Secretos entre las olas

DIECIOCHO

PENELOPE:

Le creo a Zora pero entonces, ¿Qué está pasando con mis padres?

Han salido a comer pero no los he visto nada felices, ya no se toman de la mano como antes y papá ha dejado de hacer reír a mamá. Me siento tan frustrada por no poder hacer nada más que teorías en mi cabeza.

Zora me dijo que no asumiera nada pero entonces, ¿Qué hago? Finjo que no me he dado cuenta de todo lo raro que está sucediendo en mi casa. Estoy segura que papá tiene una amante y eso me rompe el corazón.

Mi papá no es perfecto pero siempre lo he admirado. Me gustaba ver como siempre respetó a mamá, como nunca tuvo favoritismos con mis hermanos y como me trataba como su princesa. Ahora ya nada es igual y lo odio tanto.

Regreso con los demás, Justin está durmiendo mientras ocupa casi todo el sofá donde Leo está sentado en la orilla, con los pies descalzos de él sobre sus piernas. Zora y Theo siguen viendo la televisión, acurrucados entre ellos y turnándose para introducir sus manos en un cilindro de cartón para sacar papas fritas.

No entiendo como ellos pueden seguir negando que se gustan, es tan obvio. Cualquiera que pueda verlos así se daría cuenta que sienten algo que no quieren admitir.

A veces tengo envidia de Leo y Theo, no es justo que ellos hayan crecido con alguien de su edad y ahora puedan ser mejores amigos. Los Ortiz tienen un tercer hijo pero Benny es básicamente un niño que veo como mi hermano pequeño, el hermano pequeño de todos. Cuando nació me parecía tan adorable y me gustaba cuidarlo, tengo un cariño especial por él pero nuestras diferencias de edad no nos permiten ser así de unidos como ellos.

Algunos días acuso a mamá de haber planeado el momento exacto para quedar embarazada y ella lo niega. Yo creo que es imposible que tu mejor amiga y tú tengan dos bebes el mismo año, si me lo preguntas suena como un experimento extraño.

Pero fallaron con las fechas y tuvieron a Benny después. O a mí antes.

Tal vez me gustaría tener la edad de Benny y no prestar atención a mí alrededor. Emocionarme por mi saga de libros favorita e ignorar los problemas de los adultos.

Estoy tan aburrida ahora mismo.

La película termina y Zora se levanta para estirar sus brazos y bostezar. Theo cierra los ojos y recuesta su cabeza en el respaldo del sofá. Leo sigue con su teléfono.

—Deberíamos hacer algo —digo de pronto.

Zora, Theo y Leo me miran. — ¿Cómo qué? —pregunta ella.

Me encojo de hombros. —No lo sé, estoy aburrida.

Theo se levanta también. — ¿Una fiesta? Deberíamos romper las reglas por lo menos una vez en nuestras vidas.

Leo niega. —Yo no quiero meterme en problemas.

—Que sorpresa —suelta Theo y Zora ríe.

Yo lo pienso por unos segundos. —Hagamos como un karaoke, ¿sí? Cantemos canciones y todo eso, siempre he querido ir a una sala de karaoke.

—Estoy dentro —Zora levanta la mano.

Leo se encoje de hombro. — ¿Por qué no? Aunque ninguno de nosotros canta bien.

Theo coloca su brazo sobre el hombro de Zora. —Estoy dentro también siempre y cuando no cantemos nada de ningún musical.

—Voy a cantar canciones de Mamma Mia si quiero —reclama Zora.

Miro a Justin, es probable que esté babeando. — ¿Qué hacemos con él?

Zora da un aplauso. —Despierta.

Él sigue durmiendo, respira profundo y se gira. Leo sacude sus tobillos para despertarlo. —Justin, despierta.

Zora toca su mentón. — ¿Y si le tiro agua con hielo?

Eso es algo que ella sin duda haría.

—No seas mala —Theo responde con una sonrisa cómplice—. Aunque puedo ir por el hielo si tú vas por el agua.

Leo levanta su mano y se coloca de pie. —Basta, no tienen que ser tan malos todo el tiempo.

— ¿Qué usaremos como micrófono? —pregunta Zora, viéndome.

Yo paseo mis ojos por el lugar buscando el micrófono improvisado perfecto. Veo que en el mueble a un lado de la televisión donde hay muchos adornos y recuerdos comprados en distintos lugares, está una botella con un papel enrollado y sellado con un corcho.

Me levanto para ir por ella, estiro mi mano y cuando la tomo, escucho a mi hermano decir: —Espera —Leo se acerca a mí—. Cuidado, puedes romperla.

—Usémosla como micrófono —digo.

Él niega. —No, se puede romper, usemos algo más.

Zora se acerca y me quita la botella para levantarla con los ojos estrechados. — ¿Tiene una hoja adentro? ¿Es un mensaje dentro de una botella?

Theo se acerca también, coloca su mano en el hombro de ella. — ¿Quién fue que la colocó ahí? No recuerdo.

Yo tampoco, solo recuerdo que un día estaba y nadie cuestionó su presencia. — ¿Mamá?

Theo niega. —No lo creo, ella me dijo que era un buen adorno.

Leo la quita de las manos de Zora. —Debe ser de la señora Ortiz —la vuelve a colocar—. Si la rompemos se va a enojar.

—No lo creo —Zora sonríe—. Mamá no tiene esos gustos tan artísticos.

Leo rueda los ojos. —Pues de quien sea, tengan cuidado con romper algo —señala hacia atrás—. Vamos a usar una botella de plástico o el control remoto, no objetos que se puedan quebrar.

Todos nos alejamos al mismo tiempo que Justin se despierta.




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