Me reencontré con Tiger el lunes.
Eso significa que Emeth está por aquí.
Theo salió oficialmente a una cita con Sydney. Aun no le he contado sobre la fotografía de Emeth con ese bebé ni mi loca idea sobre como Sydney y él son padres adolescentes, quiero estar muy segura antes de arruinar lo que sea que tenga con esa chica.
Tiger me recibe con lamidas y saltos, acaricio su cuello y por debajo de sus orejas. Tal vez su dueño es indiferente a mi presencia pero Tiger no, me agrada que le emocione verme de nuevo.
Mis ojos están en esa dirección por lo que lo primero que veo de él son sus zapatillas blancas, subo los ojos y ahí está. El chico que le doy igual.
Ya le conté a Ashley todo y ella sugirió que dejara de prestarle atención, que buscara alguien más y como siempre, propuso que fuera uno de los hermanos West.
—Hola, Zora —me saluda, sin ninguna emoción en particular.
Respiro profundo y me digo a mi misma: ignora sus ojos grandes. —Um, hola.
—Parece que le agradas —dijo, cambiando el peso de su cuerpo de su pie derecho al izquierdo.
Sonrío a Tiger. — ¿A quién no le agradaría? —Eso sonó como un reclamo—. Estoy bromeando.
Y ahí va de nuevo, el silencio es el mal tercio cada vez que estamos Emeth y yo. Lo detesto tanto.
—Bueno —aclaro mi garganta y muevo mis ojos al mar—. Ya me voy, adiós Tiger.
Sí, con resentimiento me despedí únicamente de Tiger. Admito que es algo inmaduro pero en mi defensa, Tiger ha sido más educado conmigo.
—Espera, Zora —Emeth me pide y se acerca a mí.
Mi plan de hoy era solo sentarme en una de esas mesas metálicas que hay en esta parte de la playa con sombrillas lo suficientemente grandes para evitar que mi piel se tueste bajo el sol. Aún hay un par desocupadas, espero que lo que sea que Emeth quiera decirme no me retrase y alguien más destruya mi plan.
— ¿Qué pasa? —pregunto, cubriéndome del sol con la mano.
Emeth lleva una gorra blanca, tal vez yo debería comprarme una también. —Eh, nada, solo… —pasa la mano por su cuello—, ¿Estás ocupada? ¿Quieres que caminemos un rato?
No entiendo, hasta hoy me ha estado ignorando y ahora quiere caminar conmigo. Mi orgullo me pide a gritos que lo rechace pero mi tonto corazón está feliz. — ¿Por qué? —pregunto.
Mira hacia mi frente, sube la mano a su visera y después de quitársela, me la ofrece. —Cúbrete mejor con esto.
¿Por qué algo tan simple y ordinario me hace sentir nerviosa? No son rosas, ni chocolates y mucho menos osos de felpa. Es una gorra, una que él estaba usando y ahora quiere que yo la tenga.
La tomo como si fuera algo normal para mí llevar gorras de chicos. —Gracias.
Mira a Tiger y sonríe. —Entonces, ¿Sí quieres?
Me encojo de hombros. —Está bien.
De todas formas no hay nada que hacer hoy. Todos están ocupados con alguien más, incluso Benny que acompañó a papá al museo del lugar. Penelope salió con las mamás de compras, Justin y Leo se fueron a ver con unos viejos amigos y Theo con su nueva chica.
Ahora que lo pienso, nunca había visto a Theo con una chica. Recuero que le gustaban algunas a lo largo de nuestra corta juventud e infancia pero no salía a citas. Supongo que en esos dos años separados muchas cosas cambiaron.
Recuerdo haber visto un par de publicaciones de él en reuniones y lugares con personas que no conozco. Algunas veces las chicas estaban a su lado, ¿habrá salido con ellas?
— ¿Tienes hambre? —pregunta.
Ay no, ¿Era este su plan? ¿Traerme aquí para llevarme con Sydney y darle celos? —Um, ¿Tienes hambre?
Se toca el abdomen. —Un poco, ¿Quieres comer algo?
Yo quiero preguntarle si le gusta Sydney, si es la madre de su hijo, cuando duró su relación, si me está usando para conquistarla dándole celos. En lugar, respiro profundo y me rindo de nuevo. —Está bien, vamos por comida.
Mientras caminábamos, con Tiger al frente siendo controlado con una correa que Emeth deja suelta, yo me miraba en los reflejos de las ventanas y escaparates. Nunca he transitado las calles de Pearl con un chico que no provenga de la familia West, usualmente era Theo quien estaba a mi lado.
Solo en una ocasión Leo caminó conmigo, me había estado sintiendo mal durante el festival que realizan una semana antes que finalicen las vacaciones de verano y él se ofreció a caminar para que pudiera relajarme. Esa fue de las pocas veces que Leo y yo pasamos tiempo sin soltar uno que otro comentario sarcástico.
Ahora estoy aquí, al lado de Emeth quien me ha invitado a movernos sin rumbo y aunque lo estoy disfrutando, me frustra no conocer la verdadera intención de su invitación. Únicamente son especulaciones mías, eso que tal vez se enteró que Sydney está en una cita con Theo y ahora está rogando cruzarnos con ellos para arruinar ese momento.
O puede que realmente solo quiere caminar.
Pero, pensé que no le agradaba. Al menos así me ha hecho sentir.
Estaba esperando a que cruzáramos en la siguiente esquina para dirigirnos al restaurante de la madre de Sydney cuando Emeth deja de caminar y señala un área con varios puestos de comida. —Vamos por allá.
Mis cejas se juntan, ¿Acaso Sydney está ahí?
Pero Sydney no estaba en ninguna parte. Realmente quería pasar tiempo conmigo, no volteaba para asegurarse que su ex novia estuviera cerca o revisaba su teléfono.
Él tomó una porción de papas fritas con queso derretido y yo escogí un helado con crema batida. Fue hasta la quinta cucharada de mi helado que tuve el valor para hacer preguntas: — ¿No te gustan las fiestas?
Emeth se limpia los dedos con la servilleta, que a diferencia de la mayoría de las personas, él no la hace bolita sino la deja estirada y solo dobla las partes donde está manchada. — ¿Las fiestas? —Yo sigo viéndolo a los ojos—. Ah, ¿Fue por lo de la otra vez?