Secretos en la oficina

Prólogo:

¿Les ha pasado alguna vez el tener ese molesto presentimiento de que su vida va tan bien que saben algo malo pasará? Pues a mí sí y, justo ahora, sé que ese presentimiento es uno de los más acertados que me pasó en la vida.

Desde hace semanas tenía ésta sensación de que algo malo pasaría pero él, siendo siempre tan relajado y bueno, me calmaba haciendo que le restara importancia al presentimiento pero ahora, cuando él ya no está, mi mente no deja de reproducir su recuerdo. La imagen de quien era mi novio no me abandona, lo recuerdo riendo, abrazándome, defendiéndome y demás cosas que vivimos juntos. Esa serie de recuerdos es suficiente para que mi cuerpo decaiga, mi mente se nuble y mi corazón se rompa aún más como si ésto fuera posible, como si aún quedara algo de él que se encuentre a salvo.

Dos semanas han pasado desde la muerte de Charlie, dos semanas en las que me he estado acostumbrando al agonizante dolor que siento en éstos momentos. Perder a Charlie ha sido sin duda la cosa más dura que me ha pasado, recordar la visita de un policía en mi puerta diciendo todo lo que pasó me hacía temblar las rodillas, achicaba mi corazón pero sobre todo me hacía pensar en cómo el debió sufrir y eso duele más.

¿Cómo pasamos de un momento de felicidad infinita a ésto? Es devastador ver como pasamos de ser un todo a estar solo yo con sus recuerdos colando fuerte por toda mi mente. Pensar todo ésto me hace ser consciente del que estaría sola justo ahora de no ser por mi hermana Liliana, ella no deja de decirme que el dolor pasará pero por más que quiero creerle ¿Cómo hacerlo? el dolor es tan agonizante que mi pecho arde y el lugar donde estaba mi corazón ahora es un pequeño abismo negro, uno que si no fuese por mi hermana, quizás sería mayor.

—Pase por favor señorita Adams —escucho que dicen a lo lejos y saliendo de mis pensamientos levanto la cabeza.

Frente a mí me encuentro con uno de los trabajadores del banco que me hace señas de entrar por lo que me levanto del asiento y entro a la oficina donde se encuentra un señor de quizás 40 años sentado en su silla, éste me mira sin expresión y con sus manos me invita a sentarme en la silla frente a su escritorio.

Me encuentro aquí puesto que luego de una serie de llamadas, mensajes en la contestadora y el mandar cartas informando que necesitaban me presentara con urgencia, tomé la decisión de por fin asistir al lugar luego de retrasarlo algunos días pero ¿Qué podrían querer ellos de mí?

—Buenas tardes señorita Adams, disculpe que la molestáramos tanto, créame que lamentamos la pérdida de un cliente del banco como era el señor Smith pero era indispensable que se presentara en las instalaciones pues debemos tratar un tema serio con usted —habla pero su tono suena todo menos sincero y lo miro completamente seria.

— ¿Puedo saber para qué me necesita entonces? —pregunto cortante y el asiente.

—Verá, a raíz de que él señor Smith ha fallecido y ustedes compartían una cuenta bancaria que ahora queda a su nombre tenemos que darle las notificaciones de dicha cuenta a usted, por eso se encuentra aquí —explica y asiento con la cabeza sin entender la situación.

—Bien ¿Qué notificaciones tengo que saber? ¿Existe algún problema con la cuenta? —pregunto y él me mira ahora de forma seria pero su mirada no me intimida

—Algo así, verá señorita Adams el señor Smith tiene una deuda con el banco la cual debe pagar lo antes posible con todos los intereses o, de lo contrario, el banco se verá en la obligación de embargar las cosas que sean necesarias hasta cubrir la cuota pendiente en su totalidad y debido al fallecimiento del señor Charlie Smith usted pasa a ser la responsable de dicho pago —informa y lo miro sorprendida

—Eso es imposible, Charlie nunca me comento algo de una deuda y el no guardaba secretos conmigo —digo confundida

—Señorita la verdad no me interesa lo que le decía o no su pareja, lo que me interesa, es saber cómo y cuándo pagará dicha deuda —habla de forma seria

—No lo sé señor —respondo pensando a mil por segundo una solución

—Escuche señorita, voy a correr en contra del protocolo debido a lo que paso con el señor Smith y le daré un plazo de tres meses para que pueda saldar la deuda —dice y saca de su escritorio una carpeta la cual me pasa —En ésta carpeta está toda la información que necesita. El monto, los intereses y por supuesto el tiempo para pagar lo encontrara aquí, sin más que decir eso es todo señorita, puede retirarse —comenta haciendo un gesto con su mano echándome y me levanto

Sin decir nada salgo del banco viendo la carpeta en mis manos y al ver el monto de la deuda siento que dejo de respirar y mis piernas flaquean, una de mis manos va a mi corazón cerciorándose que éste siga funcionando y cuando comprueba que es así me pellizco la pierna para ver si no es una pesadilla pero es la realidad. El monto que se encuentra plasmado es una cantidad muy grande de dinero que no sé cómo pagar.

Con el sueldo de mi humilde trabajo apenas me alcanza para mantenerme a mí, no me daría para pagar ésta deuda tan grande ni teniendo más tiempo del que me dieron, necesitaría un gran aumento y más, para poder llegar a la mitad del monto en un año, eso sin contar lo que necesito para mantenerme a mí, pagar por todos los servicios y poder tener una buena vida sería un milagro.

Mirando al cielo imploro que un auto me atropelle de camino al apartamento, pero ya que no sucede no me queda más que entrar al conjunto de apartamentos y una vez en el mío voy directo a la habitación donde me acuesto en la cama tratando de ordenar mis pensamientos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.