Secretos entre las olas

VEINTICUATRO

 

—Tenemos que hablar con todos ustedes —mamá nos ha citado en la mesa muy temprano.

El señor West ya no está aquí, no me sorprende. Después de todo fue a él quien engañó y debe sentirse extraño pasar el rato en la misma casa donde está tú futura ex esposa.

— ¿Qué pasa? —pregunta Leo, con los ojos hinchados.

Penelope mira hacia abajo, Theo tiene los hombros hacia el frente y nadie voltea a ver a Farrah. Mis hermanos y yo nos damos miradas, sabemos que estamos en medio de la línea de guerra y no podemos hacer mucho por ningún bando.

—Su madre quiere decirles algo —mamá les habla a los chicos West.

Farrah respira profundo. —Chicos, sé que ahora está muy molestos conmigo y no espero que sea de otra forma pero quiero decirles que primero, los amo. Yo los amo y si esto los está lastimando me está doliendo a mí el triple —Penelope resopla—. Ustedes siempre serán lo más importante en mi vida aunque no lo crean. Sé que creen que lo que hice fue egoísta y está bien, es solo que algunas veces tomamos decisiones sin pensarlas y nos traen grandes consecuencias.

— ¿Aun lo ves? —pregunta Penelope con el rostro aun inclinado a esa dirección.

Farrah lame sus labios. —Dejé de verlo hace unos meses, yo no… solo quiero que estemos bien, ustedes y yo. Aun somos una familia, su padre los ama y por el amor que siente por ustedes me permitió no decirles nada aun. Yo solo pensé que tal vez estaba haciendo lo correcto.

Theo suspira.

—Yo quiero que me digan lo que sienten, por favor. —Su voz se quiebra—. Quiero escucharlos aun si están enojados, necesito saber lo que piensan, solo quiero que ya no hayan más secretos entre nosotros.

Leo bufa. —Eso es imposible.

—No, Leo. Podremos volver a ser como antes —contesta—. Solo tenemos que aprender a ser honestos y aprender a perdonarnos.

Leo la mira finalmente, con los ojos entornados. — ¿De verdad, mamá? ¿Quieres que sea honesto y que aprendamos a perdonar?

—Sí —responde—. Es lo único que quiero.

Mira a Justin por un segundo y pone los ojos en blanco. —Como si fuera verdad. Ustedes no quieren honestidad, quieren saber únicamente las cosas que desean escuchar. No quieren saber si uno de nosotros tiene un tatuaje o si alguien se escapó a mitad de la noche para una fiesta o sí…

Deja de hablar.

Farrah inclina su rostro. — ¿Eso han hecho? —Pasa sus ojos por sus tres hijos—. ¿Uno de ustedes tiene un tatuaje?

Theo levanta la mano. —Yo —se levanta de la silla y sube su camiseta para mostrar su cadera, es pequeño pero está ahí. Un trébol de cuatro hojas.

No tenía idea que Theo se ha hecho un tatuaje, ni siquiera me lo contó. Es casi imperceptible y si no lo hubiera señalado, jamás lo hubiera notado. Miro su rostro y me pregunto de cuantas cosas más me he perdido en este tiempo que hemos estado lejos el uno del otro.

—Theo —Farrah abre la boca—. ¿Cómo? Yo… —suspira—. No importa, está bien, los perdono. No me importa si tú tienes un tatuaje o si Leo fue a una fiesta y…

—Fui yo —Penelope afirma—. Yo me he salido para irme a fiestas, ¿Me perdonas? —esa pregunta sonó muy sarcástica.

Farrah se ve molesta. —Penelope, no deberías hacer eso. Tienes quince años.

— ¿Y tú cuantos, mamá? —responde—. Aun así eres un poco imprudente, ¿no?

Ella levanta las manos. —Bien, bien, ya —cierra los ojos unos segundos—. Ya no importa, está bien. Desde ahora puede ser un inicio para todos, empezar de cero y…

—Amo a Justin —Leo suelta de pronto.

¿Qué?

Yo me giro con los ojos abiertos.

Un momento, ¿Qué? ¿Acabo de escuchar mal? ¿Ama a mi hermano? ¿Cómo su amigo? ¿Amar de que tipo?

Todos los miramos de la misma manera, confundidos y muy sorprendidos. No sé si esto es una broma para hacer enojar a Farrah o si se está refiriendo a otro tipo de amor. Tal vez es un chiste interno o está muy agradecido con él.

Pero Justin se levanta de la silla y asiente. —Sí —mira a mamá directamente a los ojos—. Mamá, yo también amo a Leo.

Mi boca se abre.

— ¿Qué? —Pregunta mamá—. Justin, ¿Es esto una broma?

Leo se levanta también. —No es una broma, Justin y yo hemos estado juntos desde los dieciséis años.

Eso fue hace tres años. Mi hermano y Leo West han sido una pareja por tres años. No puedo creerlo.

Leo señala hacia un punto, él camina con el brazo en el aire y toma la botella que no nos dejó usar de micrófono aquella noche. —Aquí está la prueba —afirma, noto que sus manos están temblando—. Yo escribí algo para Justin aquí, yo tenía la esperanza que alguien lo encontrara pero tenía miedo también y solo, estoy cansado de fingir que no quiero a Justin.

—Y yo también —Justin dice—. Así que, ya lo saben —aclara su garganta—. Amo a Leo y no voy a dejar que nadie nos separe.

Pudo haber pasado una hora o tan solo treinta segundos pero nadie se movió durante mucho tiempo. No fue hasta que Benny se levantó para acercarse con Leo y estirar su mano. — ¿Se puede abrir?

Leo lo mira con el ceño fruncido. — ¿Qué?

— ¿La botella se puede abrir? —sonríe—. Si te gusta mi hermano no me importa, pero siempre he querido saber que hay ahí adentro.

Yo suelto una risa, primero fue muy corta y luego comencé a reír. Benny lo tomó tan tranquilamente que me ha causado mucha gracia. Escucho a Theo reírse después, continua Penelope y luego Justin. Nos estamos riendo mientras que Benny sigue concentrado en su misión especial sobre el mensaje en la botella.

Justin respira profundo, se acerca a Leo para quitarle la botella y camina a un lado, cerca de la puerta de la entrada. Con fuerza la lanza contra el piso y se rompe en muchísimos pedazos. Yo cierro los ojos por el sonido, cuando los abro él se está inclinando para tomar el papel.

Finalmente ha sido liberado.

— ¿Puedo leerla? —mira a Leo, con una sonrisa.




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