Dos semanas han pasado desde que renuncié, suspiro pensando en todo lo que ha pasado en éste tiempo y es que odio estar sola en todo, odio que Charlie se fuera, odio que mis padres me echaran de su vida como basura, odio la deuda, odio a William Jones por idiota y en definitiva odio a su hermana.
Furiosa decido levantarme del sillón donde tenía horas acostadas para asearme y vestirme, basta de estar quieta y sintiéndome una inútil, es hora de afrontar mis problemas como la adulta que soy, como la Siena Adams que todos conocían.
Salgo del apartamento cerrando bien y camino tranquila al banco, hoy no luzco uno de mis atuendos formales sino que, por lo contrario, voy bastante sencilla e informal con una camisa a cuadros verde, un jean y unas converses negras, mi cabello iba suelto logrando que las corrientes de aires lo hicieran volar y desordenar un poco hasta que entré al banco.
—Buenas tardes, necesito hablar con el señor Ross —digo a la secretaria y ella me mira para luego alzar el teléfono
— ¿Nombre? —pregunta mirándome de forma seria
—Dígale que es Siena Adams —hablo y ella asiente
—Señor, Siena Adams está aquí y desea hablar con usted —habla tan pronto le contestan —Entendido señor —dice y finaliza la llamada —Puede entrar —sonríe de forma un poco falsa y vuelve a lo que hacía
—Gracias.
Camino por el pasillo que da a la oficina del señor Ross, pasar por aquí me hace estremecer pues recuerdo perfectamente que hace no mucho tiempo pasé por aquí de forma nerviosa rumbo a la oficina del señor que me espera y luego salí con un gran peso sobre mis hombros.
—Señorita Adams, que gusto verla de nuevo —saluda el señor Ross al verme con una falsa sonrisa
—Ojala pudiera decir lo mismo señor Ross, pero ambos sabemos que no es cierto, así que no seamos hipócritas diciendo que nos alegramos de vernos el uno al otro —digo seria y el borra su sonrisa — Usted solo me recibe por el dinero que tengo que pagar —hablo y él me mira sorprendido para luego sonreír con lo que parece es burla
—Está bien, tiene razón así que vayamos al grano de una vez, por favor pase —dice entrando a su sombría oficina
Al entrar me es imposible no comparar el lugar con la oficina de William, a pesar de saber que no son lugares iguales me es imposible no hacerlo, el lugar tan sombrío es completamente diferente a la oficina donde solía trabajar, un lugar donde había mucha luz y se podía respirar, de cierta forma, con tranquilidad.
Veo cómo el hombre canoso y de rostro serio se sienta en su silla para luego fijar su dura mirada sobre mí y señalando con su mano una silla me pide que me siente pero niego con la cabeza, no quiero estar aquí con él, más tiempo del necesario
—Dígame señorita Adams ¿Qué puedo hacer por usted? —pregunta sin dejar su postura inclinada
—Necesito un poco más de tiempo para poder pagar la deuda señor —digo y se pone aún más serio dándome una mirada completamente dura y a su vez asesina
—Señorita Adams ésto no es un juego, el banco necesita que usted pague ese dinero —comenta recostándose de su silla
—Lo sé señor, sé que no es un juego, pero debe entender que esa cantidad es imposible de pagar en tan poco tiempo, a menos que seas alguien que tenga un gran ingreso laboral o que se gane la lotería.
—Le podría dar un mes más de lo acordado por la situación, pero ese es el tiempo máximo que podría ofrecerle —dice While suspirando mientras comienza a masajear sus sienes
—No creo que sea suficiente tiempo señor.
—Supongo que podría llegar a un acuerdo con el banco —habla sentándose bien de nuevo
— ¿Cómo cuál? —pregunto desconfiada
—Con el sueldo de sus trabajos podría intentar cubrir la mitad y la otra mitad la podría pagar entregándole al banco el apartamento donde vive, no sería el monto realmente completo, pero supongo que el banco prefiere tener el 90% de lo que dió a no tener nada —explica mirándome con una sonrisa tan falsas como mis ganas de ser su amiga
—No puedo hacer eso ¿Dónde viviría yo entonces? —pregunto negando con la cabeza y lo miro seria —No puedo aceptar eso
—Si no lo hace entonces tendrá que pagar la deuda completa antes o hasta la fecha tope que le acabo de dar —dice de nuevo serio —Puede irse señorita, fue un gusto —habla mientras con sus manos hace señas de que me vaya
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Sin mentir o exagerar creo que tengo unas cuantas horas acostada observando el techo, cualquiera que me viera en éstos momentos pensaría que estoy muerta, pero solo trato de buscar una solución al gran problema en el que estoy. Mi mente trabaja y trabaja buscando algo que me saque de todo ésto pero no encuentro más que las opciones del banco. Si no fuera porque no tengo otro lugar a donde ir entregaría el apartamento ya que, la realidad es, que no me interesa estar aquí sin Charlie.
—Dios Charlie ¿Qué hiciste con ese dinero? —pregunto a la nada la duda que tengo en mi cabeza desde que el banco me citó —Ojala me hubieras dicho porque entonces todo, quizás, tendía un poco más de sentido
Suspirando decido levantarme por primera vez desde hace un largo rato para ir rumbo a la pequeña cocina y poner la cafetera en acción, saco una taza y justo cuando me dispongo a esperar mi café el sonido del timbre se escucha por el apartamento robando toda mi atención.