Secretos entre las olas

OCHO

OCHO

— ¡Noche de películas! —grita Benny.

Yo me acurruco en el sofá, deseando que todos se vayan de la casa y me dejen una hora sola. Solo eso, quiero unos minutos a solas. Los necesito.

Hoy es sábado y Theo me obligó a acompañarlo al restaurante vegetariano solo para que él y Sydney hablaran en una mesa distinta de donde yo me senté. La verdad no quería estar en es el lugar pues temía que Emeth se apareciera pero gracias al cielo, eso no ocurrió.

Ahora mis padres y Farrah se están preparando para salir a comer, nosotros estaremos en la casa. Pensé que Justin y Leo se irían a algún lugar como han estado haciendo últimamente pero prometieron quedarse para “cuidarnos” yo creo que ya no necesitamos que nos cuiden.

— ¿Cuál vamos a ver? —Penelope coloca las palomitas de maíz sobre la mesa.

Yo sigo pensando en Emeth, en esa fotografía y en lo que dijo Sydney. Ellos solían salir, ellos ahora se llevan bien. Quizás estoy dejando que mi mente llena de teorías conspirativas viaje demasiado lejos pero, ¿Y si tuvieron un bebé? ¿Y si él solo quiere volver a salir con ella?

Vaya, Emeth podría tener un hijo.

No soy la mejor calculando las edades de las personas pero ese bebé no tiene más de un año.

No sé qué pensar de todo esto. Nunca había considerado eso de salir con alguien que es un padre soltero, sería algo normal si yo tuviera unos treinta y cinco años o cuarenta pero, ¿A los diecisiete? ¿Podría aceptar el cargo de madrastra?

Bien, ¡Detente, Zora! Ni siquiera le interesas a Emeth, no querrá tenerte como cita y mucho menos como madrastra de su posible hijo.

—Nada de amor —pido, doblando mis piernas y abrazando mis rodillas contra mi cuerpo.

Leo deja un envase grande de soda y varios vasos plásticos apilados sobre la mesa. —Algo educativo, ya que la mayoría son niños.

Theo le lanza algo que bien pudo ser una servilleta. —No me llevas más que un año y medio, no eres un adulto.

Justin se sube por detrás del sofá y se deja caer en medio de Penelope y yo. —Algo de miedo.

—No —Benny hace una mueca y luego se arrepiente—. Bueno, digo… no dan miedo.

Penelope suspira. —No, de miedo no. Miremos algo divertido.

—El señor de los anillos —propone Leo.

Justin junta sus cejas. — ¿El señor de los anillos es una comedia para ti, Leonard?

Leo aprieta sus labios intentando no reír. — ¿Cerraste la puerta del ático? —pregunta de pronto.

Justin lo mira, como si fuera un chiste interno entre ellos. —Era tu trabajo, ve a ver —señala a Benny—. O que vaya él, ya que no tiene miedo de los fantasmas.

—No existen los fantasmas —Penelope susurra.

Theo niega. —Si existen, Zora y yo vimos uno, ¿te acuerdas? En la casa de la esquina, la abandonada.

Lo miro y finalmente sonrío después de pasarme toda la tarde intentando descubrir porque Emeth es tan indiferente conmigo. Recuerdo ese día cuando Theo y yo estábamos pretendiendo ser exploradores urbanos y arriesgadamente entramos a esa casa con maleza y paredes despintadas.

Ahora que lo pienso, pudo terminar muy mal. Recuerdo ver un par de palabras con faltas de ortografía pintadas con spray negro y basura por todos lados.

Al fondo del lugar escuchamos un golpe y Theo tomó mi mano, protegiéndome inocentemente. Yo tiré de él deseando que quisiera escapar tanto como yo. Y vimos algo que podría ser o no un fantasma, fue muy rápido, algo oscuro pasando de un lado al otro.

Salimos corriendo y gritando. Nos detuvimos muchas cuadras después, mi corazón estaba latiendo muy rápido y los ojos de Theo estaban llenos de lágrimas contenidas.

Cuando regresamos a casa lo contamos todo pero solo nos regañaron por entrar a lugares como esos.

—Sí, uno muy horrible —respondo.

Justin levanta su ceja cuando me mira. —Probablemente fue un gato lo que vieron.

—Un gato muy grande —Theo suelta, sarcásticamente.

Leo exhala. —Como sea, iré a cerrar la puerta del ático —pasa por delante del sofá donde estamos nosotros tres sentados y empuja la frente de Justin—. Ciérrala la próxima vez.

Benny da un par de saltos en el asiento. —Escojan ya una película, ya quiero ver algo.

Theo lo mira divertido. — ¿Cuál quieres ver tu?

—Nada de carros hablando —amenazo.

Justin estira sus piernas. —Tampoco de dinosaurios.

Benny rueda los ojos. —Entonces miremos esa que a papá le gusta, ¿Cómo es que se llama?

—Miremos “Mamma Mia” —sugiero.

Justin mira a nuestro hermano. — ¿Quieres ver otra vez Batman? ¿Otra vez?

Lo sé, papá ama esas películas.

—Mamma Mia —repito.

Theo me voltea a ver con una ceja levantada. — ¿Vas a cantar las canciones? Tu voz es asombrosa.

Detecto sarcasmo.

Penelope suelta una carcajada, sabe que canto mal. —Quizás lo haga —contesto—. Sé que aman mi voz, son mis fanáticos.

Leo regresa con dos libros entre sus manos. —Miren, traigo algo para enseñarles antes de la película.

Que aún no hemos escogido.

— ¿Vas a leer ahora? —lo molesto.

Él me mira serio. —No —se acerca y los deja a un lado de la comida—. Miren, no sabía que teníamos álbumes de fotos. Ya ni siquiera tenemos cámaras digitales como las de antes.

Penelope toma uno y abre la primera página. Sin duda no son fotografías como en el álbum de la abuela sino que han sido impresas. Justin toma otro y yo me inclino para ver que hay ahí. Leo se sienta en medio de nosotros y nuestros brazos se tocan, intento moverme un poco más lejos pero ya no hay espacio.

Benny se sienta en medio de Penelope y Justin, Theo se sienta en el reposabrazos a mi lado, recostándose en el respaldo.

 

Se suponía que esta noche sería una de esas donde veríamos alguna película repetida pero nos hemos distraído con estas fotografías desconocidas. Decidimos ver uno primero así que Justin se lo colocó sobre el regazo y él va cambiando.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.