Secretos en la Penumbra

Capítulo 15: El espejo del río

No había dormido bien debido a los sollozos de mi hija y incesante crujir del pequeño collar que Arurak le entrego a Odrac el día anterior.

Me levante del sofá-cama alrededor de las cuatro de la mañana e intente prepararme un sándwich para evitar perturbar a los durmientes de mi residencia, sin embargo el gato negro que solía entrar a comer las sobras de la cena, se encontraba dormido cerca del refrigerador y al momento de abrir la puerta del mismo aplaste su cola provocando un espantoso maullido que despertó por instantes a Odrac, por suerte no le tomo mucho volver a caer en su Reino Soñante.

Logre hacer mi pre-desayuno e incluso lo devore en la comodidad de las tenues series de luces rosadas y azules -que Adalid había instalado en el jardín trasero hacia un año- sin embargo ni la quietud ni el propio silencio nocturno me pudieron ser de ayuda al intentar procesar todo lo que había ocurrido desde la llegada de Adalid y su amiga a esta ciudad.

En un inicio, pensé que se trataba de alguna de las tonterías que habría provocado mi hija debido a su falta de experiencia, pero mientras más pensaba en aquel sueño y el "fantasma" que había aparecido en el mismo, mas tenía en claro que no se trataba de una simple tontería de una aprendiz o una casualidad.

-No, no es una casualidad. Las casualidades no existen-susurre

Me quede perdida contemplando el mudo tintineo de las luces a mi alrededor y el cómo ejercían aquella danza inaudible con la oscuridad hasta que los primeros rayos de luz del amanecer se hicieron presentes.

Al percibir los primeros rayos matutinos penetrar a través de las laminas del techo hacia mi piel, me levante del suelo, tome el plato desechable rectangular donde había comido mi sándwich y me dirigí hacia la cocina para depositar el plato en la bolsa de basura.

-Oh, estas despierta-dijo Odrac desde la tenue penumbra del comedor

-Oh, claro que no, eres tú quien sigue durmiendo-respondí con tono divertido

-¿Tuviste una mala noche?

-No exactamente-admití mientras tomaba asiento

-¿Qué te preocupa Michaela?-pregunto Odrac, observándome desde la ahora escasa penumbra

-No es nada-mentí

-Hm, ¿Enserio?-pregunto mientras se levantaba de su asiento y se acerca a mí

-¿Cuándo has notado que algo me preocupe realmente?-pregunto al intentar mantener mi voz con tono neutral

-Hm, no lo sé, últimamente han pasado demasiadas cosas que ni siquiera tú has podido procesar

Maldita sea, odio cuando tiene razón

-Bueno, ya que estamos en eso, ¿Qué tal has notado al chico dentro del collar?

-Te lo mostrare-dice Odrac al tiempo que me ofrece su mano para ayudarme a levantarme

Caminamos en dirección a la sala en el mayor silencio posible pues aunque los rayos del sol marcaban cada vez más un nuevo día, sabía que las chicas aun estarían sumergidas en su Reino Soñante.

No fue mucha la distancia recorrida debido a lo pequeño de mi hogar, aunque si tuvimos que contener un par de gritos debido a que nos golpeamos contra algunos muebles en plena oscuridad –debo recordar encender al menos una luz-.

Cuando llegamos a la entrada principal, Odrac dejo al descubierto su aura de tono azul celeste en todo su cuerpo y la catalizo hacia su mano derecha creando una pequeña esfera de energía de diversos tonos azules, acto seguido, coloco la esfera justo en medio de la puerta, provocando que esta rechinara un segundo y la fina madera de caoba se viese envuelta en diversas líneas delgadas y a la vez regordetas –como las venas de nuestro cuerpo-, al cabo de unos segundos la puerta se desvaneció y dio paso a un dintel oscuro con un débil titilar en el fondo

-Sígueme-ordeno Odrac con tono amable

Me sujete de la manga de su pijama y lo seguí a paso lento durante algunos minutos en aquel pasillo tan oscuro como la boca de un lobo, -y he de admitirles que el rechinar de nuestras sandalias no ayudaba mucho a ese ambiente-

Odrac se detuvo en seco provocando que chocase contra su espalda

-¿Qué sucede?-susurre con molestia

De pronto una tenue luz de color blanco se alzo ante nosotros provocando que el pasillo se iluminase por breves segundos.

Ante nosotros yacía un viejo sótano como cualquier otro –ya saben; polvo, telarañas, cajas inservibles, etc.- con la pequeña diferencia de que en medio de aquel lugar se encontraba un enorme cilindro de cristal con pequeños ductos secundarios penetrando el cristal -que le proporcionaban el aspecto de una gran telaraña- con Latne inconsciente respirando aquella humareda oscura una y otra vez.



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En el texto hay: espiritual, suspenso y magia, accion y aventura

Editado: 11.01.2020

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