Salamanca Gto. Centro de la ciudad 07:30 am
Aquella mañana las pequeñas casas del centro de Salamanca se encontraban sumidas aun en la quietud pues la mayoría de los jóvenes aun se encontraban en sus camas felices por un rato de descanso luego de haberse desvelado hasta las dos de la mañana haciendo las tareas que entregarían aquella mañana en clase, pero para desgracia de algunos, su descanso se vería interrumpido no solo por la insistente alarma de su móvil sino por los fuertes gritos provenientes de una casa a mitad de la cuadra
-¡Arurak! ¡Se te hace tarde para la escuela!-grito la mujer desde la cocina
En una pequeña habitación decorada con muebles de madera blanca y paredes verde olivo tapizadas con incontables póster de varias celebridades junto a la cama individual metálica yacía una joven sumida entre las cobijas azul cielo con la cara pegada a la almohada intentando ignorar la chirriante voz de su madre que amenazaba con arrancarla del Mundo de los Sueños, sin embargo los incesantes golpes a su puerta y el constante llamado a su persona por fin lograron arrastrar a la chica fuera de vigilia
-¡Ya te oí!-grito Arurak mientras se incorporaba en su cama
La puerta se abrió dando paso a una mujer de edad madura ataviada con una simple bata de algodón color turquesa haciendo que la cabellera color caoba y su piel ámbar por un momento resaltara la belleza que alguna tuvo durante su juventud.
-Son las siete y media. Será mejor que te apures si quieres alcanzar el camión-dijo la mujer con firmeza contemplando a su hija con sus ojos negros como el carbón
-Si ya voy solo... ¡¿siete y media?!-grito Arurak incorporándose de un salto, cayendo la suelo debido a las sabanas que se habían enredado en sus pies
Su madre ladeo la cabeza de un lado al otro dibujando una sonrisa ante lo divertido de la escena, pero su hija no pareció darse cuenta pues así como había caída se levanto rápidamente dirigiéndose al ropero de madera blanca revolviendo la ropa recién doblada en busca de su uniforme azul.
-Oye no deshagas mi trabajo-dijo la mujer con falso enojo
-¡No encuentro mi ropa!- exclamo Arurak con prisa
- Tu uniforme está en la silla junto al tocador-respondió su madre señalando el mueble contiguo al ropero
Arurak volvió la vista hacia la vieja silla metálica de color blanco níveo y contemplo su bien planchado uniforme reposando sobre la misma, después miro a la mujer que yacía en el umbral de su puerta
-Tengo que cambiar, ¡fuera!-grito la chica arrojando su almohada en forma de corazón directo al rostro
-¡Fallaste!-exclamo la mujer con una carcajada hueca al esquivar el suave proyectil
Arurak había retirado su camisa blanca del gancho dejándola sobre su cama envuelta en los jirones azules que eran sus cobijas, se quito su corta playera amarilla -que hacia juego con su short naranja-, contemplo con fastidio la prenda durante un instante, se deslizo en ella con rapidez, se dirigió de nuevo a la silla, desdoblo su larga falda azul y repitió el proceso.
-¡Mamá!
-¿Qué?-grito la mujer desde la cocina
-¿Viste mis calcetines? No los veo-dijo Arurak con apuro mientras revolvía las cobijas de su cama.
-Están en el primer cajón de tu tocador-respondió su madre con fastidio
La joven se dirigió al mueble y abrió el cajón situado en el centro de este y ahí estaban, enrollados como un nudo de cuerda blanca.
-¿Los encontraste?-grito la mujer desde la cocina
-¡sí! Gracias-respondió Arurak al tiempo que se sumergía sus pies en cada calcetín
Luego de luchar por encontrar sus zapatos negros e introducir los libros y libretas de sus materias correspondientes, la chica se colgó su pequeña de tela negra, corrió al pequeño comedor –una habitación sencilla con una mesa y tres sillas de caoba pulida decoradas con un cojín rojo- tomo su juego de llaves de la mesa, después se desplazo a la cocina donde yacía su madre aun en bata cocinando huevo revuelto.
-¿llevas todo?-pregunto la mujer de piel ámbar sin apartar la vista de la estufa
-Sí. Nos vemos en la tarde-dijo la niña con prisa mientras tomaba un yogur de botella directo del viejo refrigerador.
Antes de que la mujer pudiera articular palabra, Arurak salió rápidamente de casa cerrando la puerta tras de sí, con un apenas audible "regreso al rato", su madre ladeo la cabeza de un lado al otro con una sonrisa en el rostro y continuo cocinando su desayuno.
Ya en la calle, Arurak camino a toda prisa esquivando a los pocos transeúntes que comenzaban a emerger de sus casas y de quien sabe donde más, toqueteando el bolsillo de su larga falda para comprobar que su juego de llaves, el móvil, su dinero y la tarjeta del autobús estuvieran ahí pues no quería revivir el incidente de la semana pasada; al igual que ahora, Arurak se había despertado casi media hora tarde y por las prisas había olvidado su dinero en la mesa del comedor, para cuando subió al aglomerado autobús solo había deslizado la tarjeta de pase pero no entrego la suma que se pedía a los estudiantes pero el conductor no lo noto debido a la cantidad de gente accedía al transporte, sin embargo a las pocas manzanas de haber avanzado, su operador le envió un mensaje de texto indicándole que la chica de uniforme azul había pagado sin subir y sin siquiera disimularlo, le dijo a Arurak que le pagara pero al revisar el bolsillo de su falda se percato de la falta monetaria, lo cual irrito al hombre y la obligo a bajar, como resultado la joven tuvo doble falta al llegar casi tres horas tarde.
Pero esta mañana la fortuna parecía sonreír a Arurak pues cuando llego a la parada del autobús no hubo ningún inconveniente respecto al dinero y por suerte el hombre que lo conducía no era el mismo sujeto amargado de aquella vez.
Ya en el trasporte Arurak se sentó cerca de la ventana para sentir el viento matutino en el rostro mientras contemplaba las casas, locales y jardines como cada mañana, sin embargo, cuando el camión atravesó El Velo en el límite del centro de la ciudad hacia el Norte, Arurak diviso algo extraño...
-¿Niebla?-se pregunto la chica al divisar una silueta que se movía con agilidad entre los edificios