Secretos en rojo y negro

Capítulo Dos

Dos años atrás

‒ Ahora les hablaré de las partes de una célula. La célula está rodeada por una membrana, con receptores en la superficie; además...

‒ Piensas solo leer lo que tienes en el papel o dirás algo que no sepamos ya — Dice alguien mientras interrumpe mi disertación, el resto de mis compañeros se ríe.

‒ Adrián, por favor deja que Aria termine su exposición —Dice la profesora

‒ Pero profesora, es lo mismo que hemos dicho todos. Además, le recuerdo que usted dijo que no permitiría que nadie leyera y eso es lo que ella está haciendo.

‒ No es mi culpa que todos tengamos que exponer de lo mismo —le respondo enojada— ahora deja de ser un imbécil y cállate.

‒ Aria —me reprende la profesora— esa no es manera de hablar, menos a un compañero

‒ ¿O esa el sí puede faltarme el respeto a mí? Me parece una falta de respeto interrumpir a alguien. Eres un idiota, seguro te crees muy inteligente, no eres más que un perdedor, un maldito jugador de futbol americano. No serás nada en el futuro, solo alguien que corre con un balón en el brazo.

Lo escucho reír mientras se pone de pie y se acerca a mí. Antes que logre decir algo la profesora grita mi nombre.

‒ Aria, ve a la dirección.

‒ Pero... —abre la puerta del salón y me invita a salir— no es justo, porque solo yo.

‒ Ve ahora, llamaremos a tu padre.

‒ No, por favor. No llame a mi padre —digo suplicando— prometo no decir nada más.

‒ Ahora, sal de mi salón y ve a la oficina del director.

Salgo dando un portazo, lo odio, lo odio, lo odio, maldito, imbécil. Escucho pasos detrás de mí, no es necesario ser adivina para saber quién es.

‒ ¿No te cansas de hacerme la vida imposible?

‒ Te lo dije una vez, y te lo vuelvo a decir ahora. Te haré pagar por lo que tu madre le hizo a la mía. Vas a desear tu muerte, donde vayas ahí estaré. Acechando desde las sombras, hasta que no seas nada más que un alma en pena, hasta eso te quitaré.

‒ Ya basta —grito mientras lo empujo— ¿crees que me importa lo que hagas conmigo?, por favor mátame de una vez, quizás así acabaría mi sufrimiento, tú no eres mi mayor demonio Adrián.

Esa noche, el demonio visita mi habitación como cada vez que bebe alcohol. Desde que mi madre se fue a hacer su vida junto a un hombre rico, vivo en una prisión sin salida, solo deseo terminar la secundaria e irme lejos. Como le dije a Adrián antes, él no es nada a comparación con lo que debo vivir en mi propia casa. 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.