Después de que Nick y Aneth se adelantaran, Gael y Sam quedaron caminando solos por los jardines traseros de la universidad. Era una zona tranquila, lejos del bullicio de los salones, con bancos de piedra y árboles que ofrecían sombra amable. El canto de los pájaros y el murmullo del viento entre las hojas creaban una atmósfera acogedora.
Gael caminaba con las manos en los bolsillos, dejando que el silencio se acomodara entre ellos antes de hablar.
- ¿Entonces es tu primer año? - preguntó al fin, con voz suave.
Sam asintió.
- Sí. Bueno... es todo nuevo para mí. Nunca había estado en una ciudad tan grande... ni en una universidad tan enorme.
Gael sonrió con ternura, sin burlarse.
- Lo entiendo. A mí también me pasó. Es como... estar perdido dentro de un libro que no sabes cómo leer.
Sam se rio bajito, la comparación le pareció muy cierta.
- Exacto. Y todos parecen saber exactamente qué hacer, a dónde ir, con quién hablar... y yo solo quiero encontrar un lugar donde sentarme sin molestar.
- Créeme, muchos están igual que tú. Solo que lo disimulan mejor.
Gael se detuvo junto a un banco y señaló el espacio a su lado. Sam dudó un segundo, pero luego se sentó. El banco estaba frío, pero la calidez de la conversación le quitaba importancia a eso.
- ¿Y tú en qué año estás? - preguntó Sam, girando apenas el rostro.
- En el último. Estudio literatura.
- ¡¿Literatura?! - Sam lo miró con los ojos bien abiertos - ¡Eso es genial! ¿Lees muchos libros?
Gael rió bajito.
- Demasiados. Tanto que a veces olvido que hay que vivir también, no solo imaginar.
Sam miró hacia abajo, jugando con sus dedos sobre las rodillas.
- A mí me gusta imaginar... pero a veces me da miedo que si salgo de mi cabeza, el mundo sea más duro de lo que puedo soportar.
Hubo un pequeño silencio. Gael bajó la cabeza y lo observó con una expresión que mezclaba ternura y respeto.
- Tienes una forma muy sincera de hablar, Sam.
- ¿Eso es malo? - preguntó, alzando los ojos.
- No... es raro. Y raro, en este mundo, vale oro.
Sam se sonrojó un poco, apartando la mirada. No estaba acostumbrado a que lo valoraran por ser simplemente él. Las palabras de Gael le llegaban directo al pecho, suaves, pero profundas.
- Gracias... eres muy amable.
- No es amabilidad. Es lo que pienso. Me alegra que hayas llegado aquí.
Sam bajó la mirada, con una sonrisa mínima pero honesta.
- Yo... me alegra que me hayas hablado. Estaba empezando a sentir que no encajaba en ningún sitio.
Gael apoyó el codo en el respaldo del banco, girándose un poco hacia él.
- Sam, el lugar donde encajamos... a veces no lo encontramos. A veces lo construimos con alguien.
El corazón de Sam latió un poco más fuerte. No entendía bien por qué. Solo sabía que en ese momento, con esa persona, en ese banco y con el aire moviendo suavemente las hojas, todo parecía más sencillo.
Y sin saberlo aún, esa conversación marcaría el inicio de algo mucho más grande.
😠: Interrupción con sabor a furia
La conversación entre Gael y Sam seguía su curso natural, como un río tranquilo que fluye entre montañas silenciosas. Sam comenzaba a relajarse de verdad por primera vez en el día, su sonrisa era ligera, sin tensión, y sus hombros -antes encogidos por los nervios- ahora caían con más libertad.
- ¿Y tienes algún lugar favorito aquí? - preguntó Sam, curioso, mirando de reojo a Gael mientras jugueteaba con una hoja caída del árbol.
- Sí. Hay un salón vacío en la biblioteca antigua. Casi nadie lo conoce. Es perfecto para leer... o simplemente quedarse en silencio.
- ¿Me llevarías algún día? - dijo Sam sin pensarlo mucho, y luego se sonrojó por completo - Digo... si quieres, claro.
Gael entrecerró los ojos con una sonrisa encantada, como si hubiera encontrado un diamante escondido en la tierra.
- Te llevaría hoy mismo si tuvieras tiempo.
Pero justo en ese instante, la calma fue arrancada de raíz.
Una figura conocida se acercaba con paso firme. Aneth.
Su rostro era una tormenta contenida: cejas fruncidas, mandíbula apretada y el celular en una mano como si lo fuera a lanzar en cualquier momento.
- ¡Sam! - exclamó, deteniéndose frente al banco.
Sam se sobresaltó, como si lo hubieran atrapado haciendo algo indebido, aunque su único "delito" era estar pasándola bien.
- ¿A-aneth?
- Ven. Ya. - ordenó sin rodeos, sin mirar siquiera a Gael.
Gael se enderezó en el banco, percibiendo inmediatamente que algo andaba mal.
- ¿Todo bien? - preguntó con cautela.
Aneth lo miró por primera vez, pero su expresión no era hostil hacia él. Más bien, estaba cargada de frustración.
- Nick volvió a intentarlo. Me acorraló en un pasillo vacío y empezó con ese jueguito suyo de siempre. Cree que con una sonrisa puede manipularlo todo.
Gael se tensó ligeramente, pero no dijo nada aún. Sabía que el asunto con Nick era más profundo de lo que parecía.
Sam se levantó con prisa, con la mirada confundida entre los dos.
- ¿Te hizo algo? - preguntó con voz suave, tocándole el brazo.
Aneth suspiró, bajando un poco el tono al ver la preocupación sincera en Sam.
#6746 en Novela romántica
#891 en Joven Adulto
drama amor adolescente dolor y perdida, manipulacion rencor amor orgullo, traicion amor dolor vengansa erotismo
Editado: 24.08.2025