Secretos entre las olas

VEINTE

JUSTIN:

— ¡Ya no voy a seguir con esto! —grita el señor West en la parte de abajo.

Yo miro a Leo con una ceja levantada, él junta ambas e inclina su cabeza como si de esa manera fuera a lograr escuchar mejor lo que está sucediendo.

— ¡Peter! —es la voz de mamá, con ese mismo tono que usa cuando nos está regañando—. ¡Baja la voz! —luego dice algo pero no logro distinguirlo.

Leo se rasca la nuca. — ¿Debería ir? ¿Están peleando?

He conocido a los West por suficiente tiempo como para asegurar que su padre y su madre no se gritan. Puede que no siempre se lleven bien, como esos días donde el señor West se sienta tan lejos de Farrah como sea posible o que él suelte una exhalación cuando ella le pida que por favor le baje volumen a la televisión.

—No sé si sea lo mejor —digo, confundido por lo que está pasando.

Leo se muerde el labio, considerando hacerme caso o ir a confrontar a sus padres para averiguar qué ocurre. Finalmente se coloca de pie, toma el picaporte para girarlo y al abrir la puerta se encuentra con Penelope que estaba a punto de tocarla.

—Están peleando —su voz se quiebra.

Leo la toma de los hombros y la entra a su habitación, deja la puerta abierta. —Tranquila, es algo normal.

Ella niega, sin evitar que algunas lágrimas se deslicen por sus mejillas. —Sabía que esto iba a ocurrir, sabía que ellos se pelearían.

Leo se coloca a su lado. — ¿De qué estás hablando?

Ella respira profundamente. —Creo que papá —pausa—, creo que él ha estado engañando a mamá.

Mis ojos se abren al igual que los de Leo. — ¿Qué estás diciendo, Penelope? —cuestiona él.

Ella se cubre la cara con sus manos. —No lo sé, solo creo que eso está pasando y mis padres ya no se llevan bien como antes, las cosas han cambiado. Yo creo que se van a divorciar.

Leo cierra los ojos y los aprieta, yo observo a Penelope y luego a él. Quisiera poder hacer algo para ayudarlos pues me siento frutado pero no hay forma en que yo mejore algo así.

—Mi mamá —aclaro mi garganta—, mamá está ahí, seguro ella los ayudará a resolver los problemas. Así es ella, ella siempre tiene una solución.

Mamá es una mujer confiable, no importa lo que ha sucedido siempre busca como resolverlo. Sé que ella puede hablar con los West y puede lograr que todo vuelva a la normalidad.

Yo no sé si el señor West realmente ha engañado a Farrah pues él no es de esas personas. Nunca lo vi voltear cuando pasaba alguna chica con faldas cortas o se expresaba sexualmente de alguien en la televisión. Quizás realmente es solo una crisis en su matrimonio y lograrán arreglarlo.

—Me duele la cabeza —dice Penelope.

Escuchamos que siguen hablando, ya no con gritos pero sospecho que todo sigue tenso por ahí. Leo me da una mirada y se peina hacia atrás con sus dedos. —Yo iré a ver qué pasa.

No voy a dejarlo solo en esto. Salgo de la cama colocándome mis sandalias y siguiéndolo fuera de la habitación luego que Leo le pidiera a Penelope que se recostara un rato. Leo suspira y se mueve lento hasta las escaleras, gira su rostro y me hace una mueca.

Yo me acerco para colocar mi mano sobre su hombro. —Vamos, estará bien, ya verás.

Bajamos las escaleras y finalmente logro reconocer lo que están susurrando.

—Ya es hora que se los digas —dice mamá a alguien.

Escucho al señor West responder. —Lo sé, ya no podemos ocultarlo.

Llegamos a la parte de abajo y Leo se mueve a la sala deteniéndose en la entrada. La señora West nos mira con una expresión afligida, el señor West se ve cansado y mamá parece estar triste y enojada al mismo tiempo.

—Leo —el señor West lo mira—. Que bien que estás aquí, tenemos que decirles algo.

Leo se mueve a un lado acercando su brazo al mío. — ¿Qué pasa?

Su padre gira el rostro hacia la señora West. — ¿Se los dices tú o se los digo yo?

Ella baja la mirada. —No creo que se prudente…

— ¡Ya es hora! —Grita papá—. Tenemos que dejar de tratarlos como si son niños indefensos, tienes que afrontar la verdad. Ellos tienen que saberlo ahora, ¡Díselos, Farrah!

Antes que ella pueda confesar cualquier cosa, la puerta del frente se abre de pronto y entran Zora con Theo. Él se acerca hasta sus padres y levanta un dedo en dirección al señor West. —No le grites a mamá.

El señor West se cruza de brazos. —Detén esa actitud, Theo.

Él resopla. —No voy a detenerme si sigues gritándole —apunta afuera—. Se podían escuchar tus gritos desde allá.

Leo da unos pasos al frente. —Bien, basta —interviene—. Theo, no…

Theo lo fulmina con la mirada. — ¿Qué? ¿Quieres que deje que le siga gritando a mamá?

Zora me voltea a ver y no parece tener más información de lo que está sucediendo. Se ve confundida también, mira a Theo con pena. Ella se mueve cerca, lo toma del brazo con sus dos manos y le pide que se tranquilice.

— ¡Farrah! —Eleva la voz el señor West—. Habla ahora, ellos ya están aquí y si no lo haces yo lo diré todo.

— ¿Qué se separarán? —Pregunta Theo—. ¿Es eso?

Farrah comienza a llorar, mamá se acerca para tomar su mano. —Yo…

— ¡Es tu culpa, papá! —Penelope aparece de pronto, empujándome a un lado para pasar y colocarse frente a él—. Tú estás engañando a mamá, ¿Por qué actúas así cuando es tu culpa?

Su padre la mira con las cejas juntas. — ¿Qué yo la estoy engañando?

— ¡Si! —Mueve sus manos—. Estoy seguro que lo has hecho, ¿Por qué no lo admites?

Él se rasca el cuello. —Penelope, no tienes idea de lo que estás hablando.

— ¡Arruinaste nuestra familia! —Grita y comienza a llorar.

Leo se acerca para envolverla en un abrazo, ella se deja consolar por su hermano. Theo se pasa las manos por el cabello y resopla enojado. La señora West se suelta de las manos de mamá, da un paso al frente y aclara su garganta. —Lo siento, hijos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.