Secretos Entre Muros

Capitulo 30

Alejandro y Ricardo llegaron al hospital con paso apresurado. La tensión de lo ocurrido aún pesaba sobre ellos, pero la urgencia de ver a sus amigos los mantenía en movimiento. Al entrar, encontraron a David y Mateo en la sala de espera. David se puso de pie de inmediato al verlos, mientras Mateo permanecía sentado, con la mirada baja, inmerso en sus pensamientos.

—¿Cómo está Gabriel? —preguntó Alejandro.

David suspiró. —Ya está fuera de peligro. El doctor dijo que lograron contener la hemorragia a tiempo, pero necesita descansar. Está en una habitación aparte, dormido.

Alejandro y Ricardo asintieron, aliviados por la noticia. Se sentaron junto a ellos y comenzaron a contarles todo lo que había sucedido. La patrulla, la llegada a la casa, la exploración con el oficial, el descubrimiento de la frase en la pared y, sobre todo, la impactante revelación de que Vance había escapado.

Mateo, que había permanecido en silencio, finalmente levantó la cabeza. Su rostro mostraba una mezcla de miedo y agotamiento.

—Entonces… sigue libre —murmuró, casi sin voz.

—Sí —respondió Ricardo con frustración—. Y si los policías no lo encuentran pronto, quién sabe qué más pueda hacer ese maldito.

Alejandro apretó los puños. Algo dentro de él le decía que Vance no se quedaría quieto. No era alguien que simplemente desaparecía sin más.

—¿Y ahora qué haremos? —preguntó David, cruzándose de brazos.

—Por ahora… nada —respondió Alejandro—. Necesitamos descansar. No hemos dormido y estamos agotados.

David asintió, entendiendo que no podían hacer mucho más en ese momento.

Decidieron pasar la noche en el hospital. David habló con una enfermera, quien les permitió quedarse en la sala de espera. Se acomodaron como pudieron en los asientos.

Antes de intentar dormir, Alejandro sacó su celular y revisó las noticias, buscando información sobre la investigación en la casa. Pero no encontró nada nuevo. La incertidumbre lo carcomía. ¿Habrían encontrado a Vance o seguía libre?

Miró a sus amigos. Ricardo estaba recostado con los brazos cruzados, los ojos cerrados. David también trataba de descansar. Mateo, en cambio, seguía con la mirada fija en el suelo, sin moverse.

Alejandro suspiró. Cerró los ojos, pero el sueño tardó en llegar.

El sol matutino se filtraba débilmente por la ventana del hospital, iluminando la habitación con un resplandor tenue. Alejandro abrió los ojos con pesadez, su cuerpo agotado tras la terrible noche anterior. Se incorporó lentamente, frotándose la cara con ambas manos antes de mirar a su alrededor.

Ricardo dormía en una silla incómoda, con los brazos cruzados sobre el pecho y la cabeza inclinada hacia un lado. Mateo, en cambio, parecía tener el sueño inquieto. Se movía ligeramente, murmurando algo entre sueños, con el ceño fruncido.

Alejandro dejó escapar un suspiro y se estiró antes de buscar su teléfono. Lo desbloqueó con un gesto automático y revisó las noticias. No esperaba encontrar nada fuera de lo común… hasta que vio un titular que le heló la sangre.

"Hallazgos perturbadores en la casa de la calle Holloway. Silas Vance, un asesino en serie."

El pulso de Alejandro se aceleró. Su respiración se volvió más lenta mientras leía con atención.

"Durante la madrugada, las autoridades llevaron a cabo una inspección más profunda en la casa gracias a información proporcionada por testigos. En la investigación encontraron varias bolsas blancas ocultas en distintos puntos del inmueble. El contenido de estas bolsas no ha sido revelado debido a la gravedad de lo hallado. Sin embargo, fuentes cercanas a la investigación indican que podrían estar relacionadas con desapariciones de los últimos años. Se estima que el número de víctimas aún es incierto."

Alejandro sintió un nudo en la garganta. Las bolsas blancas… No necesitaba que la noticia lo dijera. Sabía perfectamente lo que eso significaba.

Siguió leyendo, con el corazón latiendo con fuerza.

"Debido a la magnitud del caso, la casa ha sido clausurada permanentemente. No volverá a abrir sus puertas y será tratada como una escena del crimen. Las autoridades han declarado que Silas Vance sigue prófugo. No se ha encontrado rastro alguno de su paradero. Se considera altamente peligroso y se insta a la comunidad a estar alerta."

Alejandro dejó caer el teléfono sobre sus piernas, sintiendo que la habitación se volvía más fría de repente. Vance estaba suelto. En algún lugar.

Con una sensación de urgencia, miró a Ricardo y luego a Mateo. Tenían que ver esto.

Alejandro decidió despertarlos. Caminó hasta Ricardo y le dio un ligero empujón en el hombro.

—Despierta. Tienes que ver esto.

Ricardo gruñó algo inentendible antes de abrir los ojos y frotarse la cara con las manos.

—¿Qué pasa? —murmuró con voz ronca.

Alejandro le pasó el celular y esperó mientras Ricardo leía. La expresión de su rostro cambió por completo: primero incredulidad, luego una seriedad absoluta.

—Maldición —susurró.

Mateo se removió y Alejandro aprovechó para despertarlo con cuidado.

—Mateo… ¿estás bien?

Mateo abrió los ojos lentamente. Su mirada estaba vacía, como si aún no estuviera del todo presente.

—¿Qué pasa? —preguntó con voz baja.

—Vance sigue libre —respondió Alejandro, sin rodeos.

Mateo parpadeó y se incorporó de golpe, aunque inmediatamente se llevó una mano a la cabeza, mareado.

—¿Cómo que libre? Pero… lo atrapamos… lo dejamos encerrado… —su voz tembló.

—Al parecer no fue suficiente —Ricardo le pasó el celular para que leyera la noticia. Mateo lo tomó con manos temblorosas y, a medida que avanzaba en la lectura, su respiración se volvió más irregular.

En ese momento, la puerta de la habitación se abrió y David entró con un café en la mano. Al ver sus expresiones, frunció el ceño.

—¿Ahora qué pasó?

Alejandro le mostró la pantalla del celular en silencio. David la tomó y leyó con calma, pero cuando terminó, se quedó callado por unos segundos. Luego, suspiró y miró a los demás.



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En el texto hay: misterio

Editado: 24.02.2025

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