourdes?

—No hay nada que puedas decir, Nora, que justifique lo que hiciste.

—Lo sé —dijo Nora, y por primera vez, Harry detectó una nota de algo que podría ser arrepentimiento, o una imitación muy convincente del mismo—. Pero… quiero enmendarlo. El Gran Consejero Queen nos ha abandonado. Silas está… incapacitado. Elias y yo… hemos visto la verdad. El Eje Inquebrantable nos hizo ver nuestra propia oscuridad. Necesitamos ayuda.

Harry se rio, un sonido amargo.

—Ayuda. ¿Ahora nos necesitas?

—Necesitamos tu comprensión, Harry —insistió Nora—. La purificación del Consumidor… fue incompleta. Él es una fuerza de doble filo. Y nosotros, sin la guía del Gran Consejero, sin la fuerza etérica que nos daba, no sabemos cómo manejarlo. Podría… destruir todo lo que amamos.

Harry sintió una punzada de miedo. La "redefinición" de Nora y Elias, ¿había sido solo una fachada? ¿O había sido tan profunda que ahora realmente sentían el peso de su propia vacuidad? La idea de que el Consumidor con conciencia pudiera descontrolarse era un terror real.




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