WILLIAM
Me encontraba en el corredor del hospital esperando a Siena, la doctora no me permitió entrar porque le haría algunos estudios a Siena que según ella, no tardarían mucho pero que para mí están tardando demasiado. Si para algo sirvió ésta trágica experiencia fue para que no quedara ni un porcentaje de duda en mi mente de que amo a Siena, perderla sería lo peor que me podría pasar en la vida y ahora que la recuperé no la dejaré ir nunca más.
Suelto un suspiro por la frustración de tener que esperar, sé que todo ésto es para asegurarse de que Siena está bien, pero la quiero entre mis brazos de nuevo, tengo la certeza que ahí estará a salvo porque no dejaré que nadie le vuelva a hacer daño nunca. Suspiro frustrado y me levanto de la silla, recordar esos golpes en su cara y cuerpo junto a la sangre seca que se encontraba en su pierna me hace hervir la sangre y las ganas de matar a los infelices que le hicieron todo eso son tan grandes como las ganas de sacarla de aquí y cuidarla.
Cansado de estar sentado en la incómoda silla del hospital que comienza a lastimar mi espalda y entumecer mi trasero decido caminar un poco, no me alejo tanto pues cuando llego al principio de éste me quedo quieto observando al agente Anderson hablando con una chica. La pequeña y pálida muchacha luce tímida, a decir verdad luce aterrada, como si tan solo tenerlo cerca le asustara pero cuando él se acerca un poco más y la abraza noto como el cuerpo de la chica se relaja de forma considerable para lentamente devolverle el abrazo y comenzar a llorar.
—Es la hija del hombre que organizó todo —dice una voz femenina que reconozco perfectamente —Ella me ayudó y me salvó, sin ella no estaría aquí justo ahora —una pequeña sonrisa aparece en su rostro
—Si es así entonces estaré en deuda con ella por salvar a la mujer que amo —digo y sus mejillas adquieren un leve rubor rojo
—No sabes cuánto te extrañé —habla y la abrazo con cuidado
—No, tú no sabes cuánto te extrañé, pensé que no te volvería a ver más y eso estuvo a punto de volverme loco —tomo su rostro con mis manos y sus ojos verdes miran los míos con tanto sentimiento que pienso puede ver mi alma —No sé qué sería de mi sin ti Siena, te amo con cada célula que mi cuerpo posee, con cada latido que mi corazón hace y con cada pensamiento que mi mente tiene —digo y de forma inmediata uno sus labios con los míos
La beso de forma dulce y lenta, desesperado en cierto sentido, quiero que mi cuerpo entienda que ella está aquí de verdad y nada malo le volverá a pasar.
—Disculpen —habla una persona y nos separamos — ¿Siena Adams? —pregunta y Siena asiente con la cabeza
—Soy yo ¿Qué sucede? —pregunta aún en mis brazos
—El señor Charlie Smith ha salido de cirugía y se encuentra despierto, la operación no salió muy bien, me temo que quizás no pase de ésta noche —informa la enfermera y Siena asiente —Él quiere verla señorita
— ¿Dónde está?
—Piso 3, habitación 120, tratamos de que esté cómodo y sereno para que no sienta dolor así que por favor no lo alteren —habla la enfermera y asentimos
Siena comienza a caminar y la sigo, por más que Charlie esté en mal estado eso no quita todo lo que hizo, engañó a Siena, le hizo creer que estaba muerto y la dejó con una deuda suya, la hizo pasar por muchas cosas y además ocasionó que la raptaran, nada de eso lo olvidaré solo por su estado y si algo lamento es que no pague por todo lo que le hizo pasar ese infeliz a Siena.
Subimos al elevador y en cuanto llegamos al piso buscamos la habitación donde luego de tocar la puerta ésta se abre mostrando a un hombre vestido de negro y un chaleco del FBI.
—Nombre —habla y miro a Siena
—Siena Adams —se presenta y el asiente dejándonos entrar
Al pasar lo primero que veo es a varios hombres vestidos de la misma forma que el sujeto que abrió la puerta, también se encuentra una enferma y un doctor revisando el gotero con suero de Charlie y por último se encuentra éste acostado. Su rostro luce pálido y según el monitor que se encuentra a su lado los latidos de su corazón son lentos, como si apenas tuviese fuerza para que éste lata algunas veces más.
—Siena —escucho que dice en un hilo de voz y Siena se acerca un poco —Me alegra que vinieras —dice con una pequeña sonrisa que se borra en segundos
—Aquí estoy Charlie —dice ella deteniéndose frente a la cama donde el está
—Nena —dice y suelto un gruñido de molestia por el apodo —Lo siento, olvidaba que estaba él aquí —sonríe y la mira —Solo quiero pedirte perdón por todo lo que hice, una vez pensé que lo único bueno que hacía era ayudarte pero me doy cuenta que jamás lo hice, solo compliqué tu vida y te puse en peligro con todo lo que me rodea, jamás me lo voy a perdonar ya que por mi culpa te lastimaron, pudiste haber muerto y si eso pasaba no sé lo que hubiese hecho —susurra con su voz apenas audible
—Charlie —comienza Siena soltando un suspiro —No te guardo ningún rencor a pesar de todo lo que pasó, fuiste alguien importante en mi vida, te amé y siempre te guardaré cariño por haberme ayudado y apoyado, sé que no fingías y que realmente me amabas, me aceptaste y apoyaste cuando más lo necesité y aunque eso no borra todo lo que hiciste quiero que sepas que te perdono.