Secretos en la oficina

Capitulo 3: Primer día de trabajo

El irritante sonido de la alarma a las 5:30 am me hace despertar. No es común que yo despierte a ésta hora pero joder, si quiero dar una buena primera impresión a mi nuevo jefe tengo que llegar antes de la hora, lucir bien y sobre todo verme dispuesta a trabajar.

Corro al baño luego de notar que pasé 10 minutos en mis pensamientos y me ducho, como siempre el agua fría me hace despertar. Salgo envuelta en la toalla y comienzo a buscar mi ropa. El señor Jones dijo que no habría problema en que fuera con pantalones al trabajo por lo que sacando un pantalón gris y una camisa azul cielo de botones junto a un bléiser azul marino me doy por satisfecha, tomo unos tacones que combinen y salgo por mi desayuno para luego agarrar mi cartera y salir.

Camino por las calles transitadas por personas que al igual que yo corren para llegar al trabajo pero yo, por mi parte, no corro, voy con la hora justa para llegar por lo que cuando llego a la empresa decido comprar un café al frente.

Una pequeña fila me recibe siendo el impedimento que hay entre mí y el chico que atiende por lo que saco mi teléfono y me distraigo jugando hasta que por fin llego a donde el chico pero una gran torta de chocolate me roba la atención hasta que escucho un carraspeo.

—Buenos días ¿Qué desea? —pregunta el muchacho detrás del mostrador y sonrío

—Hola buenos días, dame un capuchino y un pedazo de torta de chocolate para llevar por favor —pido y asintiendo se retira para hacer mi pedido

Vuelvo la mirada a mi teléfono y la sonrisa que tenía en mi cara al imaginarme comiendo esa torta se esfuma al ver la hora y notar que, voy 5 minutos tarde, adiós a la buena primera impresión que pretendía dar pienso con tristeza. El chico llega y apurada agarro los sobres de azúcar, el café y el trozo de torta para luego extenderle la cantidad de dinero que me pide y con una sonrisa me despido dando las gracias.

Salgo corriendo de la cafetería con temor de tropezar con los tacones y caer pero por estar desesperada intentando que ésto no pasara un auto que no vi casi me atropella, más milagrosamente éste frena de repente. Mi corazón se encuentra acelerado por el susto pero me recompongo rápidamente y de inmediato sale a relucir mi mal humor por mi torpeza de cruzar como loca la calle transitada.

Un hombre sale desde atrás del auto y me mira con un rostro serio mientras que el conductor me ve preocupado. Su preocupación solo hace que mi pequeña furia se calme solo un poco ya que, la verdad, la culpable aquí fui yo y no él. Mi error podría costarle a éste pobre hombre su trabajo.

—¿Se encuentra bien señorita? Lo lamento tanto no la vi —se disculpa el conductor y su rostro preocupado junto a su voz amable me hacen calmar completamente ya que luce arrepentido a pesar de que la culpa fue mía

—Sí señor no se preocupe fue mi culpa, fui yo la que cruzó sin ver a los lados —me disculpo y el señor me regala una pequeña sonrisa que me dice no está molesto

—No se preo... —comienza a decir pero el señor no termina la oración porque el sujeto de atrás habla

—Para la próxima debería fijarse por donde va señorita —habla con una mirada seria de reproche —Casi ocasiona un accidente con su torpeza —dice y lo miro ahora molesta

—Me he disculpado ya señor así que olvídelo, la atropellada iba a ser yo, no usted —hablo y en mi tono se debe ver que comienzo a enfadarme

—No se enfade, solo le doy un consejo y aquí le tengo otro, controle su actitud —comenta con seriedad y vuelve a entrar al auto sin más

—Nuevamente disculpe señorita —habla el conductor y con una leve sonrisa me despido

El auto avanza y yo corro a la empresa. La recepcionista que dijo se llamaba Aylen me ve y sonríe mientras señala su reloj de muñeca en un claro gesto de "Llegas tarde". Le hago un seña de que ya lo sé y corro al ascensor que se detiene en mi piso

Acomodo mis cosas en mi escritorio y me volteo. La oficina del jefe está abierta lo que me hace saber que él no está aquí así que me permito soltar un suspiro de alivio. Me siento y decido tomar un poco de mi café pero justo cuando el vaso está en mi boca el teléfono suena.

—Oficina de William Jones ¿en qué puedo ayudarle? —digo recordando esa línea que me informaron debo decir al contestar el teléfono

—Hola Siena es para avisarte que el señor William va subiendo —me informan y mis nervios se disparan

—Está bien, gracias —respondo y cuelgo

Me levanto de la silla y al hacerlo mi bolso se cae del escritorio por lo que inclinándome lo agarro pero al estar abierto se salen algunas cosas. Suelto un suspiro de irritación por la menuda torpeza que me acompaña el día de hoy y me agacho para recoger las cosas cuando, de inmediato, la puerta de la oficina se abre. Escucho pasos acercarse y unos zapatos negros bien pulidos entran en mi campo de visión, trago el nudo de mi garganta y meto mis cosas en el bolso. Me pongo de pie pero de inmediato siento que voy a caer al ver ese rostro serio frente a mi nuevamente.

—¿Qué hace usted aquí? —pregunta y lo miro sorprendida

—¿William Jones? —pregunto y el asiente —Soy Siena Adams y seré su nueva secretaria —me presento

—¿Usted? —cuestiona escaneándome con su entrecejo fruncido y asiento




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